Lunes, 16 de enero de 2006 | Hoy
DEPORTES
Entre tatas anécdotas y recuerdos que plantea en sus 145 páginas el libro Gigantes, quizá la que sobresale es la que cuenta el árbitro uruguayo Ernesto Filippi, la autoridad designada por la Confederación Sudamericana para dirigir la revancha en Arroyito. Filippi cuenta que la final "era mi último partido como árbitro internacional y decidí que me acompañara a la Argentina mi hijo Martín, que apenas tenía 15 años. Pedí un permiso especial ya que está prohibido viajar con familiares o amigos. Lo que pasó en Rosario fue algo maravilloso que nunca podré olvidar, una fiesta extraordinaria, mi despedida, un resultado histórico y mi hijo se hizo fana de Central".
Por este motivo, los autores llamaron al hijo de Filippi la noche que Central jugaba frente al Inter de Porto Alegre por la pasada Copa Sudamericana. Martín -que hoy tiene 25 años y vive en Montevideo, donde trabaja y estudia- dijo, al recordar la noche que decidió hacerse hincha de Central, que "nunca imaginé que podía existir ese ambiente. En aquel entonces era hincha de Peñarol, pero después de lo que viví en Rosario regresé con otra forma de ver el fútbol desde una tribuna. Volví siendo canalla y empecé a ir a ver al Liverpool, el cuadro de la gente de mi barrio. Es como que entendí lo que era el verdadero sentimiento hacia un equipo de fútbol".
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