Jueves, 14 de enero de 2016 | Hoy
CIUDAD › UN POLICíA ASESINó A SU ESPOSA DORMIDA Y SE SUICIDó EN BARRIO BELGRANO
El matrimonio venía discutiendo el divorcio, hasta que en la madrugada él, suboficial de Caballería, la mató y se quitó la vida. Los hijos descubrieron la escena. Alertan que los test psicológicos para entrar a la fuerza pueden comprarse
Por Lorena Panzerini
Con tres balas de su arma reglamentaria, el suboficial de Caballería Pedro Antonio Díaz, terminó con la vida de su esposa, Graciela Noemí Mena, y luego se suicidó. Las cosas no andaban bien en la pareja que vivía en barrio Belgrano desde hace 13 años, y él no aceptaba los planes de divorcio. Ayer a las 7 de la mañana, cuando Marcos y Luciano bajaron a desayunar, desde la planta alta encontraron la desgarradora escena del femicidio: su madre yacía en la cama con dos disparos en la nuca, "como dormida"; mientras que Díaz estaba a su lado, con un tiro que entró por la boca y salió por el cráneo. El hecho se produjo alrededor de las 3.30 de la madrugada y nadie en la vivienda de Nicaragua 1536 oyó las detonaciones. Ni siquiera, gritos. "Es la decisión más cobarde que se puede tomar", dijo Verónica, una vecina de la cuadra que conocía al matrimonio. Organizaciones de mujeres lamentaron que en solo 13 días que lleva el año, ya hubo dos femicidios en Rosario. Y el 2015 terminó con 31 casos en la provincia.
Alrededor de las 9.30 de ayer todavía entraba y salía gente de la humilde vivienda ubicada en Nicaragua entre Pampa y Montevideo, pintada de verde agua en la planta baja, y llena de plantas y flores en el frente. Arriba, una construcción de ladrillo sin revocar, donde dormían los hijos y una nieta de la pareja, permitió que la escena de la planta baja no fuera advertida sino hasta la mañana.
Graciela tenía 49 años y cuatro hijos: dos de una relación anterior; y otros dos con Díaz, de 50 años, quien ayer decidió romper la familia con la que se instaló hace más de una década en el barrio, mientras trabajaba como suboficial de policía. En los últimos meses había iniciado los trámites para jubilarse; pero al mismo tiempo comenzaron las gestiones para el divorcio.
Según indicaron desde el Ministerio Público de la Acusación, el agresor no tenía denuncias en su contra por violencia machista, y los hijos de la pareja también negaron que hubiera escenas de violencia, al menos mientras ellos estaban presentes. Al parecer, la posibilidad de que Graciela conociera a otra persona enfureció al femicida.
En la cuadra todo era conmoción. "No lo podemos entender", murmuraron tres vecinas que miraban desde la esquina. En la vereda de enfrente, Martín, dueño de un taller mecánico, dijo: "Los dos eran buenas personas. El fue muy atento siempre. Se ofrecía a ayudar si uno necesitaba algo".
Verónica, que vive a la vuelta, sobre calle Pampa, fue más crítica por la actitud del agresor. "Fue una decisión muy cobarde", lamentó. Ella conocía a la familia porque sus hijos son amigos de los de Graciela. "Yo escuché ruidos como de disparos a las 3, pero también escuché las chapas de afuera y salí a ver si eran las de mi patio. Como a las 7 puse la pava para el mate y empecé a ver que llegaban los patrulleros, y ahí recién nos enteramos lo que había pasado: le pegó dos tiros mientras ella dormía. Yo sé que tenían discusiones, aparentemente por cuestiones con los dos hijos más grandes de Graciela; pero nunca imaginé una cosa así. A él lo vi ayer, porque vino a comprar al kiosco de enfrente y me saludó normal", observó.
Se dijo que el policía estaba con licencia médica, pero en Fiscalía no confirmaron ese dato, pero sí que estaba por jubilarse.
Una de las primeras voces en salir a reclamar "control" al personal de la fuerza fue Nora Giacometto, militante de la ONG feminista Ampliando Derechos. La mujer denunció que el personal policial "compra el test psicológico".
El fiscal Rafael Coria dijo desde el lugar de los hechos que "los hijos de la pareja confirman que entre sus padres había un conflicto y que la separación estaba decidida. Esa situación no se pudo resolver y el hombre tomó la decisión porque, al parecer, no quería asumir el divorcio".
Según el funcionario judicial, "los hijos, que viven en la parte superior de la casa, no escucharon nada. Cuando ellos bajaron a desayunar, se encontraron con este panorama y llamaron al 911".
Coria confirmó que el policía sorprendió a su mujer dormida. "Le efectuó dos disparos en la cabeza y luego se pegó un tiro en el cráneo". También dijo que "no había antecedentes de violencia familiar o de género".
Y agregó: "A la mujer se la encontró en posición de estar dormida. Probablemente, la haya encontrado en esa situación y allí mismo le efectuó los dos disparos que le provocaron la muerte. A su vez, el policía se mató y también cayó sobre la cama".
En el lugar se secuestró el arma reglamentaria del policía y se ordenó un examen de dermotest.
Voces alarmadas
Desde el sector de lucha y acompañamiento a las víctimas lamentaron que las cifras de mujeres asesinadas por su condición de género sigue en aumento. Este fue el segundo caso en menos de dos semanas en Rosario, contando el de Graciela Príncipe, el 4 de enero.
Marta Pérez, de Mujeres de Negro, agregó que a nivel nacional ya hay "siete u ocho casos". Para ella, "es alarmante lo que está pasando. Vi por televisión que una vecina de Mena naturalizaba las discusiones de pareja, que se griten, se maltraten. Esto hay que cambiarlo desde las edades más tempranas, para cambiar en lo cultural". Además, agregó que "hubo varios casos con policías y personal de otras fuerzas de seguridad. No sé cuáles son los estudios que les hacen; pero hay que ser centrado para portar un arma; no la puede tener cualquiera", se quejó.
Giacometto, denunció que hay policías que "compran" los test psicológicos. "Nos preocupa porque vemos casos de gatillo fácil y violencia de género por parte de integrantes de la fuerza. En algunos casos los test psicológicos que necesitan, son comprados", denunció. "Es algo que se sabe en todos lados, pero que nadie dice", añadió y lamentó que "la Policía no cuente con estadísticas respecto de lo que pasa con la violencia de género entre sus propios integrantes". En Ampliando derechos ya están acompañando a siete víctimas de violencia de este año. "Quiere decir que el Estado no las ayuda; y lo hacemos nosotros con cero recursos", criticó.
Para Majo Geréz, secretaria de Género de la CTA Rosario, "la situación no cambia con el calendario. Si bien renovamos las expectativas por las políticas públicas que nos faltan, no hay cambios. Hay que trabajar mucho en prevención y asistencia", dijo. Además, señaló que "falta mucho en la Justicia. En este caso es un policía el agresor, y pasa en muchos casos que las mujeres tienen esta situación de violencia con personal de la fuerza a quien no se atreven a denunciar porque conocen todo el entramado de complicidades que se genera. Estos agresores son hijos sanos del patriarcado, que cometen femicidios premeditados", sentenció.
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