En el Latinoamérica, la preocupación por la seguridad pública es similar a la de cualquier otro barrio, incluso los términos son los mismos. "Hay un destacamento, pero casi que no funciona. Si mandan algún policía es porque está con carpeta médica, o viene una chica embarazada o alguno castigado. Y después, la comisaría 5ta lo retira para cubrir otro hueco", explicaron los vecinos. Entre las veredas internas del barrio, en el playón deportivo o en la plaza, los grupos de jóvenes que transcurren la tarde aflojan la guardia cuando reconocen a sus vecinas en plan de mostrar el barrio a los cronistas.

Ellas lo valoran: "Hay códigos todavía con la gente de acá. Es que algunos de los traviesos son hijos de vecinos, y si nos ven, se quedan en el molde. Hay respeto". El problema común que señalan es un punto de venta de drogas que persiste junto a la vía cercana, a la altura de calle Pueyrredón.

La otra asignatura pendiente es conseguir que la provincia, así como les facilitó la escrituración, les rescate el centro de salud, donde la precariedad parece ser la norma. "Por lo menos, ahora tenemos un lugar desde donde participar de las decisiones del barrio y de reclamar institucionalmente al Estado", concluyeron.