Por Esmeralda Morales*
Una chica de la nueva era
Me gustaría teñirme el pelo de verde. Quiero cosas novedosas para que la gente me mire. Llevar ropa extravagante como las artistas. Blusas de seda escotadas con mangas con volados. Pollera roja angosta con tajo atrás con botitas blancas con lazos de terciopelo. Me gustaría perfumarme y peinarme con rodete y un pañuelito al cuello.
Soy una chica de la nueva era.
Tomaría el colectivo (sería una sensación!) y me iría a Rosario a una cervecería. Miraría a los chicos y les tiraría besitos.
Iría al baile pero no bailaría: me sentaría en una mesa a tomar cerveza.
Me gusta departir con otras almas solitarias.
Traje de lágrimas
Me gustaría bailar con trajes de organza
moverme al compás de la zamba.
Me pondría una galerita en la cabeza
me la sacaría para saludar
inclinando mi cintura
en un gesto de antes.
Todo lo antiguo quiero que florezca
sobre mi persona.
Me agradaría.
Zapatitos negros de charol
o blancos con botoncito al costado.
Lazo en el cuello
finito, finito,
transparente
rojo
amor.
Y un bolsito de seda con una cadenita
para llevarlo en la mano derecha
y en la izquierda, pulseras
hasta arriba del codo.
Rojas, verdes, amarillas, azules, blancas, negras
hasta que se terminaran los colores.
Bailaría en la naturaleza,
ahí todo se luce mejor,
bajo las estrellas
en noche sin luna
la luz sería yo
en mi traje brillante
entretejido con piedras
como lágrimas
de tristeza
o alegría según la canción.
Gitanilla de Hungría
Esmeraldita necesitaría una torerita a lunares para bailar flamenco. Rojos y blancos. Para divertir a los muchachos.
Bailaría sobre el piso sobre mis tacos altos, rojos como las cerezas que tanto me gustan.
Una rosa y un clavel. Uno en cada oreja. Y luego tirárselos a los muchachos.
Cantaría como la violetera y luego le tiraría mis flores al muchacho que más desee.
Zarandearía como el pescado con mi pollera de lunares.
Con dos castañuelas o una pandereta con cintas de colores.
Dulce gitanilla venida de Hungría sería.
Y mis ojos verdes lanzarían amor y cariño y música mis palmas.
Los muchachos me tirarían naranjas para alentar mi baile y yo bailaría con las frutas bajo la luna.
Llevo en mi sangre los aires del mar. Soy como las sirenas que se ondulan al ritmo del agua; yo, de la música.
Amor llevo para los muchachos.
Una dama que baila sola
Me gusta bailar sola, para resistir en la intimidad de mi cuerpo. Desde chica me gusta eso.
Flamenco, pasodoble, todo lo que llevo en la sangre. Todo lo que me haga
estremecer.
Cuando bailo, me siento otra persona. No yo, otra.
Me siento de oro, la sangre caliente y el alma brava.
Bailo y pienso en la gente. Quiero divertirlos.
Después de bailar, un brindis con naranjita.
Las chicas me elogian porque saben que tengo ese don. La superadaptación se paga cara.
Como las que van al trapecio, voy decidida a todo. A la muerte, a la vida. Como los grandes artistas.
Me gustaría ir al trapecio. Ponerme la mallita de dos piezas y dar la vuelta. Tengo agilidad en el cuerpo, soy ágil. Si me quieren contratar, ya saben: Esmeralda Morales, Colonia de Oliveros, pabellón 3.
Uno nunca sabe, por ahí me llaman para hacer trapecio en la televisión y después en cine. Me ve un gitano y me caso y cambio mi vida. Haríamos el amor por las noches, limpiar de día. Una vida normal para dos. Tener hijos y volverme ancianita para entregarme a Jesús como hace la gente.
Cuando me llamen al cielo me van a tener con vestidito de género blanco en silla de oro, leyendo la Biblia a Jesús. En fila con todos los enfermitos muertitos. Viviríamos sólo de la fragancia de las flores una vida feliz, porque acá no somos queridos.
Por Julia Enriquez*
incurable
no me puedo confiar de los días
no me puedo confiar de mí
que todas las tardes digo que voy a cambiar
y no cambio
se hace más de noche
llega el momento que más me gusta de toda la jornada
(porque son casi eso, jornadas)
o el que más me gusta de toda la vida
pero tal vez a la mañana siguiente
despierte del mismo sueño
las nuevas pesadillas
vuelva a llamar a todos los que no tenga ganas de ver
me deprima
fume demasiado
piense sobre algo que no pasó
sobre lo que pasa
lo que aprendo
lo que ignoro o no logro conocer
lo que quiero que empiece a existir
así, con las piernas cruzadas
con todo el cuerpo hacia la suerte
el destino
o lo que sea que nos mueve
Me dijeron que debía asumir por mi cuenta el lenguaje entero
Tal vez respondí que sí con la cabeza o en voz alta
pero en verdad estaba repasando el relieve de mis dientes
con la lengua
estaba encajando mi cara en el rincón de la fachada
de algún hotel lujoso
o entornando la mirada para dejar las líneas
por fuera de sus focos
para dejar asegurado en algún lugar el engranaje fanático
de mis recuerdos
un baile lento entre lo no aprendido y las coincidencias felices
el sonido de mis sueños aclarándose
sobre el mar de la lucidez desobediente
HASENHEIDE
justo cuando pienso qué preciosa esta llovizna de hojas oscuras
bajo el cielo blanco celeste gris del parque
alguien me interrumpe y me pide para fumar
siempre terminan preguntando lo mismo, de dónde sos
cómo te llamás, qué estás haciendo acá
y yo nunca sé qué sería mejor responder
cómo debería pronunciar el nombre de mi país
mi propio nombre
como estar yendo con la mochila abierta sin darse cuenta
no es difícil dejarse caer hacia el desánimo
un tipo pasa en bicicleta mientras escribo
me mira y me dice muy bien