Viernes, 19 de noviembre de 2010 | Hoy
ES MI MUNDO
Es el grupo más fiestero y sexy de la actualidad, Scissor Sisters es uno de los últimos iconos de la cultura queer. Esta noche se presentan por primera vez en Buenos Aires y aprovechamos para contarte la historia y las claves detrás de este fenómeno del pop mundial.
El asombro y el primer impacto causado por su carta de presentación, que sonaba incansablemente en las radios, alentaba la incógnita: ¿quiénes eran estos émulos de los Bee Gees que versionaban el bajonazo de “Confortambly Numb” de los Pink Floyd, con voz de ardilla, en tempo disco y en plan fiestero? Los Scissor Sisters, aparecían en los antípodas de la arqueología y la corrección musical de otros grupos de Nueva York como LCD Soundsystem, Radio 4 o The Rapture quienes, en ese momento, reivindicaban el post punk disco y actualizaban para el gran público el sonido de bandas como Gang Of Four, Liquid Liquid o Konk. Lo de los Scissor iba por otros carriles. Con las claves del pop bien aprendidas, el atrevimiento y la desfachatez, cargaron con un mundo de referencias más al alcance de la mano y menos reivindicable desde aquella corrección que la cultura rock imponía. No había que bucear demasiado lejos para encontrar su punto de partida: Elton John, Bee Gees, Electric Light Orchestra y Village People. Algo así como conquistar al mundo hurgando entre las ofertas del outlet discográfico.
En la Buenos Aires de esa época (2004) su irrupción nos sonaba familiar. Nos recordaban al desparpajo que nos proponían los Miranda, que eran el ingrediente infaltable de las fiestas porteñas en pleno caos post 2001. La fórmula, similar: voz con falsete, chico y chica al frente y referencias tan eclécticas como desprejuiciadas.
La banda se gestó en la noche de Nueva York. La típica historia de amigos que comparten gustos e inquietudes estéticas y deciden hacer un proyecto conjunto. Con los roles definidos, adoptan el estrafalario nombre Dead Lesbian And The Fibrillating Scissor Sisters, bautismo poco feliz e imposible de recordar para una banda que terminaría vendiendo millones de discos. Afortunadamente la abreviatura no sólo sonaba bien, sino que era tan provocadora como cargada del doble sentido que los caracterizaría: “¡Es una posición del Kamasutra! Describe una pose usual entre chicas. El nombre surgió por culpa de Jake, dado que sus actuaciones en esos clubes en los que él bailaba antes eran muy zarpadas y queríamos un nombre que tuviera el sabor de lo prohibido”.
Desde el primer álbum, el quinteto mantiene su formación inicial con un chico que provenía del mundo del strip tease, Jake Shears, secundado por la cantante de cabarets suburbanos neoyorquinos Ana Matronita, junto al bajista y cerebro musical Babydaddy y, por último, Del Marquis en guitarra y Paddy Boom en batería. Desde sus comienzos, siempre estuvo claro que sus códigos guardaban más relación con la cultura gay que con citas oscuras al blues o el rock de garaje. Lo de ellos es tirar la chancleta, vestirse con los mejores brillos y hacerte bailar hasta el cansancio. Irrumpieron en un momento en el cual el lugar de banda icono queer estaba vacante y vinieron a ocupar el espacio que, alguna vez, les correspondió a los Culture Club o Frankie Goes to Hollywood.
Con su álbum debut fueron la revelación del 2004 y lograron ser unos de los artistas más vendedores del Reino Unido, lugar en el que mayor receptividad tuvo su música y donde vendieron más de dos millones de copias de Scissor Sisters. En Estados Unidos, sin embargo, su éxito es relativo ya que cierto resabio homofóbico acota su popularidad: aquello de nunca serás profeta en tu tierra, algo que no les preocupa mucho. Jake, con sensaciones ambiguas sobre la idea de cargar con el sambenito de ser “la” banda gay, reflexiona: “El hecho de que en nuestro grupo varios de nosotros seamos gays afecta tanto nuestra música de la misma manera que afecta a Blondie que varios de sus miembros sean straight. Nadie le pregunta a Bruce Springsteen sobre su virilidad o sobre su pertenencia a la comunidad hétero. Yo creo que es un poco injusto que nos definan de esa manera. ¡Somos mucho más que eso! Nosotros nos consideramos más una banda excéntrica que gay”. De todos modos, no se relajaron con la cuestión de desmarcarse y, con el tiempo, es algo con lo que aprendieron a convivir. Así lo ve Ana: “Creo que al principio intentamos evitarlo porque nos parecía despectivo. Yo creo que Jake antes que gay es un excelente compositor. ¿Qué es una banda gay y qué es música gay? No lo sé. Pero, en todo caso, sí estamos muy orgullosos de representar a la comunidad gay en muchos sentidos”. Finalmente Babydaddy remata: “Nos gusta que nuestra audiencia sea lo más abierta posible. Hay gente que a lo mejor no nos va a ver si sólo tocamos en festivales del orgullo gay así que intentamos tocar en salas típicas de rock, aunque no desechamos nada”.
Aquel primer disco es una catarata de hits y melodías instantáneas de esas que uno termina coreando en la ducha o se pegan como chicle. Las letras, sin embargo, no se quedan en la simpleza y tratan de hacer alguna bajada de línea o pintar su aldea en metáfora. “Tits on The Radio” acusa al alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, de forzar a las drag queens y travestis a vivir en ghettos y alejarlos de la visibilidad, “Take Your Mama Out” cuenta la problemática del hijo favorito que trata de hacerle entender a su madre que, por más que haya estado con una chica, su camino va por otro lado y la lleva a conocer su vida nocturna, mientras en “Return To The Oz” se reflexiona sobre el desastre que la droga crystal causa sobre parte del círculo gay norteamericano: “Para regresar a Oz hemos huido del mundo/Con sonrisas y mandíbulas apretadas/Por favor ayúdame amigo de abajo/He perdido mi lugar y ahora no puede ser encontrado”.
Luego de su sorprendente éxito y una gira interminable, volvieron a casa en Nueva York a bajar los decibles —cosa nada fácil con el derroche de adrenalina que practican en sus shows— para comenzar a pensar el paso siguiente con las altas expectativas y la presión de dar un segundo paso discográfico. Entre la resaca de tanta fiesta y volver a experimentar la soledad del hogar, comenzaron a aparecer las nuevas composiciones de “Ta Dah”: “Nuestras canciones están pensadas para pasar un buen rato y hacer que la gente sea un poco más feliz pero, en realidad, en muchos temas también hay momentos muy tristes, auténticos dramas. Es algo extraño, porque ‘I Don’t Feel Like Dancin’ es una canción sobre sentirse miserable; una canción bailable sobre alguien que no está de humor para bailar. Creo que resume bien el espíritu del grupo, porque a veces nos hemos sentido así. No son necesariamente temas felices, pero sí emocionales, ya sea algo melancólico o divertido. Lo que no podríamos hacer nunca es un álbum con canciones en las que pareciese que siempre estuviéramos enfadados”. Este fue el corte con el que finalmente cumplieron su sueño de grabar junto a Elton John, quien participa con sus inconfundibles martilleos en el piano. El álbum vuelve a hacer gala de su eclecticismo y al combo, con su infaltable toque disco, agregan dosis de glam rock y aires sixties. “Land of a Thousand Words” y “She’s My Man” fueron los siguientes cortes de este disco con el que regresaron al éxito. Esta vez no sólo lograron ser número uno en Gran Bretaña, también estuvieron al tope del podio en Australia.
Para grabar su último disco los Scissor tuvieron varias idas y venidas. Desecharon material y se tomaron varios meses en el estudio hasta dar con Night Work, ni más ni menos que un disco conceptual dedicado a la discoteca y la vida nocturna. Jake, buscando excitación y aires nuevos, se mudó unos meses a Berlín. Una noche en un club de esos en los que absolutamente todo tipo de intercambios está permitido, mientras bailaba extasiado, tuvo la visión de hacer un álbum lujurioso, sexy y bailable. La temática gira alrededor de la idea del chico perdido suburbano que encuentra su lugar en el mundo bajo los reflejos de una bola espejada y al ritmo de la música disco. Para llegar a buen puerto fue clave la convocatoria de las manos mágicas del productor británico Stuart Price, el mismo que devolvió a Madonna a las pistas con su Confessions on the Dancefloor y responsable del excelente Aphrodite de Kyle Minogue. Por primera vez, el disco cuenta con varios guiños al techno pop y el eurobeat desde los Pet Shop Boy, ABC, Bronsky Beat hasta Kraftwerk y Devo. Como para promocionar siempre viene bien algún escandalete, llamaron la atención publicando un aviso en un conocido site de contactos gay, en el cual se hacían pasar por un chico muy apetecible que, entre medidas y señas particulares, deslizaba la data sobre el nuevo álbum. También fueron víctimas de una absurda censura en la popular red social Facebook que no quiso, en un primer momento, reproducir la portada del álbum. La imagen en cuestión es una foto del gran Robert Mapplethorpe con un primerísimo primer plano del trasero del bailarín clásico Peter Reed, muerto en 1986. La cosa no pasó a mayores y sirvió de propaganda extra musical y, de paso, poder contar amplificadamente las razones detrás de la tapa y su relación con el espíritu del nuevo material: “Representa un período del que hemos extraído nuestra inspiración para este álbum —la luz y la oscuridad, el hedonismo, la libertad y la tragedia de los años ‘80—. La foto es sexy, tiene humor, es juguetona y da la idea de alguien que acaba de terminar de bailar durante un largo tiempo, y éste es exactamente el tema del álbum”.
Los Scissor Sisters tocan esta noche por primera vez en la Argentina en el marco del Hot Festival. Prometen recorrer el colorido de sus éxitos inoxidables. Una cita ineludible si te gusta el pop, el baile y la fiesta.
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