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El tan esperado útero externo no sólo ha sido diseñado y
aprobado por la FDA, sino que ya se comercializa y puede ser adquirido online. Con una campaña dedicada especialmente a parejas gays, el útero artificial da vida, da independencia y da muchísimo que hablar.
› Por Mariana Enriquez
Tras un año de pruebas de laboratorio, la compañía finlandesa Mäki acaba de lanzar al mercado el útero artificial, un dispositivo pensado casi en exclusiva a partir de la expansión del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo en el mundo occidental. Por supuesto, puede ser usado por mujeres con problemas de fertilidad, pero Mäki ha decidido orientar su campaña de promoción hacia las parejas gays. ¿Por qué? Explica su director ejecutivo, Finbar Kekkonen: “Entendemos que toda persona tiene derecho a desear un hijo concebido con la menor cantidad posible de intermediarios. Las parejas –heterosexuales u homosexuales– pueden optar por la donación de vientre, pero en muchos casos, los futuros padres quieren que el niño sea más cercano. En el caso de una pareja de hombres, esa cercanía física era casi imposible, hasta la aparición del Utero Externo, que nuestra compañía desarrolló con esa futura familia en mente”.
¿En qué consiste el útero externo? En un híbrido sintético-orgánico que tiene las mismas dimensiones que el útero femenino (7,6 cm de longitud, 5 cm de anchura y 2,5 cm de grosor), y que luego de ser fertilizado en las instalaciones de Mäki –están estudiando la manera de que también resulte sencillo para los futuros padres unir óvulo y espermatozoide en un laboratorio casero, pero el método aún parece lejano– debe ser conectado al cuerpo de uno de los padres mediante un dispositivo muy similar al de la hemodiálisis renal, ya que el útero debe ser permanentemente irrigado: dentro del cuerpo de la mujer, recibe las arterias uterinas y el drenaje linfático se dirige principalmente a los ganglios linfáticos ilíacos internos y externos, hacia los paraórticos. Suena complejo, pero una vez instaladas las cánulas en el brazo, el útero externo puede ser trasladable: se cuelga en un soporte rodante de la misma manera que un sachet de suero fisiológico y de esa manera se puede ver el crecimiento del feto y controlar la temperatura del órgano en cualquier parte. Salvo el endometrio, que es orgánico, las otras capas del útero son sintéticas y están destinadas a dar calor, de modo que el riesgo de infecciones es bajo: así, el padre puede continuar con su vida laboral normalmente si lo desea, como cualquier mujer embarazada.
Por supuesto, la iniciativa de Mäki –que todavía no puede considerarse masiva, ya que el precio del útero externo asciende a los 15.000 euros– causó revuelo entre organizaciones políticas y sociales conservadoras o religiosas. El clamor es unánime: quienes hagan uso de este dispositivo estarían violando las leyes de la naturaleza y jugando a Dios. Para los próximos meses, planean manifestaciones de protesta en varias de las principales ciudades del mundo: se les pedirá a las autoridades de los países que permitan la venta y distribución del producto de Mäki que simplemente lo prohíban. Del otro lado, las organizaciones de gays y lesbianas también preparan su contraofensiva. “No pueden oponerse al avance de la ciencia”, dijo Helmut Wolkers, presidente la Federación LGTB de los Países Bajos. “¿Acaso están contra los trasplantes o las cirugías estéticas, o los implantes medicinales? Yo tengo hijos muy queridos que fueron concebidos en vientres de mujeres amigas. Pero siempre soñé con alimentar a mis niños con mi propia sangre. Este dispositivo ofrece esa posibilidad. Por supuesto, su uso no es obligatorio. Entonces, ¿por qué debería estar prohibido?”
Pero las protestas no provienen sólo de las áreas conservadoras del pensamiento público. Varios grupos feministas también se manifestaron firmemente en negativo, por considerar que el útero externo “hace que la mujer sea prescindible en tanto reproductora” y temen un Apocalipsis donde los hombres, sencillamente, dejen de relacionarse con mujeres para la reproducción. Andrea Willis, célebre teórica norteamericana, dijo: “Esto no es contra los gays. Ellos también acabarán siendo víctimas de una sociedad patriarcal que con este dispositivo ahora sólo necesitará a la mujeres para quitarles el óvulo. Imagino partidas de hombres organizadas cazando mujeres para quitarles el preciado huevo. Y esto hasta que logren clonar óvulos. Entonces quedaremos obsoletas. No podemos permitir este supuesto avance de la ciencia, que en realidad es un retroceso de la diversidad y la especificidad”.
El debate, que amenaza a la estructura de la sociedad tal como la conocemos, recién empieza.
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