Viernes, 2 de septiembre de 2011 | Hoy
A LA VISTA
El multiple choice es extenso y es fácil imaginarse un breve temblor en la mano de quien va haciendo equis entre los casilleros con la ilusión de conseguir un trabajo en la compañía que tiene como imagen de su marca de ropa a la modelo argentina Valeria Mazza, conocida no sólo por su blonda y tradicional belleza sino también por sus opiniones francamente homofóbicas. ¿Qué debería marcar quien está en busca de trabajo cuando una de las opciones es, por ejemplo, “en ocasiones he mentido respecto a mi sexualidad” frente a otra que afirma “me gustan las personas del sexo opuesto”? ¿Habrá que optar por esquivar la que hace referencia a la mentira y si es así cruzar dos líneas en el casillero de la salida del closet obligada, aun cuando tenga tan poco que ver el sexo de las personas por las que uno o una se siente atraída con la habilidad para atender la caja de la sección bazaar, por ejemplo? ¿Y qué hacer después, cuando la planilla de opciones se meta con las afinidades ideológicas o religiosas? ¿Seguir a pie juntillas el mandato de la verdad? Porque esa opción también aparece hacia el final del test de Perfil Selección Falabella, hay que asumir que se dijo la verdad o que se mintió en ocasiones como si fuera la última zancadilla antes de poner la firma y esperar ese llamado para ponerse el uniforme de la empresa, a veces tan deseado. Decir la verdad o asumir la salida del closet frente a empleadores con tantos pruritos pareciera ser tan inútil como decir la verdad en esos cuestionarios que hay que llenar para entrar a determinados países y que preguntan como si alguien fuera a dudar sobre la respuesta si lleva drogas en el equipaje o si alguna vez mató a alguien. En el contexto de este test que el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) ha denunciado públicamente en Chile porque “hace consultas que no tienen relación con la idoneidad profesional o técnica de las personas, pues muchas de sus preguntas se vinculan con aspectos que corresponden a la intimidad y vida privada, no constitutivas de falta o delito alguno, y con su pensamiento respecto de religiones o ideologías”, no sólo crece la figura que eligió la empresa latinoamericana —aquí instalada con hiperlocales en los que se venden desde cosméticos y ropa hasta tecnología y otros artículos para la casa— para su marca de ropa en toda la región como un signo de coherencia. También sirve de ejemplo para describir de qué tipo de cosas se ocuparán en conjunto el Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (Inadi) y el Ministerio de Trabajo de la Nación a partir del convenio que se firmará el próximo lunes para “brindar protección y promover el empleo para gays, lesbianas, travestis y trans”. Claro que habrá que pedir políticas diferenciadas, ya que evidentemente no es lo mismo ser gay o lesbiana que travesti a la hora de pedir trabajo, ya que difícilmente las personas trans lleguen a la instancia de llenar el cuestionario de Falabella.
Puesta a marcar lo que no corresponde, la empresa tuvo reflejos rápidos de todos modos y dijo que esas preguntas habían sido ideadas por una consultora a la que ya estaban amonestando y conminando a eliminarlas. Lo que no dijeron hasta ahora es qué harán con la información que ya recabaron de sus empleados y empleadas, aunque dudosamente esta información tenga demasiado que ver con la verdad. O con la diversidad.
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