Viernes, 6 de noviembre de 2009 | Hoy
7 DE NOVIEMBRE
El camión de Soy este sábado se moverá al ritmo de Fernanda Laguna para empezar y al de Gustavo Lamas, para no parar. Los dos DJ’s reflexionan sobre lo que significa pasar música en la Marcha del Orgullo y se comprometen por escrito a que no falte Gilda, ni cumbia, ni algo de punk, algo romántico y un poco de B52’s, Virus, Diana Ross, Adicta y Roxy Music, entre otros.
Si algo diferencia la Marcha del Orgullo de otras marchas es justamente la música. Allí se marcha bailando o se baila marchando, da lo mismo. Y música es lo que pondrá el camión de Soy a esta edición 2009 de la mano de Gustavo Lamas y Fernanda Laguna, los DJ’s invitados, quienes harán de las suyas en un camión decorado al mejor estilo Jardín del Edén, pero con unas Evas y unos Adanes que se las traen.
Ya el año pasado Fernanda Laguna —que es escritora, artista y supo ser alma mater de la galería Belleza y Felicidad hasta fines de 2007— fue una de las animadoras, junto con los DJ Pareja, del camión del suplemento. “Fue una experiencia increíble, la marcha es un evento súper importante. Además estar arriba del camión, que se va moviendo a medida que la marcha avanza, con toda esa gente que baila y te saluda desde abajo, fue algo muy lindo. En la marcha se comparte lo que cada uno es, las diferencias de cada uno, y eso inspira la música. Entonces también es una suerte de agasajo, una especie de ofrenda, un deseo de dar a través de la música lo que uno se imagina que quieren los otros”, dice Fernanda, quien asiste a la marcha desde 1998, más allá de que el año pasado fue el primero en que pasó música.
“Lo bueno de la marcha es que tiene un montón de significados y cada uno se agarra de alguno para participar”, dice Gustavo Lamas, músico, DJ, colaborador de Soy y exponente destacado de la música electrónica en la Argentina. “Se puede ir por las reivindicaciones políticas, la visibilidad, decirle no a la discriminación, por ser una gran celebración de la diversidad y hasta por ser un punto de encuentro con amigos. Para mí es un poco todas estas cosas y me gusta que con el tiempo haya dejado de ser algo de un solo sector para convertirse en algo mucho más abierto. Es genial que una vez al año la Avenida de Mayo, con tanta historia de marchas y situaciones densas, se convierta en una gran pista de baile.” Pero ¿qué le aporta la música a la marcha? ¿Y qué música no puede faltar? Lamas opina: “La música aporta colorido, baile y pulso al avance por la calle. Es indispensable para que la marcha se convierta en una gran fiesta y por suerte cada vez hay más camiones. La cultura queer está en el ADN del glam rock, la música disco, high energy y el house, todo eso no puede faltar me parece. En este sentido, voy a tomar la posta de la pasada que en 2008 hicieron Los Pareja con clásicos como ‘Generation of Love‘ (Jesus Loves You), ‘Everybody’s Free’ (Rozalla), ‘High Energy’ (Evelyn Thomas) y agregar B52’s, Virus, Diana Ross, Adicta, Roxy Music, Amanda Lear, entre otros. Además de mis favoritos, que suelo recomendar en el Soy.”
Por el lado de Fernanda Laguna, la cosa vendrá bastante más tropical y latina –según anticipa ella–. “Creo que algo que no puede faltar en la marcha es la cumbia. ¡Gilda no puede faltar! Pienso poner algunas cumbias colombianas, música bien caribeña, sobre todo porque me gusta cómo bailan en Centroamérica, como si imitaran animales y fueran capaces de mover hasta la parte más recóndita del cuerpo. También quiero poner algo de música romántica, un tema como ‘Mi niña veneno’, de Ritchie, que es una de esas canciones que las escuchás y parece que no tienen género. Algo de punk, algún tema de Fangoria, de todo un poco. Mucho latino, mucha música en español. Música para cantar y corear, sobre todo.” Quizá para agenciarse así la mayor cantidad de público, considerando que habrá otros camiones y otros DJ’s que animarán la fiesta. “En la marcha no se trata sólo de bailar”, apunta Laguna. Y reconoce que la mezcla que se forma entre la música de los distintos camiones y los tambores que algunos van tocando a medida que la gente avanza terminan formando “una megamúsica”.
Gustavo Lamas, por su parte, se resiste a pensar que exista un gusto musical específicamente gay y no considera la sexualidad del público a la hora de pasar música. “No me gusta pensar demasiado en un público en particular o, peor, en la idea de target a la hora de poner o recomendar música. Pero claro que están los clichés y lo que se supone que funciona o es infalible para una audiencia gay. Enseguida aparecen Madonna, Boy George, Michael Jackson, ‘Dancing Queen’ o ‘I Will Survive’, que en realidad ya no son sólo íconos gays sino parte del firmamento de la cultura pop y pronto patrimonio de la humanidad. Entre lo peor de esos clichés, señalaría el uso del ‘Stop’ de Erasure, cuando no son Los Sultanes que ponen los musicalizadores en la tele para decirle marica a alguien. Prefiero pensar en el desprejuicio, la apertura mental, la falta de rollos para entregarse y ponerle el cuerpo a la música. Aunque en realidad eso no debería tener un pomo que ver con la identidad de género. O sí. Depende de cómo se lo mire.”
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