Viernes, 23 de diciembre de 2011 | Hoy
SER Y ESTAR. CRíTICO DE CINE, ACTIVISTA, DRAG NAVIDEñO Y CHICO DE TAPA
Mi lado (oscuro) de la cama y mi mesa de luz es mi rincón preferido porque ahí tuve y (cruzo los dedos) tendré orgasmos de cualquier tipo y factor. Pero también es un gimnasio de pesadillas y sueños, todos mezclados con lo que hojeo en noches y días entre sábanas que son como lienzos blancos que enchastro con mi forma barroca y pop de relacionarme con todo tipo de cultura y contracultura.
1. Retrato de Gizmo, el mogwai protagonista de la saga Gremlins, dirigida por Joe Dante. Gizmo es como Platero, pequeño, peludo y suave, pero también es la amenaza de expandirse en criaturas abominables, anarquistas, grotescas que brotan como pochoclo explosivo de su interior. Y encarna uno de los tipos de cine que me gusta habitar, la película pochoclera tóxica, descompuesta, que se viste de género para desviarnos, que parece pura ternura pero si te descuidás se convierte en Rambo y tiene la misma ferocidad arisca de un gato. Además, Gremlins es la gran película macabra de Navidad.
2. Libros de mesa de luz. Me identifico plenamente con lo que dice Reinaldo Arenas en Antes que anochezca: cada vez que voy a dormir llevo la misma cantidad de libros que para un viaje largo. Por eso la acumulación babélica al costado de la cama es inevitable y tengo una mesa de luz elevada que siempre se desborda en el piso, porque es necesario alimentar mi cerebro para tener buenas pesadillas con más frecuencia, aunque la mayoría de las veces tengo el mismo sueño fetiche: una cama desenfrenada con Francis Ford Coppola, mi sex symbol absoluto. Ultimamente, me interesa más leer historieta que literatura en la previa al sueño o en las noches insomnes, es lo más parecido que encontré a tomar LSD antes de dormir.
3. Muñecos de Bob Esponja y Patricio Estrella, la pareja queer que vive en Fondo de Bikini. Surrealismo submarino infantilista, que no me deja ejercer la nostalgia por los dibujos animados de mi niñez, no sólo porque lo conocí hace poco, sino porque todavía está vivo y mutando. Para mí la dupla es un show constante de drag queens, la mejor forma en que todxs vivimos nuestra infancia eterna.
Foto y producción Sebastián Freire para participar de esta sección: [email protected]
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