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La confortable y conveniente oposición peronista en el Senado provincial y la más aguda, pero desarticulada, en Diputados; ingresarán desde ahora en un cambio drástico de libreto político. Es que el peronismo siente que ha perdido demasiado terreno y que sus dardos críticos se quedan muy cortos en la trayectoria o bien impactan muy lejos del blanco buscado. Pero el principal impulso para el cambio de estrategia no sólo se relaciona con el comienzo de un nuevo escenario político de confrontación a mediados de este año, con miras a la disputa por la gobernación en 2015; sino también por el espacio que abrió dentro del Frente Progresista el "fuego amigo".

No es exactamente lo mismo que el diputado peronista Héctor Acuña diga que falta conducción política de la fuerza policial a que lo haga el Procurador de la Corte, Jorge Barraguirre. De hecho, los dos lo mencionaron, pero sólo cuando el segundo lo hizo en una conferencia en Rosario el gobierno de Antonio Bonfatti sintió verdaderamente el impacto. Barraguirre tiene demasiado prestigio y acumuló importantísimos apoyos políticos de distintos sectores como para que el gobierno le aplique algún tipo de reprimenda por sus declaraciones. Lo podría hacer tranquilamente porque como miembro de la Procuración de la Corte es un alto funcionario judicial de la provincia que pone en riesgo su independencia de criterio al participar de una actividad organizada por el grupo GPS, que orienta un sector del radicalismo provincial que lideran el diputado Maximiliano Pullaro y respalda el propio vicegobernador Jorge Henn.

Muchos ya habían advertido los soterrados desacuerdos de Barraguirre con las políticas públicas emanadas del Ministerio de Seguridad de la provincia y más allá de los reales ofrecimientos del sector privado para que ejerza -con una mayor conveniencia económica﷓ como abogado litigante en conflictos internacionales (su especialidad); el funcionario demoró su salida de la función pública a pedido del gobierno pero también porque "me lo pidió mi familia", confesó el propio interesado.

Pero muchos empezaron a sacar cuentas y sumaron el enorme prestigio y grado de conocimiento público que obtuvo Barraguirre en los últimos tiempos de combate contra el delito complejo y la narcocriminalidad; sus simpatías radicales y el acercamiento al grupo de Pullaro que en Rosario integran los concejales María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale, y concluyeron que el destino del prestigioso abogado puede estar cerca de alguna candidatura importante para el 2015. Probablemente, algunos correligionarios y la familia de Barraguirre vuelvan a pedirle un nuevo esfuerzo. Quién lo sabe.

Había hasta hace muy poco tres grupos bien caracterizados de radicales en Santa Fe: Los que rompieron con el Frente Progresista y criticaban desde afuera la conducción socialista, los que se quedaron y decidieron que su único destino era colar hombres y mujeres en cargos más o menos estratégicos de la administración sin cuestionar demasiado a los socialistas; y los que desde adentro del propio Frente creen que ha llegado el momento si no de disputar la conducción del PS dentro de la coalición; por lo menos ejercer una influencia notablemente más gravitante. Al primero de estos sectores, el rupturista total, le queda poquísima vida. Y el último de los grupos amenaza seriamente a los más permeables a ceder posiciones por cargos. Dentro de esa línea se enrolan cada vez más dirigentes de la UCR provincial que se sienten capaces de una negociación más audaz con el partido de Hermes Binner, Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz. Y quizás los más audaces de todos hasta mantengan alguna mínima apuesta con el sector del senador Rubén Giustiniani, fuertemente golpeado internamente pero por eso mismo más dispuesto.

"Maximiliano está listo para asumir", le confesó a este periodista un encumbrado dirigente radical. Hablaba de Pullaro y del ministerio de Seguridad provincial. El diputado, que se ha especializado en el tema, fue el que primero enfrentó a conocidos narcotraficantes del sur provincial y lo tiene como asesor nada menos que al ex ministro del área Leandro Corti. Para nadie es una novedad el desgaste político del actual titular de la cartera Raúl Lamberto que hoy ocupa la silla más caliente de todo el gabinete de Bonfatti.

Ayer un diario nacional le preguntó al gobernador de Santa Fe cuáles eran sus expectativas respecto al delito complejo en la provincia. "Que empiecen a dar resultados tanto las acciones derivadas de los nuevos cambios en la justicia, como la reestructuración de la policía", respondió Bonfatti sin dudar pero a sabiendas de que cualquiera de las dos variantes están lejos del corto plazo que quema todos los días desde la realidad que reflejan los medios.

El discurso del gobierno provincial ha comenzado a gastarse ostensiblemente en la materia. Y si bien es cierto que logró algunos picos de impacto con la causa y el encarcelamiento de Los Monos; la estructura empieza a debilitarse con las sospechas alrededor del juez que edificó todo el proceso judicial desde los cimientos, y el brazo policial que lo ejecutó. La Brigada de Judiciales de la policía va a utilizar más tiempo para explicar las acusaciones del prófugo Monchi Cantero que para perseguir efectivamente el delito y tratar de hallar al propio delincuente oculto para los uniformados pero visible para un canal de televisión y el público. Esa parte es notoriamente más vergonzosa que el sonrojamiento que dijo le causó al gobernador que un canal ponga al aire a un narco.

El diputado del PPS Oscar Urruty ya no tiene dudas de que la Brigada de Judiciales le ha ido entregando al gobierno "relatos y escenas criminales para que mantenga a flote su imagen de combate al delito. Desde las capturas hasta los túneles de Los Monos", pero sostiene que en concreto "hay muchos tramos de esa construcción que empiezan a mostrar su debilidad en los hechos", dijo el legislador.

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