Lunes, 26 de enero de 2015 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD.
La dramática operación que enfrentó Lifschitz para seguir siendo el candidato a gobernador del Frente Progresista, y la decisión de Boasso de acompañar a Del Sel en la fórmula; son las novedades sobresalientes de una campaña que sigue en sordina por la sobriedad que aún impone el caso Nisman.
Por Leo Ricciardino
La política en Santa Fe sólo se detuvo hacia afuera. La sobriedad que parece imponer a los dirigentes el caso Nisman demuestra la gravedad del hecho y el temor a quedar desacomodado ante cualquier declaración casual ante una investigación que arroja novedades todos los días. Pero hacia adentro, hacia el interior de las distintas fuerzas políticas, existe un verdadero hervidero de negociaciones que la política siempre trata de no mostrarle a los electores, concientes de que a los ojos del novato estas idas y venidas puedan parecer a veces irracionales. Pero no hay que asustarse tanto, es la verdadera esencia de la política que a todos alcanza por más lejanos que se crean de ella.
Rosario/12 contó en su tapa del domingo la trama secreta de una tensa situación interna en el Partido Socialista. Un rumor que todos conocían y nadie se atrevía a confirmar. Pero la trama existió y principalmente se trató de convencer a Hermes Binner de que debía abandonar cualquier aspiración nacional y regresar como candidato a gobernador a Santa Fe para reemplazar a Miguel Lifschitz, que sigue unos puntos por detrás de Miguel Del Sel en las encuestas.
Lejos de descartar de plano esta situación, Binner se dejó tentar por las voces que le susurraban lo imprescindible que era él para conservar la provincia en manos del Frente Progresista. La maniobra cuentan venía apuntalada a nivel nacional por destacados dirigentes del FAUnen que ven en Binner el último escollo para arrojarse con ganas en los brazos de Mauricio Macri.
El ex gobernador socialista dejó pasar los días y volvió a la provincia con el planteo que, en un principio, nadie se animaba a contradecir. Hasta que fue el propio Lifschitz el que impuso no sin vehemencia su criterio y bloqueó la maniobra que hubiera significado su fin político quizás y un altísimo costo interno para el socialismo que ya demasiados problemas tiene.
Es cierto que Del Sel, que ahora consiguió el acompañamiento del radical Jorge Boasso, encabeza las preferencias del electorado santafesino. Pero observan los que saben que ha alcanzado su techo, mientras que Lifschitz aún conserva un alto nivel de desconocimiento en el norte provincial y eso puede darle la ventaja final. Por otra parte, todas esas consultas deberán ser reformuladas cuando se definan los más gravitantes candidatos del peronismo que siguen siendo el gran signo de pregunta del tablero electoral.
Nadie sabe a ciencia cierta adónde quedarían los buenos porcentajes de Del Sel si finalmente María Eugenia Bielsa sale a la cancha como candidata. O si Omar Perotti y Alejandro Ramos alcanzan un entendimiento que se sintetice en una fórmula provincial. Tampoco nadie sabe qué efecto causará el caso Nisman en todo el proceso nacional de este año. Aunque ya han aparecido los aventureros interesados disfrazados de consultores que empezaron a distribuir certificados de defunción política a uno y otro candidato nacional. En la provincia, por ahora, nadie habla en esos términos.
El sí de Jorge
Era uno de los grandes interrogantes de cara a las elecciones no son tantos , qué iba a hacer Jorge Boasso. Primero lo tentaron del massismo para que vaya como candidato a intendente del sector, pero una hábil maniobra del PRO lo depositó en el despacho de Macri, quien lo convenció para sumarlo a su fuerza. La oferta incluyó primero también la candidatura a intendente, pero en ese cargo Anita Martínez seguía sumando muy bien y tiene fuertes respaldos internos. Por eso Boasso termina por decidirse como compañero de fórmula de Del Sel.
Al principio, el cómico no lo tenía como preferido y hasta deslizó sus intenciones de ser acompañado por "una mujer rosarina", pero ni siquiera llegaron a barajarse los nombres y terminó siendo Macri el que decidió que Boasso era el hombre indicado para el desafío.
Tal como se contó ayer en este diario, Boasso también sopesó otra parte clave de la oferta: en caso de ganar, como vice él tendría una injerencia superior a la que tienen otros vices en las decisiones ejecutivas. Esto seguramente deriva de la nula experiencia política de Del Sel, y menos aún en el marco de una gestión provincial que maneja un presupuesto de 80 mil millones de pesos y abarca realidades tan disímiles como las de Vera o Tostado y Rosario.
Más allá de la opinión que se tenga del perfil de Boasso, nadie discute su capacidad legislativa, su vocación de estudio de las problemáticas y su larga experiencia política. El espacio del PRO es un lugar de gran comodidad para un radical como él que siempre transitó por una vereda más ancha que la de su partido y nunca fue demasiado orgánico o ceñido a fuertes dogmas partidarios. Por eso encajaba tanto en el Frente Renovador, como al lado de Del Sel. Es casi un paso natural para el experimentado concejal. Después, está su grado de conocimiento en el sur provincial, que eso es también lo que le interesa al PRO para compensar territorialmente la fórmula que encabeza un santafesino famoso, pero santafesino al fin.
Semana de denuncias
Tampoco paró la política local. La oposición, más allá de sus propios intereses de campaña, le infligió un duro golpe a la intendenta Mónica Fein. El concejal Héctor Cavallero acusó a la intendenta y a su gabinete de mentir acerca de los verdaderos honorarios del señor Alejandro Marchesán, el coach ontológico que saltó a la luz por un reportaje en el diario La Capital.
Más allá de lo incómodo que resultaría para cualquiera explicar cuál es la necesidad de tener contratado a un coach ontológico; hubo que explicar el sueldo. Se aceptó que cobraba 8 mil pesos por mes, nadie sabe bien para qué pero ya no importaba demasiado. Pero Cavallero con su larga experiencia algo sospechó. Y gritó bingo cuando se encontró con el decreto de los primeros días de noviembre del año pasado que había nombrado a Marchesán como "secretario ejecutivo" en un rango de gabinete con un salario de 22.500 pesos.
Hay que decir algo a favor de Mónica Fein: Nadie cree que lo haya ascendido vertiginosamente por decisión propia. Marchesán fue una "herencia" directa que recibió de la administración de Lifschitz quien es el responsable último de que Marchesán se haya mantenido tantos años oculto en la administración y ahora lleve dos meses cobrando más que la propia intendenta. Sería saludable para todos, incluido el municipio, que a Marchesán le quedaran pocas horas como empleado municipal. Y si tanto les gusta, que se lo lleven a su casa y le paguen de sus bolsillos. [email protected]
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