La prevención y atención de la violencia familiar aparece como prioridad en todos los barrios, y por eso la mayoría de los distritos aprobó proyectos sobre el tema. A partir de las capacitaciones en cuatro distritos, del presupuesto participativo 2005, hoy existen redes de mujeres en cada uno de ellos para atender a las víctimas de violencia. "Te convertís en una referencia sobre el tema en el barrio", explicó Sara González, para contar que "muchas mujeres se fueron animando de a poquito a decir que son golpeadas". Mientras, Mónica Alvarez asintió: "Una empieza a darse cuenta de la cantidad de casos que hay. Hay chicas que no parecen, pero tienen un drama encima". Marcela Labrario pensaba que no tendría la oportunidad de actuar, pero "ayudar a dejar una situación de violencia horrible" contribuyó a fortalecerla en la decisión de trabajar la problemática. Cuenta indignada que la profesora de psicología de la escuela secundaria a la que concurría llegó a decir que las mujeres eran golpeadas porque les gustaba. "Cuando leí por primera vez todas las formas de violencia me sorprendí porque había situaciones que nunca había imaginado que fueran violentas. Empecé a darme cuenta de que violencia no es sólo la trompada en el ojo", afirmó.

Mónica ofrece una copia de la ley provincial de violencia familiar y cuenta que en alguna ocasión ese instrumento fue útil al concurrir a la comisaría. "Si la mujer va sola y desprotegida no le dan bolilla, pero cuando concurre con la ley, se dan cuenta de que ella sabe cuáles son los derechos, y le toman la denuncia", contó. La contención que ofrecen va mucho más allá de la actuación policial o judicial, ya que como vecinas ponen el hombro a las víctimas en cada una de las etapas de la violencia familiar. Al mismo tiempo, pelean en cada uno de sus distritos para que el tema sea considerado prioritario.