PSICOLOGíA › TIRANíA DE LA CIENCIA
› Por Guy Briole*
En su informe para el Congreso de Roma, en 1953, Lacan presenta el psicoanálisis como siendo la mediatriz entre "el hombre de la preocupación" y el "sujeto del saber absoluto". "El hombre de la preocupación" es el que no para de interrogarse por su presencia en el mundo, el Dasein (el Ser Ahí) de Heidegger, a partir de que uno puede hacerse la pregunta del ser. El "sujeto del saber absoluto" es absorbido, forcluido, separado de las cuestiones del ser, la ciencia apuntando al absoluto de un saber sobre los objetos propuestos al sujeto en el mundo en el cual se mueve.
En 1974, en una entrevista concedida a una Revista italiana Panorama, Lacan subrayaba, ya, que el psicoanálisis es la única "muralla" concebible contra las angustias contemporáneas. La actualidad de Lacan es siempre sorprendente. De la praxis psicoanalítica, Lacan da una definición de una gran sencillez: "el psicoanálisis se ocupa de lo que no va". Pero, a lo contrario de lo que se busca hoy en la inmediatez de los resultados, el tiempo del psicoanálisis es un tiempo largo.
El gran cansancio que caracteriza al hombre moderno es lo que Lacan identifica a la "vida como consecuencia de la carrera del progreso". El progreso no es lo que Lacan pone en duda. El progreso es aún lo que pasa por la palabra. La cuestión es totalmente distinta cuando uno confunde el progreso con los avances descontrolados de la ciencia. Es cuando el hombre hace de la ciencia su religión que su destino deviene funesto.
Para Lacan, la ciencia es mucho más despótica que la religión. Se puede pensar también que la religión, cuando no es un fanatismo, puede hacer lazo social. Por el contrario, la ciencia ejerce una tiranía más allá del lenguaje y toca al lazo entre los hombres. Esto es particularmente verdadero cuando el "diosátomo" hace causa común con el diosdinero.
El fanatismo religioso es lo que puede venir a alojarse en el punto de dehiscencia del tejido social. "Si la ciencia, o la religión, gana, el psicoanálisis se acaba", concluye Lacan.
El psicoanalista no tiene que conformarse, adaptarse a la realidad de su tiempo. "La realidad dice Lacan es aquello sobre lo que se descansa para continuar soñando". La cuestión de la política nos lleva, de nuevo, hacia el analista y su acto.
*Psicoanalista AMP. Fragmento del texto "Impasses de la política, política del pase" en Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano, Barcelona, el 29/09/12.
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