Lunes, 15 de agosto de 2011 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
La elección de la presidenta en la provincia demostró, entre otras cosas, la versatilidad de los ciudadanos. En Santa Fe por lo menos, está ampliamente demostrado que el votante se puede adaptar al sistema que le tiren por la cabeza. También es claro que a Cristina la votaron muchos no peronistas. Binner sorprendió con su cosecha en la Capital Federal y se permitió un reproche a Alfonsín. Votar, siempre, es un placer.
Por Leo Ricciardino
Los datos llegaban anoche con cuentagotas, pero de todas maneras en la provincia de Santa Fe -al igual que en el resto del país- todos comenzaron a entretenerse temprano con los datos de las mesas testigos y las proyecciones que unos intentaban dar aumentadas y otros disimuladas, según las conveniencias. Con todo, y teniendo en cuenta el horario de cierre de esta columna, no estaba claro que el gobernador de la provincia y precandidato a presidente de la Nación, se impusiera en este territorio a Cristina Fernández de Kirchner. La presidenta hacía una muy buena elección en todo este distrito al igual que en el resto del país. Pero aquí sobrepasaba las estimaciones previas. Sobre todo sorprendieron los datos que comenzaban a llegar desde las mesas de los barrios más humildes de Rosario. Por ende, su lista de diputados encabezada por Omar Perotti tenía una performance similar teniendo en cuenta que no se registró demasiado corte de boletas. En la ciudad por lo menos, la elección de Ricardo Alfonsín estaba muy por debajo de expectativas que incluso no eran las más halagüeñas. Tampoco sus listas de candidatos a diputados que competían entre sí -encabezadas por Federico Pezz y Julio Genesini- lograban una buena cosecha electoral.
Por su parte Binner sorprendía con su proyección en Capital Federal y algunas localidades de la provincia de Buenos Aires, adonde el socialista dirigió su campaña en las últimas semanas. Para el gobernador la recepción de una fuerza política (el FAP) que hizo una campaña de poco más de 30 días, "fue realmente importante". Binner no se privó ayer de lanzar un dardo certero a la alicaída figura de Raúl Alfonsín: "Su alianza con (Francisco) De Narváez no impidió que el primero y el segundo puesto quedaran en manos del peronismo", dijo el gobernador en referencia al posicionamiento de Cristina y de Eduardo Duhalde. El reproche sonó preciso: Pudiendo construir una alternativa poderosa junto al socialismo, privilegió los cantos de sirena que entonaba De Narváez prometiéndole una catarata de votos en la provincia de Buenos Aires. Un tercer puesto y encima muy cerca de Binner, lo dejan al hijo del ex presidente precisamente en ese rol y poco más que eso.
Contrariamente a todos los negros vaticinios que se hicieron contra las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias; la concurrencia a las urnas fue masiva en todo el país y en Santa Fe estuvieron cerca del 70 por ciento. La falta de competencia entre candidatos presidenciales de una misma fuerza tentó a los analistas a decir que había que suspender el comicio, que era nada más que una encuesta nacional, que lo que aquí vale es octubre. Bueno, difícilmente hoy con los porcentajes en la mano se vuelvan a escuchar algunos de estos razonamientos. Sobre todo estuvieron vinculados a los medios nacionales que asistían al debut del sistema electoral que en Santa Fe conocemos desde 2007. Los socialistas, por ejemplo, no olvidan aquella noche en la que Rafael Bielsa y Agustín Rossi sumaban más votos que el propio Binner, computando los sufragios obtenidos en la primaria que debutaba. Muy poco tiempo después, en la elección general, el mismo Binner abatía por 200 mil votos de diferencia a Bielsa y se convertía en el primer gobernador socialista de la Argentina.
Las elecciones siempre sirven y nunca son una encuesta. ¿Cómo comparar un sondeo de mil o dos mil personas con una demostración efectiva de millones de argentinos concurriendo a las urnas? Estas elecciones sirven para mensurar, entre otras cosas, que hay una oposición que sumada toda junta queda a 10 puntos del kirchnerismo. Y que dentro de esa sumatoria hay un precandidato peronista que se lleva la mejor porción. Por eso el razonamiento de Binner respecto de Alfonsín y su alianza con De Narváez, no sólo es correcto sino también lapidario para describir esta espiral de vedettismo y personalismos que llevan a los dirigentes a posiciones mucho más allá de sus propias convicciones. Las derrotas siempre enseñan. Enseñan mucho más las duras derrotas, de eso no caben dudas.
Estas elecciones sirven también para establecer que efectivamente hay un país real y otro virtual creado mediáticamente a partir de intereses particulares y determinados. Porque cualquier rápido zapping de las últimas semanas le indicaría a cualquier extranjero que el gobierno nacional estaba poco menos que con respirador artificial y esperando el golpe final. Los resultados en las elecciones de los principales distritos también indican una realidad que no se puede dejar de leer: Los votantes establecen claramente en qué nivel votan en cada oportunidad y marcan la volatilidad del voto obediente o partidario. Es claro que a Cristina la votaron muchos no peronistas, como es claro -por ejemplo- que muchísimos de los más de 600 mil votantes del cómico Miguel Del Sel en Santa Fe fueron a parar también a la cosecha de la presidenta de la Nación, como así también -aunque se presume, en menor medida- al propio Binner.
En Capital, en Santa Fe y en Córdoba, los votantes saben que ni Mauricio Macri, ni Hermes Binner, ni José Manuel De la Sota tienen nada que ver, por ejemplo con el 7,3 por ciento de desocupación. La más baja de los últimos 20 años. Que tampoco fueron los que impulsaron la Asignación Universal por Hijo o diseñaron las políticas públicas que cuidan el mercado interno. Pero tampoco desconocen que los más votados tuvieron sus aciertos de gestión en cada uno de los distritos nombrados, por más antipatías que nos generen este o aquel funcionario y candidato.
Estas elecciones también demuestran que el kircherismo es una estructura montada dentro del aparato peronista que se sostendrá a medida que consolide sus éxitos. En los distritos donde la corriente no ha podido hacer pie tendrá que reconocer y pactar con otro peronismo que no se enrola furiosamente en el anti del peronismo federal, pero que marca su independencia y sus propios perfiles.
Otra cuestión que demuestra este comicio es la versatilidad de los ciudadanos. En Santa Fe por lo menos, está ampliamente demostrado que el votante se puede adaptar al sistema que le tiren por la cabeza. Algunos dicen que después de la Ley de Lemas es como tener una especia de máster para el sufragante. Pero hay que recordar que este mismo año, el mes pasado, millones de santafesinos se adaptaron sin problemas a la boleta única y que ayer volvieron a adaptarse nuevamente al sobre y al cuarto oscuro. Como dijo un dirigente político de la provincia consultado sobre las dificultades que podrían tener estos cambios en los sectores sociales de menor educación formal: "Van en moto mientras mandan un mensajito por celular, mire si no van a adaptarse a un nuevo sistema electoral". Y si mañana viene el voto electrónico -que está más cerca de lo que muchos creen- tampoco se presentarán demasiados inconvenientes.
No son pocas las enseñanzas y comprobaciones que permiten las elecciones que se celebraron ayer en todo el país. Votar enseña, concientiza, renueva el compromiso social y reconcilia al ciudadano con las instituciones de la democracia. Votar es siempre un placer, muy a pesar de los agoreros que siempre creen que una elección es un incordio social o un gasto oneroso que los gobiernos deberían ahorrarse cuando puedan. Cuando ganó Macri pero no alcanzó el porcentaje necesario para hacerlo en primera vuelta frente a Daniel Filmus, muchos señalaban que era "inútil" el ballotage, que costaba varios millones de pesos. Cuando se anotaron los candidatos para las presidenciales y no hubo internas entre las distintas fuerzas políticas se utilizó el mismo argumento. En esa oportunidad el jefe de Gabinete Aníbal Fernández lanzó un sonoro "qué importa cuánto cuestan las elecciones, no es una cuestión económica, es una convicción cívica". Y es absolutamente verdadero.
Algunos habrá ahora que dirán que son inútiles las generales de octubre, que Cristina ya ganó, que el Estado se podría ahorrar ese dinero. Desconociendo que estas primarias son el producto de una reforma política que se aprobó por consenso en 2009. La misma que estableció la gratuidad en la publicidad para las distintas fuerzas políticas y que permitió en esta campaña tener una idea mucho más clara de las propuestas de los partidos más pequeños. Una situación que, a pesar de los avances electorales y en materia de reforma política que se vivieron en Santa Fe, aún son una deuda. Pero este fin de semana desde el Ejecutivo provincial se admitió que se estudia la posibilidad de impulsar el sorteo de espacios publicitarios entre los distintos partidos políticos para los próximos comicios provinciales.
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