Domingo, 26 de julio de 2015 | Hoy
Por Javier Chiabrando
Me pregunto si los cráneos que inventaron que el kirchnerismo es sólo un relato no tienen miedo a ser vencidos por ese mismo relato. En el barrio, sería como intentar descalificar a alguien diciendo que es un mujeriego y lograr que las chicas del barrio comiencen a mirarlo con cariño. Lo curioso es que crearon el mito de un relato pero nunca se sentaron a crear un relato alternativo. Habrán pensado que no era necesario, o no se dieron cuenta, o no les dio el cuero. La cosa es que el relato alternativo al kirchnerismo es una serie de muletillas que se parece a un antirelato. Muy poco para generar simpatías, deseos de épica, ansias de protagonismo. A tan poco tiempo de las elecciones nacionales ya no hay tiempo para grandes cambios. Habrá un relato por un lado y una especie de vacío por el otro.
Creo que comenzó desde que Sarlo salió del centro del discurso opositor, que generalmente se daba desde La Nación. Supongo que se hartó o le pagaban poco para darle letra a tantos nabos. Después Tomás Abraham se volvía a su casa decepcionado del socialismo santafesino, y un grupo de intelectuales creaba Plataforma 2012, un espacio crítico que se limitó a esporádicos documentos de un par de páginas. A partir de ahí, la posibilidad de construir un discurso alternativo se diluyó. Y la oposición política, que basculó entre ser encabezada por Massa o Macri, se volvió una Armada Brancaleone, como la película de Mario Monicelli donde un caballero, guiado por una ética de clase, una moral, reclama una herencia y para eso organiza un ejército con una caterva de rufianes que sólo quiere escaparle a la malaria.
Lo que antes aportaban Sarlo y Abraham (entre otros, pocos), que eran ideas, o al menos una forma de mirar la realidad, se volvió un rosario de berrinches, a veces con sentido, a veces simples mentiras, en manos de Lanata, Majul, Mirtha, y siguen las firmas. Las ideas se transformaron en cartelitos, los cartelitos en operaciones políticas de dudosa legalidad, y las operaciones políticas en pataleos. Ahora las cartas están jugadas. De un lado el relato kirchnerista, que algunos creerán épico y otros un cuento de hadas, y del otro un ejército algo desarticulado, que no tiene tiempo de cambiar sus soldados, y que no puede herir el relato del otro porque no tiene un relato para reemplazarlo, sobre todo desde que el gobierno vació el escenario de los conflictos más obvios: Milani, Boudou.
Por eso Macri, para festejar lo que en cierto sentido fue una derrota, apela al "relato kirchnerista". No hay que burlarse de él, ni tomárselo en broma. Hay que pensar que le dijeron que era Brancaleone, lo rodearon de un ejército de correveidiles, pero no le dieron el libreto, la arenga, el cuento que tenía que contar. Y el tipo anda adivinando en el desconcierto. No debe ser fácil, pobre, con ese escaso ideario, que se traduce en escaso vocabulario, andar queriendo enamorar a las masas. Dije antes que el verdadero Brancaleone era guiado por una ética de clase. En el caso de Macri es la del neoliberalismo, lo que complica más la creación de un relato que enamore o que engañe, porque a ese cuento ya lo sufrimos largamente.
No sé si la Armada Brancaleone ha tomado conciencia de que lo que hará hasta que se defina el nuevo presidente, es repetir quejas y alarmas de corrupción que hace rato han dejado de interesar a los votantes. Quiero decir: los votantes que ya eligieron no importan; importan los indecisos y los que en primera vuelta votan a la izquierda, al peronismo clásico, o a Stolbizer, y luego van a tener que elegir entre el Relato y Brancaleone. Creo que la mayoría va a votar con el bolsillo. Si está más o menos bien, elegirá seguir así, sino buscará cambiar. Imposibilitada de influir sobre este sentimiento, La Armada Brancaleone seguirá viviendo su desconcierto. Los berrinches de Castro, Leuco o Fernando Bravo, por nombrar algunos, cada vez que la presidenta habla por cadena nacional, son la prueba de que ya no encuentran recursos más variados, originales. ¿Quién a esta altura del baile va a cambiar de opinión por una cadena nacional más o menos?
Lo que veremos de ahora hasta que sepamos quién será el nuevo presidente gaucho, será sacarle el último jugo a la muerte de Nisman con algún remedo de CSI que diga que si la cafetera del departamento estaba llena, significa que Nisman iba a tomar café y nadie se mata ante ese momento sublime. Seguramente intentarán crear una corrida bancaria. Mientras tanto, veremos cómo se entrevistan entre ellos, como sucedió hace poco cuando Nelson Castro entrevistó a Leuco, en uno de los más ridículos momentos de la historia del periodismo. Es que ya no podían sentar en esa mesa otra vez a Carrió, Alberto Fernández, Amadeo, etc.; ni siquiera las miradas envejecidas y absurdamente burguesas de Sebreli o Aguinis sirven, porque a pesar de la sintaxis florida dicen cosas repetidas y huecas que ya no sirven para analizar el país del chimichurri, la rabona y de los gays que se casan y gozan de los mismos derechos que ellos, para horror de las señoras y señores de bien.
Tampoco es que los esperpénticos soldados de la Armada Brancaleone tengan la culpa de todo. Es que la realidad no se ajusta a sus deseos, ruegos o prédicas. Apostaron a que Del Sel ganaría en Santa Fe, y una manga de santafesinos díscolos (gente de avería) les hizo "de acá" mientras se tocaba el bajo vientre. (Qué se puede esperar de esa runfla). Pero tampoco la gente de Buenos Aires se sometió a los designios de que Brancaleone ganara las elecciones de taquito. Ahora fue un blanquito con pretensiones de seductor el que casi les escupe el asado. Qué lejos quedaron aquellos tiempos en los que el Círculo Rojo ponía el dedo sobre un candidato y medio mundo se ponía en fila.
Ahora hablan del Círculo Rojo como cuando de chico te nombran al hombre de la bolsa, para darte miedo. Pero, ¿a qué le podemos tener miedo los argentinos después de haber sido gobernados por el Turco que lo Reparió y el Gran Dormilón, de que nos hayan fumado los ahorros, de que nos hayan hecho pagar las deudas de los ricos? De paso, los que nos fumaron los ahorros fueron los del Círculo Rojo. Ahora el Círculo Rojo depende de la efectividad de los dichos de Mirtha, de lo que puedan decir ex ministros de De La Rúa, como si un argentino pudiera creerle a esos inútiles, que dicen saber qué hacer ahora, pero que no lo supieron hacer cuando les dimos el poder. Al fin una prueba de que aquello que dijo Marx es verdadero: "la historia se da primero como tragedia y luego como farsa".
Para ser honesto, el hecho de que sea Scioli el bastonero del relato confunde un poco, porque al hombre tampoco le sobra capacidad para la arenga, para contagiarnos hacia un destino épico. El relato, el que crearon para descalificar, el que los está venciendo, lo sostienen los chicos que militan, los jóvenes que van a los barrios, los jubilados que están mejor que nunca (aunque no estén tan bien como uno quisiera), los que viajan al exterior (aunque no lo reconozcan), los que cambian el auto cada dos años (aunque no lo sepan), los que hace años que no temen perder el trabajo (esos sí lo saben). Al relato lo sostienen los que tienen memoria, los que se tuvieron que ir al exterior cuando querían quedarse, los que tienen su casa por primera vez, y financiada por el estado.
Se vienen meses de conventillo, de chicanas baratas, de mentiras viejas y nuevas, de índices de pobreza de la UCA que le erran por veinte puntos a los de la ONU, de volver a escuchar una y otra vez a los que ya no tienen nada que decir. Se vienen meses de publicidades vacías, porque los publicistas de la Armada Brancaleone no son magos y nosotros ya no somos tan boludos. Se vienen meses de berrinches, de mandobles de ciegos, por si de casualidad pasa un kirchnerista y le dan en la cabeza. No es para descuidarse, porque los desesperados son peligrosos. Si un día se despiertan y se dan cuenta de que se tienen que fumar diez años más de kirchnerismo, son capaces de quemar las naves, con ellos adentro. Y lo que es peor, con nosotros también.
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