Domingo, 27 de abril de 2008 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLITICO
Por Pablo Feldman
La salida de Martín Lousteau del Ministerio de Economía ha despertado expectativas favorables entre la dirigencia que representa a la mayoría de los productores agropecuarios. Qué mal marchaban las negociaciones que lo que a todas luces es la ratificación del rumbo que marcó Néstor Kirchner hace casi un lustro, se presenta como una alternativa favorable. Carlos Fernández es un militante de la Universidad de La Plata -donde estudió el matrimonio presidencial- que se graduó en Ciencias Económicas y que ocupó ascendentes posiciones en la burocracia estatal. Si cuando Felisa Micelli reemplazó a Roberto Lavagna se decía que "el ministro de Economía es Néstor Kirchner", qué se puede pensar ahora que ya no es Presidente y "tengo todo el tiempo del mundo para estudiar y organizar el PJ", tal cual lo dijo él mismo cuando desestimó la posibilidad del "café literario" que le propuso instalar Jorge Obeid, que prefirió ser diputado. El PJ más que organizado está encolumnado detrás suyo como no se veía un liderazgo desde los días de Carlos Menem Presidente. Lo paradójico es que la mayoría de los nombres son los mismos de entonces, aunque eso es ahora un detalle irrelevante.
"Es preocupante porque necesitamos un solo Presidente", dijo Hermes Binner después de un discurso contundente de Kirchner que se transformó en la tarjeta de pre-embarque del joven ministro.
Binner no hizo otra cosa que poner en palabras el sentir de buena parte de la opinión publica -incluidos dirigentes y adherentes del Frente Para a Victoria que no se atreven a reconocerlo-. El "debilitamiento de la imagen presidencial" es el concepto que más se ha repetido desde la reaparición pública de Kirchner, a lo que se agrega el recambio ministerial y la ratificación de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio.
En realidad lo que agitó las aguas fueron las formas más que las cuestiones de fondo, ya que nadie puede sorprenderse porque el ex-Presidente tenga incidencia en el gobierno de su esposa. Más aún, Cristina Fernández ganó como ganó por ser "de Kirchner", y antes que eso fue la candidata sin internas ni discusión por esa misma razón.
Para bien o para mal, esto es así y seguirá siéndolo, salvo que la Presidenta decida deshacerse de toda la estructura que la llevó al lugar que hoy ocupa, y eso parece improbable, para no decir imposible.
Según algunos economistas consultados a propósito del cambio de Ministro, tanto la crisis con el campo como sus derivaciones -la reaparición pública de Néstor Kirchner y el despido de Lousteau, entre otras cosas- es parte de "la curva de aprendizaje de Cristina" y agregan que "no tuvo luna de miel porque para todos es la continuidad del gobierno de su marido". Ambas cosas pueden ser reales, pero la Presidenta se ha ocupado de aumentar los efectos negativos a partir del contraste con su prédica electoral: Mejorar la calidad institucional.
Nadie puede oponerse a ese concepto, lo que sucede es que no se compadece con algunas actitudes que se han visto a lo largo de la crisis del campo: Las apariciones de Luis D'Elía -en la plaza pegando y en el palco aplaudiendo- el respaldo a Moreno -denunciado por aprietes antes y ahora- y finalmente el "preaviso" de Kirchner al joven maravilla de su despido del Palacio de Hacienda.
En el medio de todo -literalmente- el humo. Y la versión del gobierno del sabotaje de los mismo sectores a los que responzabilizó por el desabastecimiento en los días de la protesta del campo. Sin perjuicio de profundizar las investigaciones y sancionar a los culpables de los incendios, no parece demasiado convincente la teoría conspirativa para explicar semejante situación. La quema en Victoria, la debastación de los humedales, merecen la atención del gobierno que sigue sin hacer la más mínima referencia a la responsabilidad política de quienes arrendaron esas tierras. Se actúa con celeridad frente a los incendiarios -y está bien- pero se hace la vista gorda con los "compañeros" que rifaron el ecosistema entrerriano, para colmo por ley. Es probable que la Secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti se haya enterado recién con los incendios que donde hace un años -antes del boom sojero- había 10 mil vacas ahora hay 150 mil. Y si lo sabía y no hizo nada, mucho peor. Esto es calidad institucional, aunque en el gobierno no le presten atención.
La lluvia de ayer trajo el alivio que los aviones hidrantes no pudieron conseguir. La respuesta tardía y basada en el amor propio y la entrega de los bomberos no fue suficiente para evitar una cadena de inconvenientes que se mantienen hasta ahora. En este contexto, las rencillas de cabotaje se vuelven más absurdas todavía. La declaración de los legisladores proviniciales del FPV pidiéndole a Binner que se ocupe de la salud, la seguridad y la educación, no sólo es una obviedad sino que termina potenciando la posiciones asumidas por el Gobernador en torno a la crisis del campo, y a los últimos sucesos que terminaron con la renuncia de un ministro que asumió hace apenas cuatro meses.
"Cuando se arregle lo del campo, de todo esto no se va a acordar más nadie", dijo a este diario un empinado funcionario del gobierno nacional. Curiosamenrte coincide su analisis con el del candidato derrotado en la última elección de Gobernador. "La gente cree que Skanska es una marca de yogurt", profetizó Rafael Bielsa que poco después hizo perder al peronismo de Santa Fe por primera vez en la historia.
Esa lógica es la que se está aplicando, y es la que algún sector del gobierno nacional quiere cambiar. Hasta el momento no parece que pueda hacerlo, sin embargo el cambio en el Ministerio de Economía ha generado una cuota de optimismo. Así lo han manifestado los dirigentes de las cuatro entidades que negociarán la semana que se inicia, y que es la misma en la que se extingue la "tregua". Más que la llegada de otro Fernández, lo que entusiasma es la partida de Lousteau. Esto encierra un contrasentido: Los que aplauden el despido del ministro, cuestionan la injerencia de Kirchner.
La gran discusión que inevitablemente sobrevendrá es entorno a la inflación. Y más allá de las cuestiones de forma -que tanto irritan sobre todo cuando se trata de la Presidenta- deberá abordarse el fondo de la cuestión. La posición del gobierno la expuso Kirhner sin ambages en su discurso de la semana pasada. Prácticamente "rajó" al ministro por sugerir "enfriar la economía". Sería muy bueno que desde la oposición, además de cuestionar las formas, aparecieran alternativas de fondo. Serias y sustentables, que no se modifiquen según qué lado se ocupe del mostrador. Hasta ahora, e inclusive antes del reemplazo de Lousteau, el único que había asomado la cabeza fue Hermes Binner, que pretendió reubicar el debate no entorno a retenciones si o no, sino en el modelo de crecimiento basado no en el consumo sino en la producción. No está mal que además de ocuparse de la educación, la seguridad y otros temas -como lo conminaron Luis Rubeo Jr. y sus diputados- algún dirigente político, con responsabilidad instucional proponga alguna alernativa que vaya más allá de los cuestionamientos de las formas o los cacerolazos de ocasión.
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