CULTURA / ESPECTáCULOS › LA GRIETA Y UNA NOCHEBUENA DE LO MáS PARTICULAR
Algunas de las características que definen a Jorge Palermo, creador y director de La Grieta sirven para bosquejar en parte los alcances de su trayectoria vinculada siempre a la tan bastardeada cultura popular. El "flaco" Palermo como a él le gusta que lo llamen, es uno de los pocos artistas que dejó hace tiempo el tradicional recorrido por el mundo del espectáculo, casi siempre ligado a una concepción estética e ideológica que difiere en gran parte de lo que se hace en los lugares más periféricos de la ciudad.
Una muestra de ello es el contacto que viene estableciendo hace ya más de veinte años con los vecinos del barrio en el que un día y en el patio de su casa decidió que a partir de una grieta se puede intentar abrir un camino para la participación y la reflexión atraves del arte y la fiesta compartida.
En la foto se lo ve junto a Enrique, otro de esos personajes que a la manera del inmortal Cachilo, recorre los rincones de la ciudad, cargado de frazadas y de ilusiones postergadas, durmiendo donde lo encuentre la noche.
No es casual entonces que el flaco Palermo, en otros tiempos mezcla de artista callejero y vendedor de popchoclo, lo invitara a compartir la fiesta de Nochebuena a él y a tantos solitarios sin hogar y sin futuro.
En un correo electrónico que acabo de recibir, Palermo cuenta a quien lo quiera escuchar: "Enrique, mi hermano y yo queremos contarles que por segundo año, vamos a festejar este día de encuentro el 24 en La Grieta y además abrimos las puertas para todo aquel que no tenga techo y por que no, a quien quiera venir a pasarla con nos".
Entonces uno siente que el arte es otra cosa y que los artistas tantas veces alejados de la gente, recuperan con este y otros tantos gestos la capacidad de transformar el mundo y permitirnos creer que todavía no está todo tan perdido como lo proclama la tendenciosa farándula de la televisión.
Quién sabe. En una de esas, Enrique de tanto andar por La Grieta se convierta por esos misterios que tiene el arte, en aquel Rey Momo que año tras año el grupo que dirige Palermo se empeña en revivir con sus tradicionales carnavales. Y a través de la grieta del tiempo, la ciudad encuentre en otro soberano de la noche al heredero de aquella legendaria corona que luciera con orgullo el ya mítico Alfonso Alonso Aragón, ese otro Momo que alegraba los corsos de nuestra infancia.
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