SOCIEDAD › DAVID VILLALBA, LLEGó COMO CHICO DE LA CALLE Y AHORA ES DOCENTE.
› Por Alicia Simeoni
David Villalba es un sobreviviente. El resistió las noches de mucho frío y los días de extremo calor en la ciudad, el miedo, la desprotección, la soledad, el poxi, la relación con los adultos. Pero además de sobrevivir construye su vida con una visión solidaria y profundamente humanista. Tiene 26 años y vivió en la calle desde los 8 y medio, un dato que no parecería posible si no lo contara con detalles él mismo y la gente de C.H.I.C.O.S. Pero además, este diario cuenta con el registro de la primera entrevista que le hizo cuando tenía 11 años y hacía poco tiempo que se había vinculado con la asociación en la que ya estaban Lapenna, Amílcar Tamburri y en la que el humanista y militante de la vida, Rubén Naranjo, daba el taller de dibujo, ponía el arte en el punto justo como para ayudar a 'calentar' un poco el pecho, para ser usado como recurso en la construcción de una forma más amable de relacionarse con el mundo que la que la sociedad les había permitido a cada uno de los asistentes a la ONG.
"La mayoría de los chicos se van de la casa porque son maltratados, porque los mandan a pedir, porque les pegan. En mi caso fue distinto, me sacaban mucho a cirujear y me fui adaptando a la calle cuando vivía en Parque Casas. Después, cerca de los 9, estábamos, mis hermanos y yo, solos con mi mamá. Ella trabajaba pero a veces el pan no alcanzaba. Tenía un amiguito en el barrio que vendía tarjetas en los colectivos y así fui, empecé a rebuscármela sin conocer Rosario, lo seguí a él. Iba hacia donde el colectivo me llevaba y si me perdía me perdía. Volvía a las 10 u 11 de la noche con el bolsillo lleno de monedas y mi bolsa de facturas y pan. Una vez me quedé dormido en el ómnibus y supongo que el chofer no me quiso sacar y me dejó dormir en el galpón. Cuando me desperté era de día y pensé 'mi mamá me mata'. El miedo que me generó todo eso hizo que me quedara sin volver 4 días, hasta que la policía me encontró... Sí, claro, yo tuve problemas como tiene cualquier familia de un barrio y que no cuenta con recursos como para salir a la sociedad, para enfrentarse al mundo".
De ahí en más estuvo una semana en su casa y la desintegración familiar fue casi total. Empezó a salir todas los días y a quedarse en la calle. La primera noche en el centro de la ciudad fue en la plaza Sarmiento y durmió sobre una de las rampas de acceso. De ahí el refugio fue la entonces plaza Pinasco y en una de las mañanas, otro de los chicos que pasaba la noche allí le propuso ir a un lugar donde era posible desayunar, bañarse, estar. Así llegó a C.H.I.C.O.S. cuando estaba en San Martín al 1300. Ya estaba cerca de los 11 cuando esta cronista hizo la primera nota a la asociación. David ya sobresalía en el conjunto, casi verborrágico. Un niño de ojos marrones y vivaces, contaba que estaba aceptando las convenciones, los acuerdos que se planteaban para estar en el centro de día y participar de los distintos talleres y del aula radial. Allí no se consumía, nadie los rechazaba, pero ese espacio, de todos, era también para cuidarse. Hoy Villalba forma parte de una cooperativa que realiza trabajos en serigrafía. Quienes la conforman son egresados del taller que en la materia da Mabel Rodríguez.
"A veces tenemos pedidos importantes, ahora estamos haciendo 1200 bolsos de lienzo que nos pidió Aguas de Santa Fe. Arrancamos de cero porque no teníamos nada, ni herramientas ni materiales. Recibimos donaciones. Marcela (Lapenna) está con nosotros para asesorarnos. Para mí fue muy importante porque me abrió muchas puertas, una de ésas la de poder dar un taller en la Biblioteca Lepratti. Y no me quiero olvidar de Rubén Naranjo, todo esto fue fundamental para que yo supiera que quiero hacer esto".
-¿Y cuáles son los recuerdos de Rubén Naranjo? (Cuando Naranjo fue nombrado ciudadano ilustre de la ciudad habló, ya enfermo y con dificultades, en la sala de sesiones del Concejo Municipal de Rosario....Allí se reconfortó con la mención hacia David, de niño en situación de calle a docente y lo expresó con orgullo)
-Tantos, los mejores, pero más que nada su palabra tranquilizadora. Si uno estaba tenso él hablaba y nos ayudaba a sacar broncas, a relajarnos. Siempre paso por donde vivía pero me cuesta ir a la casa y no encontrarme con él.
-¿Qué pasa con la culpabilización permanente hacia los chicos y adolescentes, más aún cuando se realiza con escaso análisis y nada de historia?
-Es que creo que los chicos no son culpables, son víctimas y que el Estado no ha hecho lo que debería. Escucho los reclamos de mayores penas y no lo puedo creer, porque se hace cuando, justamente esos chicos, tienen todos sus derechos violados. Me parece una estupidez o el resultado de no pensar en profundidad.
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