Fue la revista gay paradigmática de los ’90. Pero fue mucho más que eso: el primer intento perdurable de periodismo gay en la Argentina y un verdadero modelo para todas las de Latinoamérica que imitaron su estilo. Tildada a veces de frívola, ahora no lo parece tanto.
› Por Adrián Melo
Salió de manera continuada y mensual entre octubre de 1993 y diciembre de 2001. Una primera lectura hace coincidir su tiempo con el del auge y la caída del neoliberalismo. Y probablemente la revista no pudo dejar de captar cierto aire de época, a la vez que presentaba luchas y resistencias. Por ello presenta, como todo producto cultural, sus contradicciones.
El sello de su tapa era su logotipo (NX periodismo gay para todos) y un chongo musculoso desnudo. Por esos años, el gay blanco y masculino se integraba a la sociedad de consumo con todo un mercado preparado para él en donde primaban la estética, la cosmética y la erótica y se materializaba en gyms, discotecas, negocios de ropa, saunas y otros ámbitos privatizados para el uso de los placeres del cuerpo. Pareciera entonces que la revista acompañaba este proceso a la vez que reforzaba un estereotipo y lo consolidaba como objeto de belleza y deseo y como modelo de gay.
Sin embargo, era importante e incluso subversivo que una revista que no era pornográfica, mostrara orgullosamente la belleza de un cuerpo masculino que constituye un ideal de deseo para muchos. Había una cierta alegría en reivindicar el deseo por el cuerpo masculino, aunque éste no se presentara en todas sus variantes. A su vez, el cuerpo desnudo interpelaba al resto de la sociedad. No en vano, en varias ocasiones se intentó que la revista saliera oculta con un plástico oscuro, o el mismo quiosquero la mantenía oculta y relegada al sitio de las revistas porno. Era otro momento histórico y el sexo podía tener todavía un aspecto alegre y liberador a la manera del primer Pasolini. Era común dar un rodeo en torno del quiosco antes de comprarla, por vergüenza o pudor, para luego saborear alegremente cuando se tenía la revista en la mano como un pecado delicioso.
Por otro lado, queda pendiente de revisión la perspectiva de considerar el modelo de la “musculoca” como estereotipo puramente negativo. Entre otras cuestiones y para señalar sólo una, desde la perspectiva de la cultura gay, el modelo del gay musculoso rompió con el estereotipo del siglo XIX que presentaba a los gays desde el paradigma degeneracionista como cuerpo lánguido, linfático, delgado, deforme y enfermizo. Como toda discusión, también ésta debe presentar sus complejidades y matices.
En una entrevista de la semana pasada en donde en la radio El vahído homenajeó a la revista y entrevistó a algunos de sus principales responsables, su director, Adolfo Nusynkier, reveló las intensas discusiones al interior de la redacción respecto de la decisión de mantener o no el chongo desnudo en la tapa: “Era una estrategia comercial. A mí también me hubiera gustado salir de la lógica del chongo desnudo en tapa, pero en las ocasiones que la cambiamos fue un fracaso comercial”.
En efecto, hubo algunas variantes. En el número 24 de agosto de 1995, el fotógrafo Alejandro Correas disparó su cámara para retratar el beso de dos efebos que se animaron, sólo a medias, a mostrar sus bellos rostros sin afeitar en la tapa. Fue el comienzo de otra marca en las tapas de la revista. A partir de entonces, todos los aniversarios de la revista mostraban el beso de dos hombres. Como dijo una vez Michel Foucault en una frase hoy clásica: “La gente puede tolerar a dos homosexuales a los que ve irse juntos, pero si al día siguiente están sonrientes, tomados de la mano y abrazándose tiernamente, entonces no tienen perdón”. El beso dulce, amoroso, sensual, en diferentes variantes y posiciones entre dos chicos, resultaba más perturbador en ese momento que la imagen sexual.
En el número siguiente, el primero de tapa a color, se decidió cambiar una tapa hedonista por una tapa militante. Aparecían entonces en la portada, algunos de los principales referentes de la militancia Glttbi de aquellos años. No solamente eran gays como rezaba el logo de la revista y como era al comienzo de la publicación. Ahora aparecían gays, lesbianas, travestis, transexuales: Carlos Jáuregui, Ilse Fuskova, Lohana Berkins, Kenny de Micheli... Se articulaban y anudaban las luchas, se recuperaba una genealogía cultural y se hacía hablar también a los muertos. Quizá NX funcionaba como instrumento pedagógico que actualmente, como señaló Gustavo Pecoraro desde El vahído, permiten que recordemos a ciertos muertos como propios como Pepa Gaitán o que permiten reivindicar a la cooperativa Nadia Echazú.
La revista era, en realidad, tres revistas. Una revista amplia que combinaba notas predominantemente culturales (que reivindicaba a Néstor Perlongher, Pier Paolo Pasolini, Federico Moura, la revista Somos, trazaba una genealogía de las luchas por los derechos de la comunidad Glttbi, o presentaba notas de actualidad tales como escuela y discriminación, los gays y el paso del tiempo, el sadomasoquismo, la promiscuidad, los carnavales, etc.), otras tantas frívolas, reportajes a famosos (sin duda, en este aspecto NX también fue pionera; vemos desfilar en sus páginas, entre otros, a Gastón Pauls, Mario Pergolini o un Juan Castro en su plenitud, aún reticente a asumir públicamente su sexualidad, pero aportando desde su lugar por una sociedad más igualitaria y declarando en un párrafo que hoy suena muy triste (“Por ahí termino en un cabaret, tomando whisky y tocando el piano”) y humor que se reía de los estereotipos, de las formas de vida más frívolas, sórdidas y promiscuas de la vida gay (Gaytudeces). La segunda revista era la agenda, con imágenes de hombres totalmente desnudos, avisos referidos al mundo sexual y avisos de contacto para encuentros sexuales o amorosos entre hombres (otra marca de la revista: “Gay pasivo busca hombre musculoso, de pecho peludo para relación casual...”).
Y la tercera revista era la valiosísima publicación NX Positivo, con información actualizada sobre el VIH, medios de prevención y cuidado, lugares de consulta y atención, entre otras, y con una campaña sostenida en contra de la discriminación y generando lazos de solidaridad entre infectados y entre sanos e infectados. Educación sexual integral avant la lettre. Esta publicación generó un mercado aparte de tanta difusión que llegó a ser requerida y distribuida entre programas provinciales de sida y ONG especializadas en temas de diversidades sexuales y VIH, y en algunos hospitales.
Cuenta Sergio Maulen, uno de los editores redactores de NX Positivo, que cuando Jorge Salessi, el autor del brillante ensayo Médicos maleantes y maricas, fue entrevistado por NX, hablaba de su libro como “un instrumento de resistencia para el futuro, un documento que resguarda la memoria de quienes estuvieron antes”. El mismo Salessi les dijo a algunos integrantes de la revista que “aún no tenían conciencia en ese momento de lo que estaban haciendo, pero que la revista también era una forma de resistencia”. Viendo estas palabras a la distancia, y revisando en estos días las páginas de la revista NX, las palabras de Salessi adquieren más sentido hoy para muchos de los que fuimos parte de la revista, que en el momento en que fueron dichas.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux