Viernes, 18 de febrero de 2011 | Hoy
LUX VA A MONTEVIDEO
Para demostrar que veranear en Punta del Este no significa darle la espalda al pueblo sino, en todo caso, entregar mucho más que eso, nuestrx cronista cruza el charco y se empapa como siempre mientras descubre que La Cagancha tira más que un Hotel Conrad.
¿Atacaron a Milagro Sala por ir al Conrad de Punta del Este a ver a Charly? La indignación cambió mi plan de vacaciones de febrero. Ni Córdoba, ni Bariloche, ni Villa Gesell: el destino del ocio serán las playas esteñas. Ahí vamos. Sepan lectorxs que a medida que se acerquen las elecciones presidenciales, verán a Lux bajar a las más amenazadas trincheras, en defensa de cualquier vertiente del progresismo, y sobre todo del progresismo sexual. Hoy serán las playas uruguayas, mañana un escrache al culo cerrado del diputado Olmedo. Y no se trata de integrismos partidarios sino de marcar un rumbo epopéyico para las nuevas generaciones Glttbi: Lux de Eros es también luz de Faro. Y al que no le guste, que le guste.
La Leo y Faviola Love pidieron acompañarme en esta gesta, no tanto por Sala sino más bien porque querían desnudarse en la playa esteña de Chihuahua, con la ambición nada secreta de llevarse de vuelta el recuerdo de grandes polvos ecológicos. Por supuesto que su falta de conciencia política no me enfureció, porque la luz de la justicia social llega a veces por rutas intrincadas, y muchas veces es el sexo quien abre la puerta de la revolución del pensamiento. Miren si no a Daniel Guerin, que decía haber llegado al socialismo a través de los cruce sexuales con los proletarios. Aunque, claro, en Chihuahua no hay bañistas proletarios. Están, más bien, los habitués de la disco Human, pero muy cerca de ahí (dato para los aventureros) pululan soldaditos de no sé qué instituto militar que si no se teme el amanecer en la playa, pueden ser la vía regia para los placeres más convencionales pero menos esperados.
Lo cierto es que el Buquebús nos depositó en el puerto de Montevideo, y mientras la Leo y yo esperábamos en la cola la partida del micro que nos llevaría a Punta del Este, vuelve Faviola Love de los retretes como bajo los efectos de una posesión místico- populista. Había hecho el amor (así dijo, porque cree que hasta una mamada merece, si no poesía, al menos respeto gramatical) con un trabajador golondrina de Paysandú, que le pidió pasar juntos el fin de semana, ay, en el Radisson Hotel: “Dejen que ese micro se vaya sin nosotrxs”. No pudimos negarnos porque Faviola Love estaba en trance y sordera y dispuestx a gastarse hasta los dos aguinaldos de 2011 en el chico de Paysandú. ¿Deberíamos cambiar una semana en Punta del Este por un sábado y domingo en el Radisson Hotel de Montevideo? No hubo caso, las cartas del deseo estaban echadas, y Lux jamás será obstáculo entre lo que lance Cupido y el blanco móvil.
La Leo y yo, después de una tarde de pileta olímpica, vagamos a la noche por la 18 de Julio, una especie de Corrientes montevideana, y ya en la Plaza de la Cagancha nos dimos cuenta de que por mejor publicidad neoliberal que tuviese, no hay “Uruguay con reglas claras e inversiones extranjeras” donde sus microcentros urbanos no sean también dormitorios de la miseria, y los barrios como Pocitos o Carrasco, los escenarios más bellos de una injusticia.
Y, mamada de por medio en el ruinoso cine Biógrafo, cerquita de La Cagancha, donde la Leo probó todos los sabores, estx Lux obtuvo ese fin de semana el amor de su propio trabajador golondrina, y de la mano pasearon por la 18 de Julio, mirando de reojo a los turistas ricos, los dos con mucha conciencia social, y no comieron perdices porque estaban muy caras. l
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