¿Cómo le va, lector? Acá estamos, festejando la libertad, que el virrey se va, se va, y nunca volverá (ni será millones), que criollos, indios, negros, mulatos, mestizos y zambos podemos disfrutar en libertad (bueno, los negros todavía no, pero pronto, pronto) de nuestra patria, que es cierto que gobernamos en nombre de Fernando Séptimo, que no gobierna ni en España, ya que Napoleón Bonaparte lo hizo renunciar sin necesidad de saqueos ni corralitos, eso sí, y que está todo por hacerse: el himno, la bandera, la escarapela, las costumbres, las tradiciones, las rutinas, los saludos, los insultos, las antinomias, las amistades, las rivalidades, los mitos. Los medios de comunicación, las mentiras más creíbles y las verdades más increíbles, necesarias para constituir una nueva patria (y hablando de constituir, una constitución no nos vendría nada mal, al menos para saber qué transgredir, no?). Por eso, porque esto recién empieza, no puedo menos que despedirme de usted hasta la semana que viene, con una frase que acabo de acuñar, y que creo que puede llegar a ser histórica: “al gran pueblo argentino, ¡salud!”. Desde mayo de 1810, para usted, lector.

Nos vemos la semana que viene, dentro de 200 años.