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Un joven fue acribillado a balazos ayer a la tarde, mientras estaba con amigos en la vereda de un maxiquiosco de bulevar Oroño al 3100, en jurisdicción de la seccional 15ª. La Policía contó seis impactos de bala y otros cinco de perdigones entre el tórax y la cabeza de la víctima, Gabriel Matías Melián, de 23 años.

Una versión inicial indicó que los disparos partieron, un rato antes de las 16, desde el mismo grupo en el que departía Melián, desenlace de una pelea. Pero anoche, distintas fuentes policiales contaron, en base a testimonios del comerciante y de un oficial que custodiaba la estación de servicios de enfrente, que cuatro hombres a bordo de dos motos llegaron hasta la esquina de Oroño y pasaje La Broca (a la altura de avenida Cura) y uno de ellos gritó: "Ahí está".

A Melián no le dieron tiempo ni a incorporarse. Sin mediar más palabras, lo fusilaron sin importarles los numerosos testigos que había en la zona y se marcharon. Sobre la vereda y el pavimento quedó una decena de vainas calibre 32, como mudo testimonio de la inusitada violencia que tuvo la emboscada, a pleno día y en una esquina muy transitada.

Uno de los amigos de Melián arrojó en la huida un revólver calibre 32 con su carga intacta. Luego volvió y se llevó la moto de su amigo muerto. Anoche, los investigadores no habían logrado hallar a este joven para interrogarlo. Otro de los amigos de Melián fue hasta el negocio del padre de la víctima, en barrio Tablada, a enterarlo del asesinato. Este hombre declaró a la Policía que su hijo "tenía broncas" y que antes lo había visto armado, aunque el muchacho nunca le quiso decir el motivo. Uno de los detectives que lo entrevistó observó que al hombre no le sorprendió el final de su hijo. Pero en su declaración descartó que el móvil del crimen tenga relación con asuntos de drogas, a pesar de las características de la ejecución. El padre de Melián añadió que había tratado de alejarlo de "malas juntas" y que por eso lo sacó de una casa de Colón al 3800, donde vivía, y le había alquilado otra en Italia al 2800, donde residía solo y a expensas del sostén paterno. La víctima, informó la Policía, tenía tres antecedentes penales por robo.

Un rato antes del crimen, él había telefoneado a su hijo y éste le había dicho que estaba tomando una cerveza con amigos, y no percibió en su voz señal alguna de temor. Anoche, la Brigada de Homicidios continuaba con las averiguaciones para dar con los autores del asesinato.