Viernes, 5 de febrero de 2010 | Hoy
PD
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El reconocimiento explícito de la no discriminación hacia las personas homosexuales en los estatutos del Partido Comunista de Cuba es un hecho que responde a todos los esfuerzos que el Centro Nacional de Educación Sexual y muchas otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales estamos realizando por el reconocimiento y respeto de los derechos de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros. Contrario al comentario publicado en el suplemento SOY del periódico Página/12, este no es un asunto exclusivo de Mariela Castro, ni obedece a una campaña de propaganda internacional pro gubernamental enarbolada por la hija del presidente; es una necesidad de fortalecer nuestro partido y hacer valer sus principios democráticos e inclusivos.
El Partido Comunista cubano no hace mención alguna en sus estatutos y reglamentos a la orientación sexual o a la identidad de género de sus miembros. Muchos militantes comunistas, como gran parte de la población, continúan siendo prejuiciados sobre estos temas y relacionan la orientación sexual con la moral y los principios socialistas. No hacer referencia explícita en los estatutos deja abierta una brecha para que se cometan injusticias basadas en estas creencias. Es una falacia total la prohibición a las personas homosexuales de su admisión en la organización política. Muchas personas gays y lesbianas militan en la organización. Mi propia militancia es un ejemplo vivo de ello.
En Cuba se aplicaron políticas homofóbicas durante las primeras décadas de la naciente Revolución. Esta contradicción se enmarcaba en uno de los procesos de cambio radical que favorecieron los estratos sociales más desfavorecidos. Sin embargo es falso que en la Cuba revolucionaria se masacrara a persona alguna y mucho menos homosexuales. Al parecer se confunde con las masacres que se cometen contra la población transgénero en tantos países latinoamericanos y también un poco más al norte. Es notable cómo este medio —y tantos otros— ponen límites a la cacareada libertad de prensa y no reflejan en sus páginas esta triste realidad, como tampoco se refiere a las masacres y vejaciones a las personas transgéneros durante y después del golpe de Estado en Honduras. Afortunadamente, ese no es el caso cubano.
(...) Quien quiera hacerse eco de informaciones no verídicas ni comprobadas, que lo haga. Los opositores fuera y dentro de Cuba hacia nuestras acciones, lejos de malograr nuestro trabajo, lo facilitan. Enfrentar las resistencias es un ejercicio excepcional de aprendizaje. Es de esperar entonces que nuestro trabajo provoque reacciones como estas. Ya lo dijo Don Quijote: Los perros ladran, Sancho, señal que cabalgamos...
Alberto Roque Guerra
Activista gay del Centro Nacional de Educación Sexual en Cuba
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