La pérdida de la concesión de Las Delicias puso punto final a una empresa de casi 40 años. Rubén Rodríguez, el ex presidente, había manifestado graves problemas para hacer frente a las obligaciones. En los últimos 15 años, mientras se quejaba por las franquicias, y la mayoría de los 30 socios abandonaban la firma, Rodríguez aumentaba su pasión por los autos de carrera.

La concesionaria fue eficiente, pero entre las desavenencias de los socios y las políticas municipales, junto a la instrumentación del boleto prepago -que significó dejar de manejar un flujo de dinero diario- la situación de la empresa que operaba las líneas 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140 y 148, ingresó en un tobogán descendente. En la última licitación, ya estaba en convocatoria de acreedores. Esta situación transgredía el pliego, pero igual se presentó como una empresa nueva y le adjudicaron la Zona 3.

En octubre del 2005, el entonces concejal del Partido Socialista Auténtico, Alberto Cortés, denunció que camiones de los socios de Rodríguez cargaban gasoil subsidiado en el playón de Las Delicias. Más tarde, el entonces juez federal Carlos Vera Barros dictó el sobreseimiento.