Viernes, 21 de marzo de 2008 | Hoy
PD
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Con lágrimas en los ojos soy más blanda que otras veces. Esto lo sabe bien mi mujer, que a veces me pide que llore para ablandar mi humor. Con la espada en la mano soy un personaje de temer, esto ya es vox pópuli, tengo un carácter de mierda, aunque con los años lo he mejorado, todavía me queda mucho trabajo por hacer.
Y acabo de llorar con los testimonios de los hijos que confiesan su amor por sus padres/madres lesbianas y/o gays en la primera entrega de este suplemento. Y sé que cuando lloro no sólo me ablando, también soy mejor persona, más amorosa, más comprensiva, más profunda. La emoción me hace ser más yo, menos ese personaje en pie de guerra.
Entonces, gracias SOY por hacerme ser un poco más parecida a mí misma, por hacerme salir un poco de mí. Por darles a mis ganas de tener hijos un indicio de que tal vez crezcan en un país un poco más tolerante. Todavía falta mucho por recorrer, todavía no tenemos un reconocimiento legal de nuestro amor, todavía mis hijos no podrán tener el apellido de ella, aunque sí heredarán sus modos, su manera de decir, quizá su forma de pararse. Quién sabe, quizá sean ellos los que elijan su apellido cuando tengan edad para hacerlo. Por ahora no es una opción, por ahora hay que firmar unos papeles imposibles por si a alguna nos pasa algo. Y cómo no pensar en eso, asesinaron a mis padres cuando tenía tres años, y fui criada a los tumbos por familiares, algunos generosos, otros maltratadores, que cargaban en mí las “rebeldías” de mis padres. Fui criada en el seno de una familia católica, conservadora, en la cual ser homosexual todavía está mal visto. Cuando mi tío murió de sida, dijeron en la familia que había muerto de leucemia, “la forma elegante de llamar a ciertas enfermedades”, dijo mi abuela años después. Y así pasaron los años nombrando a las cosas con eufemismos que sólo acarrean malos entendidos y dolor.
Por eso festejo que salga este semanario en un diario de circulación absolutamente pública y que cada uno/a en la privacidad de su casa pueda disfrutar y entender que lo mejor que se puede decir de los seres humanos es que somos diversos e inclasificables. Y eso nos hace más libres y más bellos. Libres, somos más fuertes.
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