Jueves, 10 de marzo de 2016 | Hoy
PSICOLOGíA › EL ACTO ANALíTICO Y UNA POSICIóN QUE NO ELUDE EL COMPROMISO CON LA DEUDA SIMBóLICA.
Por Sabatino Cacho Palma*
Me parece muy pertinente pensar la propuesta del acto analítico. Eso que es lícito esperar de un analista, que prepara y espera por su acto, se encuentra íntimamente ligada a la cuestión de la nominación y de la autorización del analista.
Creo necesario considerar que la marcha de los "acontecimientos" políticos y sociales, incluso los internos a la causa del psicoanálisis, tienen su correlato en la transmisión y en la enseñanza de Lacan en relación al acto del analista.
Como "extraña pareja" de palabras, así presenta Lacan al Acto Psicoanalítico. Si dos significantes, no hacen más que extraña pareja, ¿Acaso analizante y analista no constituyen, desde el compromiso en la tarea del primero y desde la autorización del segundo, una extraña pareja? ¿O acaso el objeto causa del deseo, no es absolutamente extraño al sujeto causado (barrado)?
El acto es una operación del analista, enlazada al decir del analizante. Entonces ¿de qué Acto nos habla Lacan?, ¿qué relación guarda con el acto sexual y el acto revolucionario, en tanto estos también pasan a ser cuestionados? ¿En qué consiste? ¿Qué lo soporta, en tanto no hay ningún sujeto allí, en el momento del acto? ¿Cuáles son sus alcances? Cuando apunta a un algo más en la cura (Sorge: aliviar, cuidar, acompañar), en tanto espera un saber allí y ahí, en el fin de la misma.
Algunas cuestiones preliminares al dictado: Si el acto es siempre singular ¿no se enlaza con el estilo de cada analista? ¿Esto no implica, acaso, un nuevo modo de dirigirse, de apuntar al objeto? Incluso ¿no propone, una manera distinta cada vez, de poner en juego la caída del analista, de ese mismo lugar donde la transferencia lo ubicó? Por lo cual, ¿podríamos sostener que el acto se fundamenta en un acto de invención cada vez?
Efectivamente Lacan nos propone a través del Acto, una revisión del fin del análisis y actualiza la pregunta sobre lo que implica advenir analista. Por lo tanto se trata de un clivaje en la enseñanza de Lacan, ya que articula la experiencia del analizante con la formación del analista; confrontando la calificación, el estatuto y la designación institucionalizada, con el hecho mismo del devenir analista.
Y si bien estos interrogantes no alcanzan la consistencia de un fundamento, podrían considerarse parte de un modo de transmitir aquello que el psicoanálisis hace con nuestras vidas (estilo mediante) y de aquello que podemos ser capaces de hacer en nuestra práctica, contando con un "saber vivir" y un "saber hacer", en relación al deseo que nos habita.
Poner en estrecha relación el Acto con nuestra posición, hace a la política de Escuela, tanto en nuestra comunidad de experiencia, como hacia la polis misma, ya que podría tratarse de un modo eficaz de interpelar la indolencia y propiciar otro modo de ubicarse, con respecto a una toma de posición, que no eluda el compromiso asumido con nuestra deuda simbólica y que por lo tanto no se contente con quedarse al margen de "los acontecimientos", tan frecuente a la pastoral psicoanalítica.
*Psicoanalista. Miembro EPSFROS.
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