Viernes, 3 de febrero de 2006 | Hoy
Por Osvaldo Miatello *
El lunes, Rosario/12, a partir de la columna de Leo Ricciardino, abrió un saludable debate, cuyo disparador serían las aparentes antipatía y razonabilidad del aumento de la tarifa del transporte público de pasajeros. En rigor, hace un tiempo que el intendente Miguel Lifschitz y la secretaria de Servicios Públicos, Clara García, tratan de instalar a través de los medios la idea de la "inevitabilidad" del aumento tarifario. El resultado de este empeño es que se está desviando el eje de la discusión: se interpreta que la mala prestación del servicio y su futura mejora son elementos que justifican el aumento, cuando en realidad la mejora del sistema probablemente sea la clave para evitar el incremento.
Según los argumentos que exhiben el intendente y su funcionaria, la escasa rentabilidad de las empresas no permitiría continuar prestando el servicio y, mucho menos, mejorarlo. Sería bueno constatar si esto es cierto, porque, en definitiva, el objetivo no debería pasar por el castigo a los sufridos usuarios que ya deben soportar un pésimo servicio con un aumento, sino tratar de mejorar sustancialmente el servicio y elevar así la rentabilidad de las empresas.
Según la información emanada del Ente del Transporte de Rosario, que en parte fue publicada por el diario La Capital el 12 de diciembre de 2005, la cantidad de pasajeros transportados el año pasado 140 millones creció un 10 por ciento respecto de 2004. Esto representa 12 millones de pasajes más y, en dinero, un incremento de alrededor de 9 millones de pesos.
Si se compara con lo sucedido en 2003, el aumento es del 22 por ciento, con 25 millones de pasajeros más, lo que representa una suba de 19 millones de pesos. Todo resulta más claro si se toman las cifras de 2002: el incremento llega al 40 por ciento.
Es decir, estos datos demuestran que la rentabilidad de las empresas del transporte urbano de pasajeros viene creciendo al compás de la mejora paulatina y constante de los índices de ocupación y empleo y de la economía en general. Por lo tanto, si las ganancias de las empresas suben con más pasajeros arriba de las unidades, ¿por qué sería necesario aumentar la tarifa del transporte urbano?
La propuesta de aumento del boleto a 90 centavos que parece propiciar el intendente implicaría, calculando los 140 millones de pasajeros de 2005, un traslado a los empresarios por parte de los usuarios de alrededor de 21 millones de pesos. Si tenemos en cuenta que en 1997 el sistema transportó 173 millones de pasajeros, la misma o mayor utilidad se obtendría aumentando la cantidad de pasajeros transportados.
En síntesis, con la mejora de la frecuencia y la eficacia del sistema, es posible obtener más rentabilidad de la que hoy busca la Municipalidad, que propicia un incremento pero no garantiza la mejora el servicio.
Para ser más claro, con una tarifa de 75 centavos, los 140 millones de pasajeros de 2005 representan un ingreso de 105 millones de pesos para el sistema. Un aumento del 20 por ciento, llevando la tarifa a 90 centavos, como parece pretender el intendente, implicaría un ingreso al sistema de 127 millones. Si la Municipalidad mejora el servicio y logra que la gente vuelva a tomar colectivos, en lugar de aumentar el precio del boleto, probablemente se vuelva a los 173 millones de pasajes de 1997, con lo que se obtendría un ingreso al sistema de aproximadamente 130 millones, 3 millones más que con el incremento de la tarifa.
* Vicepresidente Primero del Concejo Municipal
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