Jueves, 31 de diciembre de 2009 | Hoy
CIUDAD › MENSAJES DE FIN AñO
"Deseo para el año que viene que haya mucha paz, que todos los años no sean los mismos de siempre. Que todos los chicos que duermen en la calle no les falte de comer y que ellos también la pasen bien y en familia" (Flor). "Deseo que mi vida cambie para siempre, dejar la droga y formar una familia" (David). "Me gustaría que me regalen un celular, una bici todo terreno color azul (...) Quiero que mi mamá, mi papá y toda mi familia tengan ropa nueva. Quiero que mi tío no tome vino para que no se ponga malo. Me gustaría que todas las noches, antes de dormir, mi mamá me lea un cuento de animales. Quiero que Papá Noel me enseñe a leer" (Maxi, 9 años).
Esos son algunos de los deseos que ayer unos treinta niños y adolescentes que asisten al centro de día perteneciente a la Asociación Chicos expresaron para el año entrante. La mayoría está en situación de calle o viven en instituciones públicas. Por un día dejaron atrás el desamparo que los rodea para pedir por un mundo mejor. "Los llamamos el ritual de los deseos, porque luego de escribirlos en un papel los ponemos en un globo para que vuelen", explicó a Rosario/12 Marcela Lappena, al frente de la institución.
Algunos de esos chicos volverán hoy a casa para recibir el 2010 con los suyos y otros se unirán a otras familias, ya que las instituciones en donde suelen pasar la noche permanecerán cerradas. Ayer vivieron una previa todos juntos y se emocionaron.
Los chicos despidieron el año con un almuerzo comunitario y una muestra de todos los trabajos que realizaron durante 2009 en los talleres de serigrafía, carpintería, plástica y sobre todo en el taller de las palabras donde se animaron a escribir cómo imaginan 2010. No sólo hubo humor, anhelos personales, pedidos para que Ñuls o Central salgan campeones. Sobre todo hubo deseos colectivos que bregaron por un mundo más justo y en calma para ellos y también para todos:
* "Quiero que se cumpla un sueño que tengo hace mucho: que haya una casa para todos los chicos de la calle", dice otro.
* "Que los cartoneros y los cirujas puedan dejar esos oficios y se puedan dedicar a vender comida por la calle, como por ejemplo chipá y torta asada, u otro trabajo que les permita ganar más dinero". (Andrés)
* "Quisiera estar contento y pasarla muy bien con mis amigos, sin líos, sin tiroteos y con mucha paciencia (...). Deseo para mi barrio que haya mejoras, que las casas sean de material y no de chapa, que la plaza sea cuidada y esté mejor armada para que los chicos puedan festejar y tener un lindo día, con mucha felicidad y alegría." (Diego)
* "Quiero que la gente cambie la violencia por la paz", se lee en uno de los mensajes.
Para algunos 2009 fue un año difícil al que lograron torcerle el rumbo con esfuerzo. Tal es el caso de Celeste, que tiene 15 años y cursa un embarazo de siete meses. En agosto, cuando todavía dormía en una plaza céntrica tapada con cartones fue entrevistada por este medio. "Ahora estoy en un Hogar para Menores Madres. Mi hijo, Jerónimo, va a nacer el año que viene. Deseo que pueda estar siempre conmigo, que no le falte nunca amor, que este sea un buen año", se ilusiona. Celeste se reconcilió con su familia después de varias navidades a la intemperie y aunque no puede volver a casa, este Año Nuevo lo festejará con los suyos, dejando viejos rencores de lado.
En medio de las murgas improvisadas con cajones peruanos, pezuñas y trompetas de cotillón que animaron el festejo, Lapenna hizo un balance. Durante el 2009 pasaron 290 chicos cuyos derechos estaban vulnerados y necesitaban contención. "Lo peor de este año fue ver la impotencia de las estructuras que deberían proteger a los niños, la gran decepción que causa el que los procesos de consolidación de la leyes, como la ley de Protección Integral de la infancia, sean tan lentos. Y haber visto que los sufrimientos de los chicos no sólo no conmueven a la comunidad; tampoco conmueve a la gente que trabaja con ellos". Y agrega: "Lo mejor es ver que a pesar de ese contexto muchos adultos y chicos luchamos para resistir esa indiferencia".
Para el año entrante la coordinadora que desde hace años brega para dar oportunidades a niños y jóvenes marginados sueña con que la ley se cumpla y los chicos y chicas que sufren "puedan encontrar un lugar donde ser niño dignamente". Ese sueño y los otros treinta fueron despedidos con emoción ayer, frente a la institución ubicada en Mendoza al 1200.
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