Jue 31.12.2009
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Familias certificadas

El grupo se fundó después de haber dado con la herramienta capaz de detectar la cantidad suficiente de amor que se necesita para formar una familia. Después de su primer encuentro nacional, la Liga de Madres de Familia Lesbianas está en condiciones de augurar el éxito de quienes pasen la prueba de pureza amorosa. El debate está abierto y los certificados disponibles.

› Por Marta Dillon

Terminó con las últimas horas del día, a tiempo para que la multitud de niños y niñas pudiera cumplir con la rutina que sus madres han programado para ellos y ellas. Mujeres con ojos inflamados por la emoción, el rum rum de las ruedas de los carritos circulando por el asfalto, las voces cansadas todavía capaces de tararear las míticas canciones de María Elena Walsh, madrina del encuentro. Fue entonces cuando se escuchó la desgarradora voz de una niña: "¡Mamaaaaaaaaaa!" La avalancha levantó más polvareda que el derrumbe de las torres gemelas. No hubo ni una sola mujer que no se diera por aludida. No importó que tuvieran a sus vástagos correctamente tomados de las manos. Lo que verdaderamente importaba era que todas ellas, todas y cada una de las asistentes adultas al 1er Encuentro de la Liga de Madres de Familia Lesbianas (LMFL) son madres y que todas ellas responden a esas cuatro letras que modelan el imaginario de un niño o una niña feliz: mamá.

No fue un final trágico, sin embargo, a pesar de los magullones que dejó como saldo la estampida de madres dispuestas a atender a la voz que, de alguna manera, las llamaba a todas. Al contrario, esa fue la confirmación de que la fundación de esta Liga de Madres era necesaria y que el armado final estaba libre de toda impureza.

El movimiento había comenzado años atrás, casi al mismo tiempo en que se gestó el lema mundial "el amor hace una familia", requisito supremo en una familia feliz aunque no indispensable en las familias del común. ¿Y quién se atrevería a cuestionar a una familia feliz y desbordada de amor? Las investigadoras del Conicet, María Eva y Eva María, madres a su vez de Mariano Evo, tuvieron claro desde el principio que se necesitaría un escudo indestructible frente a la amenaza fundamentalista y se pusieron manos a la obra. Hoy, el fruto de sus investigaciones está disponible: un termómetro capaz de determinar con suma precisión el grado de amor que se respira en cualquier hogar. Con esta herramienta indispensable comenzó a gestarse esta nueva agrupación que no acepta términos medios: "Será con amor o no será nada".

"Sabemos que el mundo está plagado de buenas intenciones, pero hay situaciones objetivas y nuestro amórmetro es capaz de retratarlas". Midiendo en una escala de 1 a 10, sólo podrían integrar al LMFL quienes superen el 8, con vistas a seguir creciendo hacia el 10. "Menos que eso no podemos hablar de nuevas familias, mucho menos de familias lesbianas ya que todas acordamos que en éstas el amor es más firme que el cemento entre ladrillos".

No han faltado voces disidentes a esta iniciativa purista, pero el escudo del amor ha podido repelerlas. Claro que, subidas al tren de la pureza, hay quien dice que la vanguardia se ha separado de las bases: al amórmetro le ha seguido otra herramienta de precisión capaz de medir, esta vez, la lesbianitud de las implicadas en una familia como requisito sine qua non para integrar la LMFL.

"Formamos familias lesbianas y producimos material que sirva a nuestros intereses. Así defendemos a nuestros hijos e hijas y les proveemos un entorno seguro, lleno de respuestas verificables científicamente" ¿Qué sucede con las familias que no alcanzan el objetivo? "Es sencillo, pueden optar por el modelo heterosexual o monomaternal, ya que otra denominación sería falaz". ¿El amórmetro serviría sólo para familias lesbianas?, es la pregunta que se impone. "También podría aplicarse a familias con dos padres, al resto, sencillamente, no se les exige taaanto amor".

Eva María y María Eva están esperando ahora mismo a una niña que se está gestando en el vientre de una de ellas, aunque no dirán en cuál ya que ambas lucen cual si estuvieran embarazadas a fin de crear la plena conciencia de la maternidad a dúo.

Como guardianas de la familia nuclear, así se presentaron estas mujeres llegadas de todo el país a la localidad de Nono –antigua voz aborigen que quiere decir "seno femenino" y alude a los montes idénticos que dan sombra a este lugar de Traslasierra cordobesa, similares a dicha anatomía femenina-, junto a representantes del resto de latinoamerica. "Una pareja materna, no más de dos hij@s", es su lema, ya que en el armado de las familias estas mujeres también tienen en cuenta el cuidado del planeta y la necesidad de no superpoblarlo.

Los debates que se agitaron bajo los senos de piedra incluyeron también una ancestral preocupación de las lesbianas más radicales: cómo forzar a la ciencia para permitir la reproducción sin intervención de hombre alguno. "Es una preocupación. A muchas lesbianas les repugna incluso saber que el semen puede penetrar en su cuerpo. Hasta ahora hemos logrado que la tecnología lave ese líquido al punto de aislar sólo el material genético necesario para la concepción", contesta María Eva, categórica. Si algún hombre interviene, éste estará esterilizado convenientemente por el delantal blanco de los galenos, fundamentales para la creación de un relato original "desde el principio".

"No hablamos por boca de pavo –la palabra "ganso" se presta a dobles sentidos en los que estas mujeres no quieren incurrir–, si no por lo que hemos estudiado y creemos en la pareja nuclear. Si hay dos mujeres en ella, con el nivel de amor necesario, estamos en condiciones de afirmar que esa familia será exitosa", asegura Micaela y continúa: "Sabemos que la mente humana acepta la dualidad, porque todos nacemos hombres o mujeres". Frente a las quejas que parte del colectivo LGBTTI presentó por esta última afirmación, las LMFL se mantienen impertérritas: "No negamos la existencia de personas con problemitas pero lo cierto es que al final siempre quieren ser o varones o mujeres".

Sobre la noche, cuando ya la mayoría de los y las pequeñ@s ya estaban comiendo su papilla y el balance positivo del encuentro se digería más rápido que el arroz integral, surgió un rumor que preocupó a la línea fundadora que intentó evitar a toda costa que se filtre: ya habría en el grupo una división. Es que hay lesbianas que no terminan de digerir la presencia masculina en el momento de la concepción y consideran que la máxima pureza de la familia lesbiana sólo puede llegar de la mano y la inseminación de otra mujer, una médica. Sin embargo, la LMFL Intransigente no llegó a un acuerdo: la moral lesbiana es estricta y la inclusión de una tercera es un debate abierto, aun en el momento de la concepción. Las fantasías, admitieron las investigadoras, son capaces de alterar el rendimiento del amórmetro, aunque sea fugazmente.

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