Viernes, 24 de mayo de 2013 | Hoy
CIUDAD › POR EL TESTIMONIO DE UN COLIMBA, EL FISCAL PIDE ABRIR UNA INVESTIGACIóN
José Alberto Tropp, médico soldado en 1976 en el Batallón de Arsenales, recordó que a los profesionales los "aterrorizaban" y que uno de ellos "desapareció de un día para el otro" en el juicio por delitos de lesa humanidad en San Lorenzo.
Por Sonia Tessa
El testigo José Alberto Tropp, que cumplió el servicio militar obligatorio como soldado médico en 1976 en el Batallón de Arsenales de Fray Luis Beltrán, contó ayer: "Nos aterrorizaban a los que éramos profesionales, con actitudes de suma desconfianza. Eramos considerados probables subversivos. Incluso, hubo un veterinario que desapareció de un día para el otro". Si bien no recordó con precisión el apellido, sí dijo que era de origen francés (mencionó que podría ser Dusseau) y rememoró que "mostraba temor". Sin perder tiempo, el actual fiscal de la causa por delitos de lesa humanidad en San Lorenzo, Gonzalo Stara solicitó que se remita el testimonio para que se abra una investigación en el juzgado de Marcelo Bailaque, y que se pidan las listas de personas que cumplieron el servicio militar en el Batallón durante ese año, y también de las personas que cursaron en aquella época la Facultad de Veterinaria en la Universidad Nacional de Rosario.
Stara se hizo a cargo ayer de la acusación en el juicio que tiene como imputados a los militares Rubén Cervera y Horacio Maderna, que fueron jefe y subjefe del Batallón de Arsenales, como así también intendente y secretario de gobierno de facto en Ssn Lorenzo. El último de los acusados es Pedro Rodríguez, que fue director de Asuntos Jurídicos de la Municipalidad antes y después de la dictadura militar. Los tres acusados fueron señalados por Manuel Casado como responsables de su secuestro, el 25 de marzo de 1976. La llegada de Stara se debe a la licencia pedida por la fiscal Mabel Colalongo por motivos personales.
Tropp empezó su declaración --que tuvo algunos momentos desopilantes-- con un elogio de los tiempos pasados en el servicio militar, aunque muy rápido recordó que el segundo jefe del Batallón, de apellido Lucero, lo había amenazado. "Tenga cuidado Usted porque puede aparecer muerto flotando en el río Paraná, frente al Monumento a la Bandera", lo amenazó el militar. También recordó --no sin dificultades-- que por las noches se escuchaba cómo salían los grupos de tareas del Arsenal a realizar allanamientos.
Otro de los testigos de ayer en el proceso que conducen los jueces Otmar Paulucci, María Ivón Vella y José María Escobar Cello fue Juan Curátolo, que fue secretario de Obras Públicas de San Lorenzo antes del golpe militar y hasta 1980. Curatolo recordó que había visto a la víctima el día de su secuestro, con las manos sobre la nuca (hizo el gesto a pedido del abogado querellante Gustavo Feldman) y rodeado de soldados. El testigo hizo largo panegírico de su trabajo en la Municipalidad durante la dictadura militar y la defensora oficial de Pedro Rodríguez, Rosana Gambacorta, le recordó a Curátolo una denuncia que había hecho en San Lorenzo, en 1997, para deslindar cualquier participación en el secuestro de Casado, ya fuera como responsable o testigo. "Eso lo había olvidado", dijo Curátolo cuando se lo leyeron. "Yo nunca lo vi con signos de tortura, únicamente lo vi parado ahí. No vi a nadie con signos de tortura", dijo ayer Curátolo. Mientras el ex funcionario habló, más de una vez de espaldas al tribunal y mirando a las defensas, Rodríguez, Cervera y Maderna asentían con gestos ostensibles, que eran visibles al testigo. Tanto, que Paulucci se vio obligado a llamarles la atención.
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