Lunes, 16 de mayo de 2016 | Hoy
CIUDAD › EL EX DIRECTOR DEL SERVICIO SE DEFIENDE POR LA INFECCIóN DE PACIENTES EN EL CENTENARIO.
El nefrólogo dice que en el hospital el poder real es de las cátedras de Medicina y del gremio Upcn. Sostiene que el brote de hepatitis C fue provocado para acusarlo y sacarlo del medio, porque advirtió sobre compras sobrevaluadas.
Por Luis Bastús
El ex jefe del Servicio de Nefrología y Hemodiálisis del Hospital Centenario, Osvaldo Rodenas, reaccionó ante las críticas ventiladas hacia el área que estaba a su cargo hasta el mes pasado, cuando se hizo público que varios pacientes de esa unidad se contagiaron allí de hepatitis C. Reveló que él había informado de ese brote seis meses antes a la dirección del hospital, y apuntó algunos datos que lo llevan a pensar en que fue víctima de un sabotaje para sacarlo del medio. El motivo: por arruinar compras sobrevaluadas de insumos hospitalarios y haber pedido la remoción de algunos técnicos a su cargo. Afirma que en el hospital "no hay autoridad" y que todo está bajo control y voluntad de los catedráticos de la Facultad de Medicina y del sindicato Upcn. En su opinión, haber enfrentado esos intereses fue su Waterloo. En diálogo con Rosario/12, sostuvo que no lo echaron pero que tomó licencia por razones obvias y que no siente deseos de volver a ocupar ese lugar.
Dijo que no tenía pensado hablar con la prensa sobre el caso que lo sacó de la jefatura de Diálisis del Centenario, como ocurrió en 2003, cuando murieron 9 de 16 pacientes infectados con hepatitis B y de lo que salió liberado de culpa y cargo. "Esa vez me juzgó un energúmeno como (el ex ministro de Salud con Reutemann, Fernando) Bondesío, y se demostró que no tuve nada que ver", dijo. Pero esta vez, la sospecha declamada en el seno de la investigación administrativa que se realiza en el hospital acerca de un supuesto ocultamiento de información, más la opinión del secretario de Salud, Federico Fiorilli, a Rosario/12 la semana pasada ("Hubo una muy mala gestión clínica") lo indignaron. "No soy la madre Teresa de Calcuta y no me pongo en víctima. Que investiguen todo lo que quieran, y si tengo responsabilidad me la banco, tengo el cuero duro, pero no me tomen de pelotudo, no me banco que digan que oculté información ni que no tomé medidas de bioseguridad. Claro, tendría que haber separado alguna gente, pero no soy de Upcn ni ATE, no soy jefe de Enfermería, ni estoy en el Consejo de Administración, ni soy el director del hospital", disparó Rodenas.
En la entrevista con este diario, lo primero que mostró fue unas cuantas cartas dirigidas al director Rascón. La inicial data del 1° de octubre de 2015 y le advierte a su superior allí que desde "principios de setiembre comenzamos a detectar incrementos de transaminasa en algunos pacientes", en referencia a una enzima que liberan las células hepáticas y en niveles altos connota la existencia de un virus aunque el paciente no arroje síntomas. "Esto está informado por mesa de entradas del hospital, así que me indigné cuando dijeron que oculté información. Obviamente eso lo dijeron Rascón y el Consejo de Administración, ellos recibieron mi información", añadió el nefrólogo.
"Empezamos a revisar todo el protocolo de bioseguridad del personal e indicamos el lavado de filtros expuestos, y luego el descarte total de filtros durante 60 días. No miento, están las órdenes de compra. Acá pasaron cosas extrañas", deslizó quien además de los 128 del Centenario supervisa el servicio a 160 pacientes dializados por obra social y prepagas en los sanatorios Británico y Norte. "¿Entonces cómo es que de mis pacientes de sanatorios no se contagió ni uno, y en el hospital 23, que terminaron siendo 10 o 12? Es muy... extraño", deslizó y no descartó que hayan saboteado el servicio de hemodiálisis para perjudicarlo, habida cuenta de que ya pasó por una situación parecida en 2003.
Hoy en la unidad de hemodiálisis el Ministerio hizo algunos cambios, sobre todo incorporó más personal, mientras espera el resultado de una auditoría de seis meses de los que ya pasó uno. Rodenas sonríe porque recuerda las veces que pidió en vano recursos y traslados de técnicos que los consideraba negativos para el servicio.
--Si sostiene que el protocolo de bioseguridad se cumplía, ¿cómo sucedió el contagio, entonces? -preguntó Rosario/12.
--Yo soy el jefe y bajo una línea de cómo hay que trabajar, pero tengo ocho médicos a cargo, y técnicos, 33 personas en total. Infinidad de notas elevé por técnicos que yo pedía que los trasladaran pero no me hacían caso. Técnicos con parte de enfermo prolongado, otros con partes por familiares enfermos, una por embarazo, otra por accidente, y así. El porcentaje de ausentismo es muy elevado. Se requieren 3 mucamas para trabajar bien, una por cada sector para que mantengan la higiene y, por lo tanto, contribuyan a la bioseguridad. Muchas veces yo llegaba a la mañana y no había mucamas, ni una. Ahora hay 4. ¿Por qué ahora?".
--¿Cómo se podría sabotear la unidad de diálisis?
--Es temerario suponer cosas, pero hubo algo raro. Los filtros se esterilizan, cada paciente tiene el suyo. La máquina se autoesteriliza y no permite usar un filtro si detecta que no está en condiciones adecuadas de bioseguridad. No sé... tal vez lavando todos los filtros juntos o mezclando el filtro de un paciente con el de otro. No lo sé".
Rodenas es crítico para con la dirección del hospital, el Consejo de Administración y el manejo con el personal. "Ni yo ni el hospital podemos controlar el ingreso y egreso de los técnicos, hay 150 enfermeros que no marcan tarjeta porque no la tienen. Entonces, cómo hacer para asegurar que uno se fue a las 22 y no a las 21? No soy la única autoridad: hay una jefa de Enfermería, hay un Consejo, hay un director. Adrián (Rascón) trata de sacarse la responsabilidad de encima, pero en algún momento tendrá que responder. Yo asumo mi responsabilidad, pero no me usen de chivo expiatorio", dijo.
--Sea preciso, porque si no parece que hubiera un complot universal contra usted.
--No lo hay, lo que hay es un hospital sin autoridad. El Centenario siempre fue manejado por los feudos, las cátedras, los servicios, todo en mano de bronces.
--¿A quién molesta usted, entonces?
--Cuando volví al hospital en 2012 (luego de haber sido apartado del cargo en 2003) me llamaba la atención los valores de algunas compras. Había proveedores que se presentaban a un valor 100 por ciento más alto. Cuando veía eso yo sugería otro igual pero más barato. Yo no compro pero sugiero cuando se arman las licitaciones específicas de mi área, filtros, tubuladuras, catéteres, sales de diálisis. En el caso de las sales, empiezan a aparecer otras ofertas, sales en polvo, que ocupan menos lugar que las líquidas y que son tremendamente más baratas. Al terminar 2013, sólo en sales de diálisis le hice ahorrar al hospital más de un millón y medio de pesos. El que autoriza las compras es el Consejo de Administración.
Rodenas reveló que ese organismo de gestión del hospital le justificó el sueldo durante un año a un médico que cobró sin trabajar, y a quien ciertos catedráticos de renombre lo avalaban para que ocupara su lugar.
"Esto del contagio fue informado. Los pacientes se remiten en estos casos a Gastroenterología, hay una infectóloga, hay un comité centinela de hepatitis. Los ven gente como Bessone, Tanno, Virginia Reggiardo, y ese comité tiene obligación de informar al Ministerio de Salud de la Nación sobre el virus detectado. Así que no pueden decir que no estaban informados. Yo había alertado sobre esto. Ninguno de esos estaba enterado de lo que pasaba. ¿Así que todos son la virgen María y yo soy Satanás?", ironizó el especialista que dejó la jefatura de Hemodiálisis en el nosocomio de Urquiza al 3100.
--¿Se siente aludido por la frase de Fiorilli "Hubo una muy mala gestión clínica"?
--Tengo responsabilidad como todos, los técnicos, las mucamas, el intendente que las maneja, el director, el Consejo de Administración. Pero en el hospital ocurren cosas de terror. En algunos niveles del Ministerio existe la convicción de que el Centenario debería ser intervenido. Seguramente, hay cosas que debería haber hecho y no hice, haberme ido y dejar que hagan todos los negocios que quieren hacer; y tendría que haber vuelto y echar a unos cuantos. Reconozco en eso que fui un pelotudo.
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