PSICOLOGíA › EL PSICOANáLIS EN NIñOS RECUERDA QUE NO HAY REALIDAD PRE-DISCURSIVA
Si se debe considerar una necesidad para el niño, es la de contar con un discurso, habitar en el "decir parental". Antes de existir en sí mismo, por sí mismo y para sí mismo, el niño existe en el discurso, cuando se lo nombra y se lo desea.
› Por Cristina Savid*
La práctica del psicoanálisis con niños nos recuerda que no hay realidad prediscursiva, por lo tanto cuando hablamos del niño se trata del niño en la estructura discursiva. De aquí que la infancia remite a una temporalidad, no como tiempo cronológico sino como tiempo lógico de la estructuración subjetiva, durante la cual los padres y los hijos deben atravesar la pesadilla de desprender (se) y ocupar un lugar en el mundo. Si tenemos que considerar una necesidad para el niño, será la de contar con un discurso, habitar en el "decir parental". Antes de existir en sí mismo, por sí mismo y para sí mismo, el niño existe en el discurso. Se habla de él antes de nacer, se elige su nombre, se "ilusiona un hijo". Podemos invertir el axioma cartesiano y decir "soy pensado, luego existo".
La lengua le anticipa la temporalidad en la existencia y en lo biológico. Estos significantes que lo nombran en su "ser" de sujeto lo alienan, "otro piensa por el niño", por lo tanto el cuerpo no nos es dado, nadie pide nacer. Entra en la vida convocado por otros, es llamado a ingresar a la vida sin pedirlo ni esperarlo. Entra en la vida en una posición masoquista ya que: es acariciado con el amor de otro, con el miedo de otro, con la indiferencia de otros, con su odio, con su erotismo. Es tocado: con el olor, con el arrullo, con la mirada. Es objeto de la pulsión invocante y escópica de otro. Pero para el niño no hay "el otro", en el inicio es un "todo", no hay "mi", "soy", ni "me". Hay: tocantocado, escuchanoído, miranmirado, acaricianacariciado, peganpegado. Sujeto acéfalo y verbo sin conjugación. Tenemos entonces un tiempo temprano en la constitución de la subjetividad que es indecidible: la actividad del otro que mira y el mirado.
Quiero aclarar que esta posición no la pienso como pasiva para el niño sino a la inversa, en éste "mirado", "olido", inscribe impresiones poderosas que lo ilusionan de una completud que él no posee; con éstos ofrecimientos (mirada, voz, aromas, tacto) el otro materno lo engaña y le introduce el "Narcisismo primordial". Durante algún tiempo el niño no podrá apropiarse de la profunda división de la madre y él: reconocer que estos objetos no le pertenecen, que compensan esa carencia primordial que es la falta de objeto natural. Esta compensación se cumple siempre que la madre realice un clivaje entre su cuerpo y el objeto que dona (objeto "a"). "El don no pone tanto en juego el valor del objeto como su circulación. El don endeuda a quien lo recibe". Este tiempo indecidible, es de intensa actividad psíquica para el niño pequeño, ya que los sucesos de los primeros años infantiles dejan huellas indelebles en nuestra alma.
En este tiempo primordial, arcaico, se imprimen imágenes sin texto visualmente percibido. Enigmas de infancia. Sobre el comienzo de la vida nada puede decirse si no es por el relato de los padres con su consiguiente carga subjetiva, de aquí que se torne enigmático.
El tiempo de la subjetivación será un advenir que ocurre como futuro siendo y como "pasado sido". El tiempo de la subjetivación será un advenir siendo sido, el presente así se pierde en un después que significa "antes sido". La irreversibilidad del tiempo se instala si se da este juego entre: "el niño que habré sido" con "el niño que mi hijo dejará de ser". Esta irreversibilidad temporal, o duelo bifronte es la bisagra necesaria para que un niño ingrese a escandir el tiempo en antes y después y darle sentidoa los infinitos: "Eso no se hace", "Eso no se Toca", "Eso no se debe". Nace un "lector" de aquello que se ha escrito en su cuerpo, siendo lo escrito el cuerpo mismo. Nace el deseo por saber a qué apuntaban esas sanciones y a cuestionarlas. Pone en tela de juicio la palabra del otro, arma "su pensamiento" y se lo entrega al modo de "¿por qué me dices esto?".
Cuando un niño puede hablarle a otro transfiere su pensamiento. El psicoanálisis es la práctica clínica que favorece la inversión de la posición del niño de ser objeto del habla del otro a "sujeto activo de la lengua", esta inversión puede producir en los padres angustia de separación, por lo tanto no podemos plantear el abandono de la infancia como una cuestión de maduración biológica o desarrollo de una etapa a otra. "Ser o no ser el eterno niño" no es solo cuestión del hijo.
*Psicoanalista. Docente de la Universiad Nacional de Rosario. Autora del libro "Construcción de la subjetividad y sus Tropiezos" Editorial Laborde. Autora del Seminario Virtual "Vida y Muerte en la clínica Psicoanalítica con niños". El campo psi.
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