"Celia, la madre de Ernesto, me contó una historia que me pareció conmovedora, y que está en el libro. Porque el asma de Ernestito condicionó la vida de su familia. Ernesto Guevara ha sido una pesada carga para su familia, primero por el asma y después por el mito, ésa es la verdad. El asma condicionó la vida, porque se anotaba hora por hora lo que él hacía, qué comía, dónde iba, cuándo tenía ahogos, cuántas inyecciones se le daban. Se dormía con una palangana con vapor para que respirara, el olor a los remedios para el asma era continuo en la casa, y las limitaciones para salir a jugar eran infernales. Entonces Celia me contó que en una de las casas donde vivieron, estaban los chicos jugando en el fondo y Ernestito, que había tenido un ahogo esa mañana, miraba desde la ventana. La madre vio la cara de desolación de ese chico, y le preguntó si quería jugar, pero el padre le contestó: `¡Pero no ves que esta mañana tuvo el asma, lo único que falta es que le hagas comer milanesas al mediodía, ¿querés que se muera?!`. `No`, le dijo ella, `quiero que viva, y esto no es vida`. Entonces le abrió la puerta para que fuera a jugar, y Ernestito, que se da cuenta que ahí hubo un conflicto, les dice: `Bueno, voy a jugar, y si me muero, me morí...`. Con ese `y si me muero, me morí` vivió toda su vida. Hizo siempre lo que quiso, porque incluso le ocultó a Fidel que era asmático para que no le impidiera subir al Granma".