Lunes, 4 de marzo de 2013 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
No abundan los hechos políticos como los que generó la diputada María Eugenia Bielsa con su dimisión a la banca provincial. Su caudal electoral transforma la decisión en una cuestión central para el peronismo en su conjunto. Pero también para el Frente Progresista, que acusó recibo de sus críticas, y de Unión-PRO que sumó una nueva preocupación.
Por Leo Ricciardino
Fue una semana agitada para la política santafesina. La renuncia de María Eugenia Bielsa a su banca de diputada provincial cayó como una bomba en el seno del peronismo, pero también hubo esquirlas que alcanzaron a la administración socialista. Pocas veces se asiste en política a discursos tan frontales, lapidarios y sentenciosos como el que profirió la arquitecta en el texto de su dimisión, como así también en sus declaraciones posteriores.
Los golpes destinados a la demolición del diputado nacional Agustín Rossi y a su hombre en la provincia, el titular de la Cámara de Diputados de Santa Fe Luis Rubeo, tuvieron el tono y regusto de una venganza. Hay que decirlo necesariamente: para Bielsa no hay distancia entre los sentimientos personales y la política. Algo que el resto de los dirigentes maneja casi como un don natural, no está al alcance del menú de opciones que tiene la hermana del ex Canciller y del famoso técnico de fútbol. Es claro que comparte con los dos aspectos de la personalidad, el tesón y la dedicación full time a la actividad a la que se avoquen. Es un rasgo familiar imposible de soslayar.
Ahora, ¿esto es bueno o malo para la política? Todos tenemos una idea acerca de una respuesta posible, pero Bielsa directamente no se formula un cuestionamiento de esta naturaleza, ¿de qué le serviría? Quizás sea malo un temperamento tal para la construcción política, incluso hasta muy malo. Pero esa frontalidad y carácter la han llevado de la mano en el camino a los 581 mil votos que sacó en los últimos comicios. No caben dudas. Con lo cual es claro que el electorado ve a la ex diputada más cercana a sus emociones y sentimientos alrededor de la cosa pública.
Ni Rossi ni Rubeo "odian" a María Eugenia Bielsa. La consideran una adversaria política interna y le disputaron frontalmente el poder al arrebatarle la presidencia de Diputados que ella consideraba un lugar natural por ser la legisladora más votada. En esa oportunidad Rubeo lo explicó con una lógica implacable: "Para presidir la Cámara no te vota la gente, te votan tus pares y yo conseguí más votos".
Sin dudas fue un acierto el silencio del rossismo para evitar responderle a Bielsa. ¿Qué iban a decir? O se callaban o salían a disparar munición gruesa contra una adversaria interna que acababa de reunirse con la presidenta. La prudencia fue buena consejera. Pero hoy mismo hay un acto de la Corriente Nacional en Santa Fe donde será orador Rossi. Habrá que estar atentos a lo que diga el diputado y ver si podrá aguantar seguir sin hacer referencia al episodio cuando empiecen los cánticos y suenen los bombos de la militancia.
La relación de la ex diputada con el socialismo es ríspida desde hace muchos años. La arquitecta era titular del Servicio Público de la Vivienda de la Municipalidad de Rosario en la época de Héctor Cavallero intendente. En aquel ruidoso cisma político del partido socialista Bielsa tuvo, sin ser afiliada, una butaca en primera fila. Lo que allí vio y vivió la llevó a una caracterización definitiva de los hombres y mujeres que después hegemonizaron la conducción partidaria, el gobierno municipal y más tarde el provincial. Es decir, también hay allí una visión política-personal de lo sucedido y del proyecto que ese grupo de dirigentes lleva adelante.
Uno no puede evitar formular preguntas alrededor de locas hipótesis. ¿Qué hubiese hecho Miguel Lifschitz si hubiera tenido una personalidad parecida a la de María Eugenia Bielsa, cuando Hermes Binner le comunicó que no sería su candidato a gobernador y que el elegido era Antonio Bonfatti? Por ejemplo. En política y en historia las cuestiones contra fácticas no tienen mucho sentido, pero son entretenidas.
Surge también la incógnita de ¿hasta dónde sabía la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner qué iba a hacer Bielsa? Es claro que le comunicó que iba a renunciar y que la presidenta respetó esa decisión. Es más, ahora surgió la versión de un posible cargo ministerial para la arquitecta y siguen las especulaciones en torno de una posible candidatura suya a diputada nacional para los comicios de octubre. Pero la pregunta es si la presidenta sabía que se iba a despedir con tan graves críticas hacia Rossi, que esa misma tarde reunía trabajosamente los votos para aprobar un tema sensible y central para el gobierno nacional como lo es el memorándum de entendimiento con Irán para investigar el atentado a la Amia.
La preocupación central del entorno del jefe de la bancada oficialista en la Cámara baja, después de asimilar como podían el viandazo que le propinó Bielsa, pasó centralmente por dejar lo más en claro posible que el gesto de la arquitecta y su reunión con la presidenta no significaban un quite de respaldo hacia la figura del diputado Rossi de cara a las futuras candidaturas.
Para arrimar más misterio y especulación a todo el proceso, el ex gobernador Jorge Obeid entró a la Casa Rosada la misma tarde del miércoles. Obeid desmintió primero que haya estado con la presidenta y luego aseguró haber mantenido un "amable diálogo de una hora y media" con Cristina Fernández de Kirchner. Para esa altura muy pocos entendían lo que estaba pasando. Lo más probable, como dijo un diputado provincial a este periodista, es que "nadie sepa qué pasa de acá en adelante con las candidaturas en Santa Fe, pero hay una cosa clara y es que la presidenta está decidida a ampliar el juego en la provincia para enfrentar al socialismo".
El gobernador Antonio Bonfatti respondió primero con una chicana política al ser consultado sobre el episodio Bielsa: "No opino sobre la interna de otros partidos". Una salida tan lógica como inteligente, pero que conformó sólo por unos segundos a los periodistas que pusieron después el acento en las críticas de la diputada renunciante a su gestión y a la de Binner. "Que se haga cargo de lo que dice", ya casi gritó Bonfatti para agregar: "No le conozco ningún proyecto a la diputada". Había sentido la estocada de Bielsa que pormenorizó además sus críticas a la administración del Frente Progresista, detallando cuestiones vinculadas a la reforma tributaria en Santa Fe.
Hay que puntualizar también que Bielsa no está sola en su idea de cómo debería ser la oposición política en Santa Fe. De hecho, un grupo de diputados comparte esa visión aunque no hablen de "pactos", como lo dijo la arquitecta. Pero esos mismos sectores del peronismo -principalmente del centro y el norte provincial- ya han visto después de muchos intentos que no resulta sencillo redoblar la apuesta contra el socialismo y que el asunto requiere de paciencia y finas estrategias destinadas también a convencer a la gente acerca de la necesidad de un cambio.
Por último el peronismo sabe de sobra que María Eugenia Bielsa es depositaria de un potencial electoral insoslayable, si quiere enfrentar en serio la posibilidad de disputar palmo a palmo los votos con el socialismo y el radicalismo aliado.
La renuncia de la diputada plantea alternativas futuras que ya empezaron a preocupar también al PRO y su milagro cómico en la provincia.
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