Jue 31.12.2009
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¡A tomar la leche!

El descubrimiento de una enzima capaz de disolver el VIH puso en jaque a la comunidad científica: no sólo por el método usado por su descubridor, sino porque además patentó los preservativos que capitalizarán la buena nueva. Pero atención, la cura todavía no está lista. Queda, sí, libre de riesgos la ingesta de esa sustancia de sabor intenso siempre que ésta se aloje en el condón salvador.

› Por Alejandro Modarelli

Con el fin de año, una enorme expectativa recorre el universo científico, pero también las fábricas de condones. El reciente descubrimiento de la enzima beta reductasa 3,14 está llamado a despertar por fin al mesías dormido. El año 2010 trae una buena nueva con relación al VIH. Para la ciencia, estaría probado que la enzima es el vector privilegiado para morder el talón de Aquiles del virus. Al mismo tiempo, y a causa del hallazgo, los fabricantes de preservativos se ven a sí mismos como posibles reconstructores de determinadas prácticas sexuales, desde hace mucho consideradas insalubres a causa de la difusión de la epidemia. Insalubres, y hasta olvidadas, para varias generaciones que alguna vez fueron devotas de una sexualidad animada por así decirlo, de una cierta obsesión por los sabores radicales. Una gastronomía prohibida, que ahora podría recuperarse.

La enzima beta reductasa 3,14 fue detectada en la saliva de los varones adultos de la etnia güevedoce, en Dominicana, y provocaría la inmediata disolución del virus del VIH en contacto con éste. Sin embargo, el método por el cual se comprobó la eficacia de la enzima instala a la ciencia en una encrucijada donde, se dijo, “la ética y el triunfo a menudo se divorcian, pero ante todo se deben valorar los resultados”. La confesión pertenece al jefe del equipo médico a cargo del programa “Corten con el sida, capítulo Caribe”, ahora bajo investigación del Tribunal de Disciplina Científica de la ONU y el responsable del descubrimiento, el colombiano Aureliano Buendía.

Brevemente, y para comprender los ejes del debate, debe decirse que la enzima referida sólo actuaría en el semen ya expulsado del conducto peneano, pues no ha sido demostrada su validez y autonomía en el interior mismo de las gónadas. A esta conclusión se arribó luego de años de estudio sobre los mismos miembros de la etnia güevedoce, instruidos por los científicos en el ejercicio de cuidadosas felaciones; lo que no se tiene aún claro es por qué ha provocado una merma en otro tipo de intercambios sexuales acordes con lo que diversas iglesias y religiones consideran propias del orden natural.

Una vez publicados los protocolos en el Medical Sodoma Review, y antes incluso de que la ponencia fuese presentada en la Conferencia Internacional Rerum Novarum sobre enfermedades indecentes en la cripta de la Basílica de San Pedro, se ha desatado un río de objeciones acerca de los límites morales en la prosecución de los grandes objetivos humanos.

Quienes sí, en cambio, se hallan a salvo de esta clase de pruritos sobre el orden natural son los propietarios de multinacionales de preservativos, quienes para el año 2010 piensan lanzar al mercado el modelo “airbag”, recientemente inventado. Esta conocida nominación, la de airbag, fue tomada de otros ámbitos como el de la seguridad vial. Como se sabe, en caso de choque, algunos automóviles cuentan con esa suerte de salvavidas instalado frente a los asientos del conductor y el acompañante y que, al accionarse, opera como amortiguador del golpe.

Ahora bien, lo revolucionario del nuevo preservativo, que cuenta entre sus componentes con la enzima beta reductasa 3,14 de los güevedoce, es que al ser introducido dentro de la cavidad bucal, anal o vaginal se expande varios centímetros, permitiendo al retirarlo del pene aprovechar hasta un máximo de semen expulsado, en el que el virus del VIH ha sido minuciosamente anulado. “Hace tiempo que no tragaba leche en semejante cantidad. Para mí es un regreso a lo mejor de mi juventud. Es la concreción de una utopía por la que he luchado con todas las herramientas que me proveyó la ciencia y la tecnología”, confesó nada menos que el inventor del preservativo de quien, escándalo mediante, se conoció sorpresivamente el nombre. Se trataría, según fuentes del Comité de Etica de la ONU, del mismísimo Dr. Aureliano Buendía, jefe del equipo descubridor de la enzima salvadora. “Sé que muchos encuentran incompatible mi profesión de biólogo con el hecho de haber patentado este instrumento innovador. A ellos les digo que todo el esfuerzo, por demás exitoso, no tuvo como objeto principal el afán de lucro sino más bien la regeneración para una parte de la humanidad de aquel jardín de las delicias en el que nada proveía de mayor placer que una jugosa mamada.”

No obstante las explicaciones del biólogo Buendía, los demás científicos del Programa “Corten con el sida, capítulo Caribe” se resisten ahora a compartir cartel con el inventor del novedoso preservativo. “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, se quejan. Claro que el Vaticano todavía no ve huellas de actividad divina en los avatares del descubrimiento científico, y menos aún en el indecoroso invento.

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