Viernes, 13 de mayo de 2011 | Hoy
ENTREVISTA
En Políticas de disidencia sexual en América latina. Sujetos sociales, gobierno y mercado en México, Bogotá y Buenos Aires, el mexicano Héctor Salinas analiza cómo se formulan las demandas y qué tipo de respuestas reciben de parte de las instituciones en tres puntas del mapa sudamericano, desmarcándose de la “diversidad” para pasar a considerar a las identidades no heterosexuales como disidentes y heterogéneas. Además analiza cómo el mercado cristaliza una identidad gay excluyente y discriminatoria.
Por Diana Maffía * y Flavio Rapisardi **
–El libro aborda tres variables, que son: los sujetos sociales de la disidencia sexual y la forma en la que elaboran sus demandas; el gobierno, que a veces responde a esas demandas por medio de políticas públicas; y el mercado, como elemento que incide en las identidades de los sujetos sociales y en las respuestas del gobierno. Estas tres variables las analiza en las tres ciudades latinoamericanas que se han destacado por ser las de mejor organización social, tener un mayor número de políticas de disidencia sexual y ser al mismo tiempo las más “gay friendly”.
–Mi libro anterior se publicó en México hace dos años y abordó las políticas públicas de disidencia sexual en México. De la fecha en la que terminé ese libro hasta ahora se han sucedido cambios muy significativos, por lo que quise actualizar la investigación. Luego surgió la idea de hacer un estudio más allá de mi país y así surgió el proyecto de este libro.
–El tema no está de moda, aunque por fortuna sí está muy vigente. Es decir, no es oportunista la escritura de este libro sino que es reflejo de una realidad social innegable y, como lo dice el editor en la contratapa, de una realidad que recorre el continente con fuerza imparable. Entonces, para la academia es muy importante el abordaje del tema. Además, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, donde estoy adscripto, está trabajando seriamente el tema, así que las condiciones están dadas para este tipo de investigaciones.
–Tiene cinco capítulos. El primero presenta el marco teórico en el que se basa el libro, es decir, términos como el de disidencia sexual, políticas públicas, mercado rosa, entre otros. Los siguientes tres capítulos, es decir, el dos, tres y cuatro, presentan cada uno una ciudad de estudio, México, Bogotá y Buenos Aires, respectivamente, siguiendo la misma secuencia de temas. Finalmente, el quinto capítulo presenta un análisis de las tres variables mencionadas anteriormente en cada una de las ciudades estudiadas. Cada capítulo cuenta con su propia relación de fuentes de consulta y sus anexos, lo que permite la lectura modular del libro, si así lo desea el (la) lector(a).
–Es un concepto que algunos investigadores hemos venido impulsando para superar la limitante que puede presentar el término “diversidad sexual”, que es el que se emplea comúnmente para referirse a estos temas. Cuando se habla de diversidad se debe entender que en lo diverso entran todas las posibilidades de la sexualidad humana, incluyendo la heterosexualidad, y por ende esta noción es inadecuada cuando la usamos para referirnos a las demandas, grupos o movimientos no heterosexuales. En contraposición, el término disidencia implica una distinción de la heteronormatividad impuesta, que además es una distinción reivindicativa y política.
–Desde luego lo considero así, de hecho esa realidad que mencionas ha impulsado algunos cambios alentadores en algunos varones heterosexuales que han comenzado a cambiar sus prácticas cotidianas y sus relaciones interpersonales, alejándose de ese modelo impuesto; y en el terreno académico han surgido los estudios de masculinidades y varones, que con bases epistemológicas del feminismo han planteado caminos alternativos a la forma tradicional de construir el concepto “hombre”. Sin duda, la heteronormatividad es una camisa de fuerza para los propios heterosexuales y por ello es alentador que existan también entre ellos y ellas disidencias con respecto a esta norma.
–Hablar de disidencia sexual lleva implícito un enfoque de género, en la medida en que la disidencia sexual apela a modelos diferenciados de relaciones sociales, sexuales y de pareja a los establecidos por el modelo dominante. En tal sentido, el enfoque de género sirve a los actores sociales de los que da cuenta el libro para buscar esas formas culturales, sociales y humanas de relacionarse con base en nuevos códigos.
–Si disienten de las normas impuestas por el machismo y el heterosexismo, y aplican modelos distintos de distribución de poder en sus relaciones con sus semejantes y con el sexo opuesto, tratando de romper los modelos del género impuestos socialmente, claro que podríamos hablar de heterosexuales disidentes. Sin embargo, el libro hace énfasis en la disidencia como distinción de la heterosexualidad, que es tan válida como cualquier otra expresión de la sexualidad humana, pero que ha sido impuesta desde el poder como medio de control social, haciendo necesaria tal distinción.
–Los enfoques queer son sumamente interesantes, pero me parece que poco adecuados para la realidad de los países latinoamericanos, en los que apenas hemos empezado a reivindicar las identidades disidentes como elementos de lucha y de conquista de derechos. La deconstrucción y de hecho desaparición de las identidades que plantea la teoría queer me parece útil para contextos más avanzados en lo que hace a la cultura de aceptación de la diversidad en general, pero no para realidades en las que se han dado apenas algunos pasos legales para el reconocimiento de derechos, pero donde culturalmente falta tanto por avanzar.
–Me parece que sería importante avanzar en nuevos modelos para construir y entender la diversidad en todos sus sentidos, incluyendo la disidencia sexual, así como resulta ya imprescindible avanzar en la construcción de nuevos modelos económicos y sociales. En tal sentido considero que los actores que luchan por derechos sexuales e identitarios deberían generar alianzas con otros movimientos y sectores sociales con quienes integrar puentes de comunicación y apoyo para la conquista de mejores sociedades.
–Uno de ellos es la similitud de demandas y de historia entre los movimientos reivindicativos de las tres ciudades y su apuesta por los derechos humanos y la legalización. En lo que hace al mercado, me parece importante haber podido comprobar que la identidad gay de manera preponderante, aunque no exclusiva, es en mucho un modelo impuesto desde el mercado y, por tanto, una identidad excluyente y discriminatoria; y en ese sentido, la necesidad existente de impulsar otras formas de identidad y de vida para los varones no heterosexuales, en otros ámbitos que no son el mercado. En este sentido, una propuesta del libro es dejar de considerar la agenda del movimiento gay como la única agenda, y considerar que existen distintas demandas que muchas veces quedan relegadas por la preponderancia de la identidad gay por encima de las otras que integran al movimiento.
–La identidad gay se refiere preponderantemente a una imagen de varón blanco (no amerindio o afrodescendiente), con acceso a ciertos circuitos de cultura popular, ingresos económicos medios a altos, conocimientos de moda, viajero, etcétera. Así, al ser construida desde el mercado, la identidad gay es discriminatoria por razones de raza, por ejemplo cuando un varón no blanco es excluido de ciertos eventos sociales por no contar con el perfil estético adecuado, o por razones económicas cuando es excluido de facto de los circuitos de consumo. De esta manera deja fuera de consideración a miles de varones que manteniendo prácticas homoeróticas, y relaciones amorosas con otros varones, son excluidos de la identidad gay porque esas relaciones y prácticas no se corresponden con el modelo dominante con el que comprendemos al “gay”.
–Creo que es muy complejo en la actualidad, pues es inoperante, al haberse ido agregando con el paso del tiempo cada una de las identidades, hasta quedar algo innombrable. Además me parece importante resaltar que cada identidad tiene sus propias demandas, agendas y necesidades, y por lo tanto no conforma un movimiento social en sí mismo, más o menos fuerte que los otros, y que sólo de manera estratégica podemos hablar de un movimiento en conjunto. Por ambas razones, me parece más adecuado el término disidencia sexual.
–El pequeño aporte que puede hacer el libro es ser un reporte de lo que está sucediendo en tres ciudades latinoamericanas. Aunque no pretendo descubrir nada nuevo, en el libro hago un intento por sistematizar, de manera acuciosa, las políticas que existen en las tres ciudades, la apuesta de los actores sociales por la legalidad y los derechos humanos, y el contexto neoliberal del mercado en medio de estos dos procesos. Si con este trabajo logro generar interés por el tema y la discusión del mismo en sectores que se acercan al tema por primera vez y en las personas expertas en el mismo, y al tiempo logro aportar algo para las futuras discusiones del tema, me veré muy complacido por ello.
–Es una investigación frontera, o multidisciplinaria: retoma conceptos de la sociología, como movimientos sociales, sujetos sociales, también de la ciencia política y la administración pública, como políticas públicas y agenda de gobierno, e incluso de la mercadotecnia, al analizar el mercado, y de la psicología social podríamos mencionar la noción de identidad. A final de cuentas lo que me parece muy importante es que he tratado de escribirlo de tal manera que tanto las personas que conocen del tema y de estos conceptos, como quienes no, puedan encontrar una redacción accesible y un lenguaje sencillo y claro, para que pueda ser leído lo mismo por especialistas que por quienes se acercan al tema por primera vez. Espero haberlo conseguido.
* Docente e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Legisladora porteña.
** Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación UNLP. Secretaría de DD.HH. Nación. Activista Falgtb.
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