CIUDAD
El público colmó la sala para escuchar a Enzo Tossi, secuestrado dos veces en 1976. La primera vez, el 18 de julio, por diez días, a raíz de un altercado callejero. El 13 de noviembre de ese año lo fueron a buscar a su casa, a las 2 de la madrugada. Era dirigente del sindicato de Mosaistas y militante del Partido Comunista. Lo llevaron al SI. En sus torturas, que se prolongaron en el tiempo, se detuvo en los llantos de un bebé que le hacían escuchar. El Ciego Lofiego lo hizo desesperar diciendo que era su hija. Más tarde, José El Pollo Baravalle lo tranquilizó: su familia no estuvo en el SI. Supo que tenían una grabación para martirizarlos. En enero de 1977 lo llevaron a la cárcel de Coronda.
El relato de Tossi fue exhaustivo y de alto contenido político. Contó las torturas sufridas por muchos compañeros en el SI, y se detuvo especialmente en Gustavo El Befo Píccolo, que "la pasó muy mal". Una vez en el penal, el propio Agustín Feced -comandante de Gendarmería e interventor de la policía rosarina, muerto en 1986- fue a buscar a Píccolo a Coronda. Una denuncia ante la Cruz Roja Internacional impidió que hoy estuviera desaparecido. Durante más de una hora, el testigo relató no sólo lo que vivió, sino también sus sensaciones durante los años de detención. "Mucho tiempo después leí un artículo de León Rozitchner que decía que era necesario implementar la desaparición de personas para que millones de personas del pueblo aceptaran su propia desaparición como sujeto político. Después arrasaron con todo", dijo el testigo, quien confió en que "habrá otros bullicios que no terminarán en el fondo del mar, con otros jóvenes". Los aplausos y vítores lo acompañaron al entrar y al salir. Después de declarar, recibió decenas de abrazos.
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