Lunes, 16 de marzo de 2015 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD.
El acuerdo que selló la Convención radical con el PRO no impacta demasiado en Santa Fe pero igual la polémica llegó a los dirigentes. Del Sel se enojó y abrió un flanco inédito para las críticas a su candidatura. No le quedó sector por afectar con sus declaraciones de campaña.
Por Leo Ricciardino
Como decía un experimentado operador político de la provincia allá por el 2000: "Más allá de las crisis, vos entrás a un cuerpo legislativo y siempre hay un radical sentado en algún rincón". Así daba cuenta de que el pragmatismo político no es una novedad en el partido de Alem e Yrigoyen que terminó por sellar un acuerdo nacional con el PRO de Mauricio Macri, para alegría de Lilita Carrió, que fue la primera que vio la jugada. Con todo, en Santa Fe casi no tiene incidencia este acuerdo que constituye para muchos radicales un arrío de banderas casi intolerable. Al punto de que ya muchos lo titulan "La claudicación de Gualeguaychú".
Aquí, como en muchos otros distritos, los pases fueron individuales. Jorge Boasso no tuvo que consultar con nadie más que con su almohada la decisión de convertirse en candidato a vicegobernador de Miguel Del Sel. Lo mismo que la intendenta radical de Funes, Mónica Tomei, entre muchos otros.
La alianza histórica de la UCR con el socialismo en Santa Fe de la que el mismo Boasso formó parte alguna vez tiene por lo menos el marco ideológico que intenta disimular los intereses políticos más inmediatos de los dirigentes. Aquí también hubo hace tan sólo algunos meses una "movida" radical que amenazaba con no tolerar ni un día más la conducción política socialista del Frente Progresista. Decían para quien quiera escuchar que "sin la alternancia política no hay frente posible". Sin embargo, y a pesar de la recuperación electoral de los radicales en la provincia esta sociedad política de intereses lleva más de 20 años funcionando. El equilibro se garantiza con los lugares que el socialismo destina en sus listas de candidatos. No puede conformar a todos, lógico. Para eso están las internas.
Tampoco Ricardo Alfonsín, que en esta oportunidad cuestionó el acuerdo que impulsó Ernesto Sanz, puede lanzar la primera piedra porque fue el primero que salió corriendo para pegarse a De Narváez cuando éste era una verdadera novedad electoral en la política argentina.
Cada vez que el "republicanismo" se invocó en este país, los que perdieron fueron los sectores más necesitados, el pueblo. Sin embargo Carrió y Sanz volvieron a paladear esa palabra que ya quedó muy lejos de su significado en la historia argentina.
Los radicales acaban de dar un paso histórico y que tendrá graves consecuencias, a menos que la UCR haya ya adquirido los viejos vicios peronistas que siempre colocaron dirigentes en otras fuerzas políticas. Pero el peronismo, a diferencia del radicalismo, carece de fronteras ideológicas nítidas; y cuando las ha marcado ha tenido contornos dramáticos a izquierda y derecha. Es una tradición política de muchos años. El peronismo se dobla, se quiebra y si es necesario también puede hacerse un nudo. El radicalismo no tiene esa gimnasia histórica, aunque tibiamente ha esbozado siempre en su seno simpatías reaccionarias por un lado y progresistas por el otro.
El peronismo santafesino no creyó necesaria ninguna convención cuando decenas de sus afiliados se pasaron al partido de Macri para ocupar cargos en la Legislatura provincial, en los distintos concejos municipales y hasta en el Congreso de la Nación. Es más, en una oportunidad se consideró pero finalmente se dejó de lado una sanción para Alejandra Vucasovich y Norberto Nicotra -que fue nada menos que presidente del PJ antes de migrar al PRO-, al igual que Ricardo Spinozzi. Pero ningún apercibimiento prosperó. Mucho menos se va a barajar para el caso de Carlos Reutemann, que selló su propio acuerdo personal con la fuerza amarilla.
A lo mejor, todo se resolvía más fácilmente si Sanz renunciaba a la presidencia de la UCR y el sólo se pasaba al partido de Macri dejando en libertad a los radicales de todos los distritos. Pero no fue así y ahora es orgánico, y toda la fuerza quedó comprometida a futuro en la decisión.
Munición gruesa
Esta fue sin duda la semana de Del Sel en la campaña política provincial. El candidato a gobernador que venía en un recomendable silencio mediático y prefería el contacto directo con el electorado que es lo que más le rinde, pisó el palito y entró de lleno en la batalla a través de los medios.
El spot de campaña de 2011 que lo muestra hablando de "traer putas" a un asado con obreros estalló en las redes sociales y el cómico perdió la sonrisa. Se enojó mucho en un discurso en Santa Fe y amplió el margen de error al incluir a los periodistas en la volteada: "Hablan de mí sin conocerme y seguramente están pagados", y aseguró que había "mucho periodismo". Nadie pudo discernir bien lo que esto significaba en su limitado lenguaje, pero todo el mundo dedujo que no se trataba de algo bueno y democrático, así que se mereció el repudio escrito de las distintas asociaciones de prensa de Santa Fe y Rosario.
Como para no quedarse corto, también incluyó a los docentes santafesinos que, aseguró "deberían estar dando el ejemplo yendo a trabajar" y quizás en el imaginario de Del Sel resignándose a ganar lo que les ofrezcan sin pelear por sus derechos. Un lamentable anticipo de lo que podría llegar a ser una administración suya en ese sentido.
Del Sel se dio cuenta por fin de que no todo en la vida puede ser salvado con un chiste o una humorada. Su carácter le impide manejarse en la humildad del que desconoce las cuestiones públicas pero tiene la confianza de la gente. Su ego acostumbrado al show lo lleva a lugares de los que es difícil regresar. Su "broma" de "traer putas" ni siquiera tiene el mismo impacto que en 2011. Cuatro años después no significa lo mismo, porque ha avanzado la conciencia y la lucha contra la explotación sexual. Ya no queda bien reírse de eso, se piense lo que se piense.
A diferencia de Macri, Reutemann o Scioli; el ex Midachi no avanza en su perfil de tipo que llega a política para comprometerse y aprender. Que puede tener la vocación de estudiar un tema a fondo y ofrecer definiciones que se alejen cada vez un poco más de sus primeros palotes en la cosa pública. Después de dos candidaturas, y con la provincia recorrida de punta a punta cosechando una enorme cantidad de votos, no puede seguir hablando de "los políticos" y "la política" como si no tuviese nada que ver con eso. Sin ofrecer ninguna definición concreta sobre ningún tema urgente de la realidad.
Estos días mostró un flanco por el que entraron las críticas de sus principales adversarios políticos. "Hay una campaña monstruosa contra Del Sel", se quejó ante este periodista uno de sus principales operadores. Es posible, pero fue el propio candidato el que entregó la ocasión de amplificar las críticas en su contra.
Muchos podrán decir que hasta ahora, así, no le ha ido mal. Es verdad, pero tarde o temprano la gran mayoría de la gente empieza a buscar cosas más allá de la novedad.
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