Treinta minutos deslumbrantes marcaron el cierre de los festejos locales por el Bicentenario. Miles de rosarinos coparon la explanada del Monumento a la Bandera y disfrutaron anoche de un espectáculo multimedia nunca visto en la ciudad. Hubo luces, fuegos interminables, sonidos potentes, imágenes y un sólo grito: ¡Viva la patria! No faltaron aplausos ni emoción tras la entonación del himno argentino.

Puntualmente a las 20, como se había anunciado oficialmente, las luces del entorno se apagaron y comenzó el show. La multitud que copó la avenida Belgrano y las calles adyacentes y los vecinos que espiaban desde sus balcanos esperaban ansiosos. De inmediato la cúpula del Monumento se convirtió en un enorme proyector y por allí desfilaron los protagonistas de la gesta de Mayo con sus voces y arengas. También aparecieron las figuras más destacadas de la historia nacional, desde cada una de sus ramas y expresiones.

Se leyó el acta de la Primera Junta y se escuchó la proclama de libertad. Y hubo estallido: los fuegos artificiales fueron interminables, de todos los colores posibles, de diversas formas y figuras, al frente y al costado del escenario central, con el río de imponente testigo escenográfico. Desde el mirador del propio Monumento partieron fuegos y luces. Cada explosión volaba más alto que la anterior y pronto el cielo de Rosario se convirtió en una paleta de colores, con el celeste y blanco como eje.

Mientras el sonido atrapante cautivaba a la masiva concurrencia, los rostros de los más pibes irradiaban sorpresa. Los grandes también lucían emocionados y eran centenares las banderas que flameaban. Familias enteras habían concurrido temprano al cierre de los festejos locales para conmemorar el Bicentenario de la patria.

Cuando se apagó el último fuego, y el láser dejó de crear figuras, se entonaron las estrofas del himno. Fue el broche preciso para una noche que la ciudad difícilmente olvide.