Jueves, 8 de septiembre de 2016 | Hoy
CIUDAD › UN INFORMANTE PROPORCIONó LA DIRECCIóN DE LA CASA DONDE ESTABA RECIO
Era buscado desde octubre del año pasado, cuando se le dictó la orden de captura internacional. En marzo último, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ofreció una recompensa de 500 mil pesos para quien aportara "datos útiles".
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Un par de llamadas y datos clave que aportó un informante anónimo permitieron detener a un represor del Ejército que estaba prófugo desde hace casi un año en una causa por crímenes de lesa humanidad en la masacre de Ituzaingó y Las Heras, en enero de 1977. El coronel Ramón Abel Recio cayó el martes a la noche, en Rosario, y ayer, a media mañana, una camioneta de la Policía Federal lo dejó en el Tribunal Federal de Santa Fe, donde el juez Reinaldo Rodríguez le recibió una indagatoria breve, de menos de 80 palabras, en la que negó haber participado en el hecho que se le imputa, al que llamó "enfrentamiento", y luego partió hacia la cárcel de Las Flores. Recio era buscado desde octubre del año pasado, cuando Rodríguez le dictó la orden de captura nacional e internacional y en marzo, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ofreció una recompensa de 500 mil pesos para quien aportara "datos útiles" que permitieran localizarlo. En los contactos secretos, el informante proporcionó la dirección de una casa en la zona sur de Rosario, la marca y el modelo del vehículo que manejaba el fugitivo y hasta los números de teléfonos que habría utilizado, según revelaron fuentes judiciales.
En la causa se investiga un bombardeo del Ejército y fuerzas conjuntas a un edificio de Ituzaingó y Las Heras, donde cayó la última conducción de Montoneros en Santa Fe, en enero de 1977: el jefe de la columna, Osvaldo Pascual Ziccardi, Carlos Mario Frigerio, Jorge Piotti y la esposa de éste, Ileana Gómez. La quinta víctima fue una docente, Elina Jagou de Carlen, quien vivía en el departamento de al lado, donde Piotti y Gómez escondieron a sus hijos de un año y un mes, los únicos sobrevivientes.
En el juicio de la megacausa, que juzgó a los autores mediatos, el Tribunal Oral de Santa Fe sentenció que las pruebas desmintieron la versión militar del "enfrentamiento" y concluyó que a Ziccardi y a sus compañeros "no les dieron la oportunidad de rendirse" ni "la posibilidad de resistir debido a la desproporción absoluta de fuerzas".
En julio, el plenario de la Cámara Federal de Rosario resolvió en la misma línea en otra causa que investiga a los autores materiales de la masacre. El fallo confirmó el procesamiento y prisión preventiva de los nueve detenidos: dos suboficiales del Ejército, Jorge Alberto Balla y Luis Alfredo Gómez y siete policías que operaban en el Comando Radioeléctrico: Rodolfo Reible, Carlos Albornoz, José Martellini, Ricardo Brunel, Mario Aquino, Rolando Martínez y Abel Romero y los embargos por 900 mil pesos a cada uno de ellos.
Ahora, el décimo preso es Recio. Mientras se demora la indagatoria del undécimo, el ex oficial de inteligencia de la Policía santafesina que operaba en el D-2, Oscar Alberto Váldez, a quien el fiscal Martín Suárez Faisal le pidió la detención en mayo, el juez la ordenó pero luego la suspendió por un problema de salud de imputado.
Recio llegó al Juzgado a bordo de una camioneta de la Policía Federal, pasada las 10. Bajó esposado y sonriente. Al mediodía, después de la indagatoria, salió con dos abrigos, uno con capucha y otro, entre las manos para ocultar las esposas.
El juez le imputó haber intervenido en el operativo del 19 de enero de 1977, en el que "resultaron muertos" Ziccardi, Frigerio y los esposos Piotti. Recio lo negó y dijo que "oportunamente" probará que no estuvo en ese "enfrentamiento". Y protestó por la forma en que había sido detenido el martes a la noche en Rosario, "por gente de civil" y "a punta de pistola", que después se identificó como "personal" de la Policía. "Eso me causó angustia y malestar", se quejó. Una fuente judicial consultada por Rosario/12 le bajó el tono al lamento: "Es lo que dicen siempre".
En la acusación que pesa sobre Recio desde setiembre de 2015, el fiscal Walter Rodríguez citó a testigos que declararon en la causa. Uno de ellos dijo que "un soldado había comentado que por orden de Recio le disparó a un muchacho indefenso en el procedimiento de Ituzaingó y Las Heras, que salió con los brazos en alto y que éste le gritó que dispare". Otro dijo que Recio era "un verdugo bárbaro. Los suboficiales le hacían propaganda porque era "bravísimo" y "entraba a las casas pateando puertas en los operativos, que era un héroe".
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