Domingo, 11 de diciembre de 2011 | Hoy
CIUDAD › QUé ES LA INSEGURIDAD PARA LOS CHICOS QUE DUERMEN EN LAS CALLES DE ROSARIO. DOS ENTIDADES ORGANIZARON UNA MUESTRA FOTOGRáFICA ELOCUENTE.
El discurso de la sociedad dice que los vecinos tienen que estar encerrados por la inseguridad. Pero hay un grupo de niños y jóvenes que vive atrapado en la calle, y que se siente desprotegido, amenazado por el mundo adulto. El trabajo que realizan la Asociación Civil CHICOS y
el programa municipal La Casa.
Por Alicia Simeoni
En esta cuarta nota de la serie sobre inseguridad, el testimonio de chicos en situación de calle da cuenta de la fuerte exposición a todos los peligros en que se encuentran. Ellos no tienen capacidad de reclamar por la seguridad que les corresponde y viven una vida de privaciones y vulneraciones de derechos que la mayoría de la sociedad naturaliza como si se tratara de una realidad inmodificable.
"Me gusta caminar por la noche cuando no tengo donde dormir. Camino, camino toda la noche. Voy hasta el río, vuelvo del río, voy al Monumento, vuelvo de ahí, vengo a la plaza Sarmiento, me siento y vuelvo a caminar por toda la plaza. Camino, camino y toda la noche la paso caminando y así cuando me doy cuenta es de día. Si me quedo quieto en un lugar me da miedo". Esta síntesis es también una aproximación al sentimiento colectivo entre chicos, varones y mujeres, de 14 a 18 años que concurren al centro de día de la Asociación Civil CHICOS, que funciona en calle Mendoza 1247 junto al programa municipal La Casa. Algunos testimonios de quienes habitan el inmenso territorio de la ciudad dan cuenta de angustias, miedos, de todas las inseguridades imaginables. Sobre todo con la oscuridad que parece no tener fin, y se despliega en el mismo lugar que la variedad de rejas con que los habitantes de tantos barrios se protegen. Esta es la desprotección más absoluta, la que reúne todas las variables: Aquí están presentes los vacíos y las soledades de protagonistas que no tienen recursos para reclamar, para marchar por más seguridad, mientras el resto de la sociedad -o la mayor parte de ese resto, naturaliza el desamparo y estigmatiza a sus víctimas con el argumento de lo inmodificable, de aquello con lo que no se puede terminar. Los trayectos que cada uno hace en la ciudad responden a la lógica y el modo en que se vive y los chicos tienen los suyos.
Todos los días llegan hasta el centro de día que cogestionan CHICOS y el programa La Casa. La franja etárea se sitúa a partir de los 12 y hasta los 18 años, pero llegan niños a los que se trata de vincular con las organizaciones de su barrio; otras son púberes, adolescentes y participan de distintas actividades como la que hicieron para la muestra "La ciudad, miradas y relatos", cuando con una cámara en la mano salieron a fotografiar una parte, un rincón de la ciudad, el que más los estremeciera, el que por algo los significara. Después vinieron los textos trabajados en varias jornadas cuando pusieron en palabras algunas de las situaciones que más los conmovían. Fueron 15 personas en movimiento para mostrar algo de aquello tan invisibilizado para el conjunto social: El miedo es profundo para quienes viven en situación de calle.
"De todos los lugares en que yo dormí en la calle, acá en el centro está la boca del lobo; allá detrás del parque España, abajo en el muelle, es el que más miedo me dio...¿Miedo? Sí qué no. Si estás re a la intemperie, puede venir cualquiera y te parte el coco, cualquier loco".
La idea de fotografiar la ciudad vista desde la mirada de los chicos que viven en las calles fue llevada adelante con el Centro Cultural El Levante, que funciona en barrio Pichincha, y cada imagen tiene que ver con los recorridos que ellos hacen y con las lógicas y usos que tienen esos recorridos.
La psicóloga Marcela Lapenna, coordinador a del centro de día de calle Mendoza al 1200 toma como ejemplo una de las fotografías. Es la de la fuente ubicada en la Bajada Sargento Cabral y la Avenida Belgrano, en diagonal al edificio de la Aduana y dice que esa foto ahora convertida, junto a otras de este trabajo con algo de lo individual y mucho de lo grupal, en una serie de postales exhibidas de manera gratuita en el circuito comercial, "pudo ser tomada desde la mirada de un chico, desde un adentro, porque allí ellos se bañan. Seguramente una persona que circule por otro entorno y con otra significación, lo hubiese hecho de otro modo", explica.
"La fuente está hecha para tirar monedas y pedir deseos, pero sobre todo está hecha para nosotros. En el verano me refresco, y ya que está me pego un baño. También lavamos la ropa y sacamos las monedas porque las necesitamos para las tarjetas. Aparte la fuente de allá abajo se volvió como un punto de encuentro, porque los pibes dicen vamos, vamos, vamos pa' la fuente que allá están todos, vamos a fumar un par de churritos, y por ahí pinta un balón y se arma al toque un picadito".
Algunas de las chicas que participaron del grupo decidieron hacer sus tomas en sectores de la Maternidad Martin, en Moreno y San Luis, en el CEMAR (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario). Una de ellas vive en la zona y también en este prestador público tuvo a su hijo, muy joven. El testimonio de las mujeres remite mucho a la violencia. Son ellas, S. D. y J. quienes dicen que hay quienes las ayudan, pero que llegan con mala intención. "Y eso pasa más con las chicas en la calle. Por ahí viene una mina a ayudarte, pero atrás viene otra con mala intención y pasa que desaparecen las chicas, que las hacen prostitutas, las llevan a otros lugares y las hacen estar con hombres. Y si no quieren estar con ellos les pegan, y quienes lo hacen son las mismas mujeres que aparecieron como queriendo ayudarte".
-¿Cómo sienten los chicos que concurren al centro de día la inseguridad callejera?- preguntó Rosario/12 a Marcela Lapenna.
-La propuesta de retratar espacios de la ciudad no incluyó ningún aspecto que tuviera que ver con los peligros a los que ellos se enfrentan. Pero los textos estuvieron atravesados por la mención de distintas situaciones que de manera habitual hacen una referencia concreta a miedos, aprensiones, inseguridades, situaciones violentas. Los peligros aparecieron y tuvieron que ver, sobre todo, con cómo el mundo adulto, se les torna peligroso cuando están en la calle. Este que apareció desde los chicos que trabajaron con las fotografías y los textos, es entonces, un discurso que se opone a lo tradicionalmente oficializado y aceptado. Hay un discurso de ese mundo adulto que dice que los vecinos tienen que estar encerrados, porque hay algunos otros que atentan contra ellos; en cambio aquí aparece un grupo de niños que está atrapado en la calle, en esas noches en que dicen que no pueden quedarse quietos, que no pueden dormir, cuando expresan que tienen que dormir "con un ojo abierto y otro cerrado", y de donde surge que el peligroso es el adulto. Cuando se refieren a los adultos por los que se sienten amenazados, no necesariamente se trata de los que están en situación de marginalidad. Hay relatos de los chicos que cuentan que desde autos muy importantes, los adultos se acercan para ofrecerles sexo a niños muy pequeños a cambio de algo y usufructuar así de su desgracia.
-¿Cuál es la percepción que ellos tienen del mundo que los rodea, de cómo ese mundo se relaciona con ellos y de cómo construyen sus procesos de subjetivación?
-El relato que ellos hicieron en los textos nos obliga a nosotros a tratar de brindarles herramientas de análisis para que puedan pensar que el otro, que está en una situación similar, o no tan parecida, es un par. Si trabajamos desde una perspectiva del derecho, cuando un chico llega al centro de día sostenemos la idea de "derechos para todos". En principio es una frase vacía hasta que la podamos trabajar. La calle es un lugar del que decimos que es la intemperie en muchos sentidos y esto significa que buscamos estrategias para salir de la calle. No es el lugar donde tienen que desarrollar su existencia, porque es allí donde hay una superposición de privaciones y derechos vulnerados. En este planteo también está de entrada el por qué no, el por qué no vale todo. Por eso cuando una persona llega a la institución decimos que, podrá venir, siempre y cuando estemos trabajando en un proyecto que los ayude", explica Lapenna.
Sostienen desde la institución que en relación al tema de la inseguridad, "lo que hayan hecho antes de venir al centro de día no nos importa, pero una vez aquí entendemos que nadie puede estar robando. El centro de día no es un aguantadero, porque además si ellos roban el destino es siempre oscuro, o terminarán muertos o presos. La pregunta que surge casi de inmediato es por qué no hacerlo cuando hay una franja de niños a los que la sociedad condenó a no tener nada que perder. En todo caso lo que tratamos de mostrarles que sí, que tienen cosas por perder y entre ellas está el centro de día", concluyó.
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