Viernes, 19 de febrero de 2010 | Hoy
Francia es el primer país en el mundo en quitar a la transexualidad del catálogo de enfermedades mentales, algo que las organizaciones Glttbi vienen exigiendo a la Organización Mundial de la Salud, que la registra en su catálogo de enfermedades, y a la Asociación Americana de Psiquiatría, que también señala a la transexualidad en su manual médico —de referencia mundial— como patología. El decreto del Ministerio de Salud francés “suprime los trastornos precoces de la identidad de género” de un artículo del Código de la Seguridad Social relativo a las “afecciones psiquiátricas de larga duración”. La ministra de esa área, Roselyne Bachelot, había anunciado el 16 de mayo de 2009, antes del Día Mundial de la Lucha contra la Homofobia y la Transfobia, que la transexualidad ya no sería considerada como una afección psiquiátrica, aunque recién se efectivizó ahora. Un primer paso para avanzar contra la estigmatización y la violencia estructural e institucional que sufren las personas transexuales en cada rincón del mundo.
Desde que el 21 de diciembre del año pasado la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México DF aprobó el matrimonio para parejas del mismo sexo con todos los derechos que esto implica —responsabilidad mutua, herencia, bienes gananciales, adopción—, los recursos judiciales y las declaraciones públicas para denostar este avance en materia de derechos civiles han sido el alimento diario del más latino de los países de América del Norte. Por supuesto que la voz más enardecida es la de la Iglesia Católica, que ve cómo se resquebraja su imperio sobre las Indias (sí, América latina). No hubo domingo sin que algún prelado usara el púlpito para gritar su desesperación, y a estos servidores del orden heterosexual y machista los ha socorrido con sus declaraciones la misma cabeza de la institución. El último domingo, en la catedral del DF, el cardenal Norberto Rivera Carrera fue portavoz de Benedicto XVI: “El Papa habló claramente sobre los derechos de los niños a tener una familia constituida, a gozar del amor de un padre y una madre. Es una aberración que se condene a los huérfanos a una situación antinatural”. Pero si esto era esperable, más preocupante resulta la advertencia del ex procurador de México, Diego Valadés Ríos, sobre las profundas divisiones que se están dando en ese país. “Las dos primeras reformas llevadas a cabo por la ALDF en materia de aborto y de eutanasia pasiva dieron lugar a una auténtica reacción en sentido físico y jurídico. Esta reacción produjo 18 reformas constitucionales en los estados y hay dos más esperando el turno de dictamen y votación, una en Tlaxcala y otra en Sinaloa, con lo que en este momento más del 50 por ciento de los habitantes de la República Mexicana viven en un régimen jurídico exactamente opuesto al establecido en la Ciudad de México. La respuesta en esas 18 entidades ha sido la penalización extrema del aborto, mucho más acentuada de la que existía antes de la reforma en el Distrito Federal. Esto nos debe preocupar con relación a la nueva reforma que adoptó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (con relación al matrimonio gay), porque lo que sería gravísimo es que ahora se desencadenara una auténtica campaña homofóbica en el resto del país.” La reflexión del ex procurador sirve para pensar en cómo se resolverá la cuestión del matrimonio en nuestro país: si modificando el Código Civil en ámbitos legislativos o por vía judicial, lo que dejaría al arbitrio de los diferentes jueces o juezas la resolución de casos particulares.
Con el comienzo de los Juegos Olímpicos de Invierno en Vancouver, Canadá, se abrió la Pride House para que los y las deportistas gays y lesbianas —el deporte es así de esquemático, salvo contadas excepciones sólo acepta mujeres y varones biológicos para poder ordenarlos categóricamente— “puedan sentirse a gusto junto a sus amigos y familiares”. Aunque los organizadores de los Juegos de Invierno aclaran que puede ir cualquier persona más allá de su orientación sexual, cierto aroma de incomodidad puede leerse en la necesidad de crear un espacio bien etiquetado para la hora del rélax. Claro que hay otras razones de peso: en la Pride House podrán solicitar refugio político lxs deportistas que se sientan discriminados en sus países de origen a causa de su orientación sexual.
El certamen es conservador y hasta anacrónico, y la participación de los concursantes exige poco más que horas de gimnasio y depilación definitiva. Sin embargo, los organizadores del Worldwide Mr Gay, en Oslo, lo plantean como la elección de un “modelo de conducta”. ¿Cuál conducta? La de estar fuera del closet, algo que para algunos de los participantes de los 25 países que participaron puede costarles la vida o la libertad: es lo que sucede en algunos países de Africa y en China. De hecho, Mister China tuvo que salir de su país como refugiado. Tal vez esto es lo que pesó a la hora de elegir como ganador al sudafricano Charl van den Berg —blanco, para más datos— contra el favorito español Sergio Lara.
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