Se acortan los tiempos de la conciliación obligatoria dictada por la cartera laboral de la provincia en el conflicto generado por el despido de 435 operarios de General Motors. Ayer, el sindicato volvió a rechazar la propuesta de la empresa, y si bien aún existen expectativas para llegar a un acuerdo, queda muy poco margen para la negociación. Si finalmente, las gestiones fracasan, el gremio anunció movilizaciones y cortes en la autopista Rosario﷓Buenos Aires. La conciliación provincial ya no tiene más posibilidades de prórroga. Y en este contexto llegaría la intervención del ministerio de Trabajo de la Nación, para dictar una nueva conciliación obligatoria, ya que el reclamo del conflicto está planteado en Buenos Aires a través de un expediente iniciado por Smata en setiembre. Todas las miradas están puestas en estas negociaciones, ya que la situación en la automotriz se convirtió en un "caso testigo" para todo el país, según afirmó el ministro de Trabajo de la provincia, Carlos Rodríguez.

La reunión de ayer en la sede local del ministerio de Trabajo provincial terminó mal, como se esperaba. Los dirigentes de Smata se levantaron de la mesa y rechazaron la última propuesta de la empresa: suspender a 160 trabajadores durante los meses de diciembre, enero y febrero, sin rebaja de sueldos; y en marzo, sentarse nuevamente a negociar. Barros dijo al término del encuentro que si la empresa no cambia de postura, y se niega a incluir a los 2.300 trabajadores, tomarán medidas. "El miércoles 3 estaremos todos en la autopista", indicó.

"Citamos a las partes a una nueva audiencia para el martes 2 de diciembre a las 14; dejando expresa constancia en el acta que el ministerio queda abierto -incluido sábado y domingo﷓ a tener las reuniones que las partes consideren convenientes y estimen que nuestra presencia sea importante", dijo a Rosario/12 la viceministra de Trabajo de la provincia, Alicia Ciciliani.

Para la funcionaria, "hay enormes posibilidades de llegar a un acuerdo, porque de partir de 435 despidos, a hablar de un número de 160 suspensiones, y que todos los trabajadores de General Motors le garantizan el 100 por ciento de sus salarios en los próximos tres meses; la única discusión pasa por la modalidad de la suspensión para el grupo de trabajadores que entrarían en esa situación".

Ciciliani recordó que "el sindicato pretende que todos los trabajadores de la planta roten o trabajen menos, pero que ninguno quede afuera. La empresa debería ajustar su producción para que esto ocurra". Y subrayó que ese fue el punto irremontable, al menos hasta ahora. "Sabemos que estas cuestiones no son sencillas, pero hay que apelar a la creatividad. De modo que no estamos lejos; no sería responsable romper un acuerdo por esta discusión", consideró la viceministra.

Pese al optimismo de Ciciliani, el fracaso de la audiencia programada ayer en las oficinas del ministerio de Trabajo provincial, en San Lorenzo y Ovidio Lagos, marcó el pulso de las negociaciones, a pocos días de expirar la conciliación obligatoria dictada por la provincia. Aunque las autoridades del ministerio no descartan que finalmente se llegue a un acuerdo, las partes mantienen firmes sus posturas, con lo cual el panorama es incierto. Dada la magnitud del conflicto, el próximo paso es la intervención directa del ministerio de Trabajo de la Nación.

A más de 30 días de los telegramas de despido, los protagonistas tienen la sensación de que la situación se les fue de las manos a las dos partes, y no existieron puntos de contacto. "No están hablando el mismo lenguaje. Tirar 432 despidos en una conciliación obligatoria es tirar nafta al fuego. El arco se ha corrido varias veces y hubo errores de lectura", señalaba una de las fuentes consultadas por este diario para graficar las posturas mantenidas por la empresa y el sindicato en el marco de la conciliación obligatoria dictada por el ministerio de Trabajo de la provincia.

Otro elemento importante para el análisis del conflicto está dado en las diferencias que existen entre la conducción nacional del Smata y la comisión interna gremial, que se disimularon en las reuniones que se realizaron en la sede local del ministerio de Trabajo de la provincia. "Cada audiencia era un estado deliberativo, y muchas veces escuchaba a Marcelo Barros pedirles que pararan la mano", confió una de las personas que participó de todos los encuentros, quien señaló como otra dificultad la imposibilidad de los representantes de la empresa de tomar decisiones en las negociaciones.