Pinola en el fondo y Larrondo arriba. Los dos son actores secundarios en el Central de Coudet, no siempre reciben los flashes. Pero ayer realmente tuvieron un papel protagónico, fueron los baluartes para resguardar el partido, en el caso del defensor, y definirlo, en el del atacante. Tras el partido, el pelado dijo que sabía que Unión "iba a ser complicado" y valoró haber "cambiado a tiempo". En tanto, el lungo admitió que el partido fue "duro, difícil, se jugó con mucha fricción, no se podía jugar". Abrazado a su gol, dijo que el grupo no quiere "aflojar nada" y, a falta de dos semanas, comenzó a ilusionarse con el clásico ante Newell's. "Es lo más hermoso, me gustaría estar, no lo he jugado nunca", cerró.