¿Otra vez las vacaciones? Sí, lector, otra vez, la playa, la playa, y la playa... ¿por qué esa costumbre de ir siempre a la playa? ¿Qué tiene la playa que no tengan las sierras, los lagos, los montes, las cordilleras, los edificios de 100 pisos, los campos, las estancias, los sótanos, los PH, los laboratorios científicos, las oficinas, las redacciones, los ministerios, los bares, los restós, las galerías de arte?

No lo sé, pero la gente insiste... Y de hecho, no hay canciones... “En una oficina junto al maaaaar” o “¡Vamo a la oficina, o, oooó!”. No, es la playa, siempre la playa. Y junto al mar, o eventualmente al río, agua y arena, arena y agua... ¡nadie se quiere ir de vacaciones a una plantación de soja, a hacer castillitos de poroto!

Es por eso que estamos como estamos, lector... ¡algunos bronceaditos, otros doraditos, otros plateaditos, otros cobraditos, y otros, aburriditos!

Bueno, lector, éste es el suplemento del balde y la palita, de la carpa y la sombrilla, del bañero y la banderita de “mar dudoso”, del protector solar, el vendedor de barquillos, el sánguche de milanesa, las dos “horas para hacer la digestión antes de meterse a la pileta”, la paleta, las ojotas, el “vamos a caminar por la arena” y todos esos mitos, esos ritos, esas verdaderas costumbres transformadas en rituales, en mitos, en leyendas transmisibles de una generación a otra... “¡pensar que acá nos conocimos con mi tercera ex esposa”; “pensar que en los ‘90 yo estaba acá cuando me enteré de que el dólar se había ido a las nubes”. ¡Cuántos recuerdos imborrables! Y nosotros, los que hacemos SátiraI12, siempre en la playa con usted... desde hace más de 21 años, nuestro suplemento playero es infaltable, para protegerlo de la mala onda.

Nos vemos el próximo sábado, lector.