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Viernes, 5 de febrero de 2010

ES MI MUNDO

Holly shit!

Acaba de estrenarse en el Festival de Sundance Howl, una película de Rob Epstein y Jeffrey Friedman que despliega el escándalo poético que significó Aullido, de Allen Ginsberg, en las letras norteamericanas.

 Por Daniel Link

Historia de un libro

Allen Ginsberg nació el 3 de junio de 1926, hijo de Naomi Ginsberg, inmigrante rusa, y de Louis Ginsberg, poeta. Mientras cursaba estudios en la Universidad de Columbia, al norte de Manhattan, entró en contacto con los escritores que, junto con él, constituirían el núcleo duro de la beatnik generation: Gregory Corso, Jack Kerouac y William Burroughs.

En 1955, instalado ya en San Francisco (la meca de la peregrinación contracultural), entrega a la imprenta Aullido, un largo poema dividido en tres partes y una “nota al pie”. El libro circuló sin sobresaltos en su primera edición, de quinientos ejemplares. En mayo de 1957 apareció la segunda edición, de 3 mil ejemplares, que fue retirada de las librerías bajo acusaciones de obscenidad formuladas por el fiscal público Chester McPhee, quien sostenía: “Usted no querría que sus hijos se cruzaran con esto”. El 21 de mayo de ese año glorioso para las letras norteamericanas, el también poeta y editor Lawrence Ferlinghetti fue arrestado por “publicar y vender material indecente”.

Una vez desarrollado el juicio, el 2 de octubre, Ferlinghetti fue declarado inocente y las restricciones sobre Howl se levantaron, pero el libro ya había pasado de la historia de la literatura al mito.

En 1963, Ginsberg publicó Kaddish, otro poema de largo aliento, esta vez dedicado a su madre muerta, entre otros libros como Reality Sandwiches (1960), Planet News (1968), The Fall of America (1972), Mind Breaths (1977), Plutonian Ode (1981), White Shroud Poems (1985), Cosmopolitan Greetings Poems (1994) e Illuminated Poems (1996).

Además del reconocimiento por su obra poética, Ginsberg desarrolló durante décadas una intensa actividad de activismo político. Fue expulsado de Cuba cuando hizo público su deseo de practicarle una lenta felación a Ernesto Guevara. De haber aceptado el líder la generosa invitación, la historia de Occidente habría sido distinta. Ginsberg murió el 5 de abril de 1997 con, tal vez, sólo esa deuda pendiente.

In partes tres

Para Ginsberg, la primera parte del poema (ver recuadro) representaba un planto (lamento) por el “Cordero americano”, metamorfoseado en una juventud dorada, entregada a los placeres de la carne, las drogas y la celebración perpetua de la vida. Se trata de una larga oración compuesta por versos de larguísimo aliento (Ginsberg relacionaba su vasta respiración con esas pericias mamatorias de las que el Che Guevara se privó), la mayoría de los cuales comienzan con la partícula relativa “que” (“who”, en el original en inglés). Es la parte más conocida del poema, y donde se caracteriza a la generación de posguerra norteamericana, de la que Ginsberg y el movimiento beatnik constituyen su costado más glamoroso. Alfred Kinsey había publicado, en 1948, Comportamiento sexual del hombre y, en 1953, Comportamiento sexual de la mujer, los dos libros que estabilizan la imaginación sexual de la cultura pop. Y, en 1955, Nabokov había propuesto en Lolita su propia versión de la revolución de los comportamientos de la generación de la píldora anticonceptiva y los antibióticos para las masas.

La segunda parte del poema nombra al monstruo que aniquila al Cordero: es Moloch, el dios de los fenicios, cartagineses y cananitas (que algunos historiadores identifican alternativamente con Cronos y Saturno). Ya en Metrópolis, de Fritz Lang (película que Ginsberg cita en sus notas de composición), Moloch aparece como el capitalismo que devora a los trabajadores atados a las máquinas de producción, pero es en los Cantos de Ezra Pound donde seguramente el poeta encuentra la fuerza verbal para denunciar a la plutocracia (“la arpía tuerta del dólar heterosexual”).

La tercera parte es una letanía sobre la gloria del Cordero, directamente relacionada con la pasión de Carl Solomon, a quien Ginsberg conoció en un hospital psiquiátrico en 1949 y que en Howl fundamenta el estribillo “Estoy contigo en Rockland” (el nombre de fantasía que asigna al loquero).

Como coda, Ginsberg agrega una “Nota al pie” (ver recuadro) que juega estructural y rítmicamente con la segunda parte, pero esta vez como un canto de alabanza (“Holly”) sobre la santidad de la sexualidad (hipótesis que reaparecerá, naturalmente, en los textos contemporáneos de Pier Paolo Pasolini quien, luego de conocer al santo poeta beatnik en 1966, declara que la “verdadera revolución” es la que sucede en los Estados Unidos).

Poesía en imágenes

Rob Epstein y Jeffrey Friedman son conocidos por su producción en el mundillo del documentalismo gay (The Times of Harvey Milk. The Celluloid Closet). Ahora, con el estreno de Howl en el Festival de Sundance, han generado cierto revuelo.

La película es un híbrido (basado en el poema, naturalmente) que combina segmentos propiamente documentales con el drama judicial tan previsible en este caso y... ay, ay, ay, animaciones alucinatorias que “ilustran” los versos de Aullido, leídos a lo largo de la película por un Ginsberg desempeñado por el carilindo James Franco (el mismo que hacía de novio de Milk en la película de Gus van Sant). En otros roles aparecen David Strathairn, Jon Hamm, Mary-Louise Parker y Jeff Daniels.

Según los avances, la película Howl proclama que la homosexualidad es normal y que, como la poesía, es una expresión de sentimientos.

Curiosa deriva de la historia: no es, por cierto, lo que el texto de Ginsberg dice con su insistencia en la santidad y (por eso mismo) en la subversión.

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David Strathairn y James Franco en un fotograma de Howl.
 
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