Lunes, 18 de febrero de 2008 | Hoy
Por Fabio Gentili*
En nuestras ciudades, donde todo está por completarse, y en algunos casos por iniciarse, la idea de construir nuestras urbes sin un plan general, totalizador de las demandas y necesidades elementales que se sufren, resulta un fracaso anunciado.
En contraposición a todo esto, el gobierno municipal decide adoptar el criterio de "intervenciones parciales", y propone los llamados "Reordenamientos urbanísticos" del Area Central y el Primer Anillo. Peor aún: por la extensión de las áreas involucradas, se exceden las características que este tipo de intervenciones tienen de acuerdo a su concepción original, al tiempo que no terminan de alcanzar a la totalidad de la ciudad, aunque la afecte.
Las estructuras, objetivos y criterios desarrollados por estas propuestas solo intervienen en la dimensión física de esos sectores de la ciudad, con modificaciones a formas y tamaños de los edificios que se construyan en estas específicas áreas de la ciudad.
No se manifiesta ningún tipo de relación con la totalidad del territorio urbano; no se establecen con claridad las afectaciones posibles a otros sectores o barrios, por la desviación probable del auge constructivo hacia ellos, al no tener las limitaciones que provocan en las áreas a las que apuntan los proyectos; no se registran estudios y/o adecuaciones infraestructurales; reformas a los sistemas viales y circulatorios; mejoras y ampliaciones en el transporte público; no se evalúa con estudios serios y científicos la afectación socio-económica a la estructura productiva de la ciudad, en especial de la construcción.
Aparecen expresadas intenciones proteccionistas del patrimonio arquitectónico, pero sin aclarar los instrumentos que permitirán financiar el mantenimiento de esos inmuebles. El catálogo de inmuebles de valor patrimonial ha sido burlado decenas de veces hasta el momento a través de "excepciones", que no son más que el resultado de la impotencia o ineptitud para utilizar herramientas creativas de gestión para el resguardo patrimonial que las normas vigentes ordenan.
La pretendida protección de las características morfológicas y culturales de parte de estas áreas de la ciudad, se contradicen con la promoción de la construcción de edificios voluminosos, profundos y sombríos. Una vez más la función básica de los centros de manzana, destinados a posibilitar mayor y mejor aireación y asoleamiento, se desvirtúa por el mantenimiento de la permisividad para realizar construcciones en ellos, con el único objetivo visible de la especulación sobre la construcción de mayor superficie cubierta.
Se proponen menores alturas en las edificaciones, pero al mismo tiempo se advierte que quienes abonen una "sobretasa" podrán aumentarlas, desdibujándose así el propio criterio que básicamente da origen a los proyectos. Y como "compensación" a los inversores inmobiliarios, se promueve la construcción de edificios con bloques internos, conformándose nuevamente esos lúgubres "tubos" que irónica y generosamente se denominan "aire y luz".
Se impide la construcción de torres de perímetro libre, pero se pretende unificar terrenos para concretar complejos edilicios que, por los altos costos del suelo que adquirirán estas áreas, solo podrán encararlos grandes empresas, y siempre continuando con las patéticas medianeras desnudas y profundas, erguidas como enormes "muros de la vergüenza urbanística", producto de la incapacidad de búsqueda de alternativas que terminen con el horrible estigma de una ciudad convertida en un amontonamiento irresponsable de edificios en los que siempre predominan esas pálidas expresiones.
Los verdaderos urbanistas tienen en claro que cargan sobre sus espaldas la trascendental condición de ser quienes manifiestan u orientan la manifestación de la cultura urbana de cada época y en cada lugar. No son simples diseñadores urbanos o proscriptores de tipologías edilicias, sino intérpretes de una "partitura" que, aunque la escriban, no les es propia; y como director de una "orquesta" de instrumentos político-urbanos, deben atender a todas las dimensiones de la ciudad, y no sólo a la física.
* Ex concejal justicialista
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