Sábado, 10 de diciembre de 2011 | Hoy
CIUDAD › ENCUENTRO NACIONAL DE FAMILIARES DE VíCTIMAS DE DICIEMBRE DE 2001
Hijos, hermanos, tíos, pero sobre todo padres de los fallecidos de más de cinco provincias compartieron sus experiencias en La Siberia. "Creí que la represión había terminado en el `83, pero no: estaba escondida y apareció en 2001", dijo uno de ellos.
Por Lorena Panzerini
"Diez años de lucha, diez años de impunidad. Justicia", fue la frase más resonante ayer, durante la segunda jornada del Primer Encuentro Nacional de Familiares de Víctimas de Diciembre de 2001, fecha en la que durante dos días hubo más de 35 muertos por la represión en todo el país. Hijos, hermanos, tíos, pero sobre todo padres y madres de los fallecidos de más de cinco provincias compartieron sus experiencias con los allegados de esas personas que ya no están pero que lograron unirlos para recordar. "Esta era la voz de Sergio (Sánchez), mi amigo", dijo una joven con lágrimas en los ojos, y se acercó al centro de la ronda que se formó en la Plazoleta de la Memoria, en La Siberia, para hacer crujir un puñado de hojas secas, ante la propuesta de buscar elementos en la naturaleza, que recuerden a cada uno de los seres queridos. El encuentro finaliza hoy con las conclusiones sobre las charlas de reflexión. En tanto, el lunes 19, a las 18, la marcha por los diez años de aquellos hechos que marcaron la historia del país, saldrá de la plaza San Martín para llegar al Monumento a la Bandera, donde habrá un acto para recordar a las víctimas.
La imagen era de una tristeza infinita: cajas y cajas de pañuelos tiradas en el piso. Alrededor, en una suerte de fogón imaginario, cada familiar contó su historia, la historia de su pérdida. La palabra justicia se escuchó en cada uno de los relatos. Justicia que reclaman hace diez años, pero que no ven llegar. "Todos fuimos víctimas del mismo criminal", resumió el padre de David Moreno, asesinado en Córdoba, a manos de la policía, cuando tenía tan solo 13 años.
Como Eloisa Paniagua, de Entre Ríos, que siendo todavía una niña murió abrazada a un paquete de fideos, mientras buscaba alimentos para sus hermanos más chicos, a quienes cuidaba desde que murió su mamá. Ayer, cuando su tío Jesús se presentó, para hablar sobre Eloisa, se refirió a ella como un ángel, pero no pudo continuar. La foto de la nena en sus manos lo quebró: la miró y ya no hicieron falta las palabras. Más tarde, casi recuperado, dijo: "Creí que la represión había terminado en el `83, pero no: estaba escondida y apareció en 2001". Para Jesús, "el verdadero problema es que estén sueltos los autores intelectuales de esa masacre; pero están libres, como si nada hubiera pasado", se quejó.
Diez años después del 19 y 20 de aquel diciembre --que precedió la caída de la presidencia de Fernando de la Rúa-- está latente el espíritu de lucha, que se alimentó durante este fin de semana largo para homenajear lo que fueron en vida niñas y niños, mujeres y hombres que perdieron la vida, "se las robaron", mientras reclamaban al Estado una vida mejor.
La actividad tuvo lugar en la Facultad de Psicología de Rosario. Hasta allí llegaron familiares de Córdoba, Neuquén, Tucumán, Entre Ríos, Buenos Aires y otras localidades cercanas. La jornada tuvo que ver con conocerse entre sí, y saber cómo eran en vida las víctimas. Además, hubo debates, intercambio de experiencias particulares de cada uno de los asistentes y reflexiones sobre la lucha y los pedidos de justicia. "Creemos que la justicia no se busca solo donde duerme el olvido tribunalicio. La justicia se construye con la memoria de los que entregaron y trabajaron por una vida en dignidad", señalaron los organizadores.
El momento más emotivo del encuentro sucedió pasado el mediodía, en la Plazoleta de la Memoria, justo frente a la facultad. Rodeados de árboles, sol y brisa, cada familia eligió un elemento de la naturaleza. Para representar a Gastón Riva, de Ramallo, sus padres eligieron dos plumas. "Le damos las alas a Gastón, porque a él le gustaba ser libre". Celeste, la hermana de Claudio "Pocho" Lepratti, que fue asesinado mientras pedía a la policía que no disparara hacia el comedor comunitario donde comían decenas de chicos, juntó varias ramitas y las unió en el suelo. "Pocho era como un fogón, porque lograba reunir a la gente: era un facilitador de encuentros. Nosotros no tenemos que dejar que este fuego se apague", dijo. También hubo piedras para representar la fortaleza; hubo hojas y agua.
La idea de los organizadores del encuentro, tuvo que ver con no olvidar "la serie de acontecimientos que dieron vuelta la vida de los argentinos y que nos marcaron para siempre". En ese sentido, recordaron que en la provincia de Santa Fe, durante las jornadas del 19 y 20, hubo
nueve muertos, "siete de ellos a manos de la policía". Sin embargo aseguraron que "es triste" que no haya una lista nacional que contenga a todos los fallecidos a causa de las dos jornadas trágicas.
Todos los familiares coincidieron en que "a diez años es necesario encontrarse para hablar de cómo nos sentimos, de cómo han sido estos años para cada uno de nosotros, de reflexionar sobre cómo continuar la lucha". Durante la reunión hubo reclamos de Justicia, pero también de "cumplimiento de las responsabilidades por parte del Estado".
Hugo Blasco, secretario de Derechos Humanos de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) nacional, dijo que "el Estado es el asesino de los compañeros y compañeras muertos". Gustavo Martínez, de la CTA local, agregó: "Nadie del Estado se hizo cargo de esto, pero no como un resarcimiento, sino como una responsabilidad, para quebrar con la impunidad".
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