Lunes, 8 de julio de 2013 | Hoy
Ya no alcanza con incorporar tecnologías en la administración pública, sino hay una nueva visión de la maquinaria estatal. No hay mejoramiento de los servicios estatales, sino se los incluye en la agenda electoral para luego desarrollarlos. La crisis de Brasil, con el reclamo por la sustentabilidad de los servicios de transporte de pasajeros.
Por Aníbal Ignacio Faccendini *
"...Defiéndeme de ser el que ya he sido, el que ya he sido irreparablemente..." J.L.Borges
Este siglo pone al descubierto en forma rebelde, sincera y osada que los servicios estatales no son públicos. Reclama creatividad de la dirigencia estatal. Ya no alcanza con incorporar tecnologías en la administración pública, sino hay una nueva visión de la maquinaria estatal. Debemos desnaturalizar los vicios estatales, estas son las demoras, las ineficiencias, las situaciones anómalas e inequidades institucionales y sociales. Este esfuerzo a realizar debe hacerse en sinergia para lograr un Estado público.
La democracia es el todo, dentro de la democracia hay distintos grados de representatividades: la más importante es la que surge de las elecciones populares, pero luego en grados inferiores hay otras representaciones que hacen a la velocidad que avanza de estos tiempos, nos referimos a la participación en la sociedad civil de las ongs, las cooperativas, las organizaciones laborales y el tercer sector en general. Estas representatividades en forma desigual y combinada hacen también a la fisiología social. Dichas entidades ayudan, en principio y no exclusivamente, a una innovación permanente de la democracia.
La carta de presentación de todo gobierno son los servicios que presta: salud, servicios sanitarios, educación, justicia, seguridad, transportes y muchas más prestaciones. Con un norte de generar un ambiente sano para todos los ciudadanos.
No hay mejoramiento de los servicios estatales, sino se los incluye en la agenda electoral para luego desarrollarlos. Nos referimos a que tiene que servir para la competencia electoral, pero luego debe ser incluido en la agenda estratégica. Una vez que está inserto en la agenda estratégica, la competencia política se tiene que reciclar en cómo mejorar lo que ha resultado de la competencia electoral. Sin embargo hay temas del bien común que tienen que estar por fuera de la contienda electoral, tales como los servicios sanitarios (agua y cloacas), la seguridad y la justicia. Estos temas se deben refugiar en políticas de Estado, independiente de quien detente la administración.
Los últimos acontecimientos sociales de nuestra cotidianeidad estuvieron marcados, entre otros factores, por los servicios estatales. Así lo podemos ver en Brasil, con el reclamo por la sustentabilidad de los servicios de transporte de pasajeros. También en la crisis ferroviaria en Argentina con las tragedias de Once, en su momento y la de Castelar en este año. Podemos visualizar también la problemática en nuestra ciudad, en la deficiencia del servicio de transporte de pasajeros y la seguridad. Tenemos que sumar a ello que en la provincia es patente la deficiencia de los servicios sanitarios y de seguridad, entre otros. Todo lo enumerado nos permite detectar el lugar que está ocupando la problemática de los servicios estatales en la agenda de la ciudadanía.
Todo avance de las ciencias sociales se han producido a partir de la desnaturalización y deconstrucción de lo dado. En el caso de los servicios estatales se va a producir a partir de su jerarquización, con la ruptura de lo dado y el estudio permanente de su calidad.
No hay mejoramiento de los servicios estatales, sino devienen en servicios públicos. El Estado, tiene muchas veces mentalidad de mercado para un servicio comunitario.
La sinergia democrática está dada por la sumatoria agregacional de todos los actores que deben intervenir en la prestación de un servicio. Y no, como muchas veces sucede que la cadena prestacional es una sumatoria que resta.
Los servicios estatales, como sabemos, cristalizan no sólo la concepción ideológica que se tiene sobre la organización comunitaria sino también del conflicto social y la resolución de éste. Así, si un servicio es de buena calidad y de acceso a todos, nos indicaría que en ése conflicto social, los intereses populares han prevalecido sobre los ámbitos que buscan hacer de una necesidad social un espacio lucrativo privado.
En la neomodernidad debemos mutar y bregar por un Estado público con servicios que superen la mera estatalidad para llegar a lo comunitario, y que la articulación en algunos espacios deje de ser privada-estatal, para que sea estatal-privada. El Estado tiene que abrir el portón a otras representatividades que se generan en el seno de la democracia, y que ciudadanizar la administración pública, es abortar la ajenidad que detenta la política frente a la ciudadanía.
Todo poder necesita de su legitimante, así el poder democrático se concilia en democracia cuando no se queda en situación solamente de autoridad y pasa a ser un mejoramiento continuo y permanente de la vida de sus ciudadanos. Ahí, es entonces cuando la política es apropiada por la ciudadanía y liberada del descrédito y la indiferencia.
El siglo XXI, es el tiempo de los servicios públicos y el Estado tiene que estar a la altura de la mínima cotidianeidad de las personas. Así y solo así la política empezará a narrar lo que promete: Ser palanca de transformación para todos pero más para los desposeídos.
(*) Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales Licenciado en Ciencias Sociales Abogado Docente de la UNR.
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