Viernes, 5 de octubre de 2012 | Hoy
A LA VISTA
Editada a fines del año pasado, todavía a la venta en kioscos de todo el país, una revista para “orientar” a padres en educación sexual es la más reaccionaria guía de discriminaciones regida por los prejuicios católicos que intentan pasar por científicos.
Por Diego Trerotola
Lo primero que se lee en la tapa es “Para quienes quieran educar en el amor”, y acto seguido aclara que son “Orientaciones para padres” (aunque el cartón descartable también agrega “y docentes”, pero seguro eso no quedó impreso en la revista porque es una guía que no debería usarse oficialmente en las escuelas, ni siquiera en las confesionales: otra vez la confusión).
A pesar de que la ley 26.150, sancionada en 2006, impulsó un Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), todavía hay escuelas y docentes que no implementan debidamente los contenidos que permiten enseñar, desde una mirada inclusiva, la sexualidad a niños, niñas y jóvenes de cada escuela primaria y secundaria. Actualmente hay distintas estrategias que tratan de que la implementación efectiva sea una realidad y que no caiga en saco roto el esfuerzo de haber conseguido una legislación modelo para la educación sexual.
Como señala el Ministerio de Educación, la “ESI es un derecho de los chicos y de las chicas de todas las escuelas del país, privadas o estatales, confesionales o laicas, de nivel inicial, primario, secundario y para la educación superior”. Un derecho que hoy no se está ejerciendo en toda su dimensión, mayormente por prejuicios y/o miedos para hablar de ciertos temas con alumnas y alumnos, pero también por algunas personas o instituciones que tratan de que no se cumpla, porque hecha la ley, hecha la trampa. Una de esas instituciones es el Consejo Superior de Educación Católica (Consudec) que, como reacción al avance de la ESI, lanzó la campaña nacional Educación Integral de la Sexualidad (EIS), reescribiendo el nombre original de la ley para intentar confundir con contenidos discriminatorios editados en 200.000 revistas distribuidas en 13.000 kioscos de todo el país.
La confusión es la base de la publicación, porque saber que se trata de una revista católica es difícil: ni una página alude a alguna institución religiosa y el cartón descartable que acompaña la revista lo dice en una letra ilegible, microscópica, que es posible que nadie lea antes de tirarlo. Incluso, la dirección web que aparece, recursosEIS.com, se debe navegar para entender que se trata de una propuesta católica. ¿Por qué no enunciar claramente el marco ideológico? ¿Sentirán vergüenza de su dogma o sabrán que pocas personas comprarían una publicación católica? De igual forma, en toda la publicación se argumenta desde un supuesto punto de vista científico sostenido por “un equipo interdisciplinario de especialistas en pedagogía, psicología, medicina, sociología y comunicación”, sin citar bibliografía casi nunca.
Decir que algo es “para padres”, en el contexto de las leyes de matrimonio igualitario y de Identidad de Género es no sólo sexista sino también un insulto a las familias comaternales. O sea que, entonces, se trata de una publicación para quienes educan en el amor al patriarcado, que no debería sorprender siendo una revista católica (aunque quiera disimularlo). Si se busca en el sitio, eso está explicitado en una carta a los “educadores” del Pbro. Lic. Alberto Bustamante, presidente de Consudec: “Aspiramos a que nuestras comunidades educativas, y en ellas especialmente los padres de familia, cuenten con un material adecuado a las necesidades que plantea la exigencia de brindar una educación sexual acorde a nuestra cosmovisión cristiana”. Las madres mejor que se callen, son peligrosas, y más si son dos.
En el nombre de la rosa
Y si ésa es la tapa, no se pueden imaginar el contenido: tal vez tenga el record de discriminación en 48 páginas. Diría que es un catálogo de discriminaciones. Homo y lesfobia: “Relación sexual natural es la unión genital entre un varón y una mujer”; transfobia: “Los niños y las niñas tienen cuerpos distintos. Pero no sólo el cuerpo es diferente, también tienen gustos y formas de comportarse que son distintas. Las niñas tienen vulva y los niños tienen pene” (el subrayado genital no es mío), “No existe el cerebro unisex”, y así.
El texto didáctico contiene recuadros con alta densidad de discriminación, como el titulado “Heterosexualidad y homosexualidad”. Allí se dice que “lo más aceptado” como “origen de la homosexualidad” son “trastornos en el desarrollo psicosexual en momentos claves de identificación materno-paterno. También puede relacionarse con situaciones traumáticas como el abuso sexual y la violencia”. Se vuelve a la concepción más elemental de la orientación sexual como enfermedad y por eso, según el EIS, tiene cura: “Hay experiencias de personas que habiendo desarrollado una orientación homosexual logran revertirla mediante el tratamiento adecuado”. Una solución pasajera para la cura es la abstinencia, proponiendo siempre la castidad como valor puritano, incluso para las personas homosexuales: “Un aspecto que ha de diferenciarse es la tendencia homosexual de la conducta homosexual. El hecho de que una persona sea homosexual no implica que realice prácticas homosexuales”. Los homosexuales que no practican son aceptados en el Reino de los Cielos, como también los que lo practican en la sombra de la hipocresía, que es un hábito que hace a muchos monjes católicos.
La castidad monacal y la abstinencia se pregonan tanto para combatir la homosexualidad y enfermedades de transmisión sexual, que para el EIS es lo mismo. “Los adolescentes suelen buscar la excitación sexual para obtener sensaciones placenteras. Es preciso que aprendan a no buscarla, a no provocarla en otros y a controlarla si advierten que se está desencadenando... La sociedad no los cuida cuando promueve la actividad sexual placentera y sin riesgos como un derecho de los adolescentes”. La adolescencia debería ser una etapa sin derechos sexuales, porque se piensa a menores de edad como infrapersonas, estimulando la represión antes que la libertad para desarrollar su identidad. Entre los “principios básicos” del EIS para hablar de sexo con “los hijos”, se propone: “El lenguaje debe ser claro, sin sobrenombres, apodos ni metáforas confusas”. Y recomienda hablar frontalmente: “Ni semillas, ni cigüeñas, ni repollos..., se trata de óvulos, espermatozoides, y el amor entre papá y mamá”. Ajá, veamos unas páginas más adelante, cuando trata de promover la “abstinencia sexual entre los adolescentes” con el siguiente relato, una flor de contradicción de principios: “La sexualidad es como una roja rosa perfecta. La flor huele bonito y es preciosa. Pero, si se da la rosa de un pétalo a la vez, nadie podrá saber de su belleza. Sin embargo, si se mantiene la rosa completa hasta dársela a una persona muy especial, será un regalo maravilloso... y tendrá un gran significado para esa persona. Nuestra sexualidad es como ese regalo..., que la rosa sea perfecta”. Con textos pueriles como éstos realmente no se entiende a qué tipo de padre está intentando orientar.
Pero lo de la abstinencia se complica más cuando se trata el sida, porque refuerza el miedo antes que dar información correcta. Según EIS, uno de los “tres modos de contagio” del VIH es “por relaciones sexuales o contactos genitales con personas infectadas”. Hay que decirles a esas personas que se puede tener toda una vida relaciones sexuales con una persona con VIH y tener contactos genitales a diario sin que eso trasmita la enfermedad, como lo prueban los millones de parejas serodiscordantes alrededor del planeta, como la que tengo yo desde hace casi 15 años. Pero yo, como tantas otras personas, somos parte de un planeta donde se estimula “el respeto por la diversidad sexual y el rechazo de todas las formas de discriminación”, como bien señala el Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Un programa que Consudec no quiere sintonizar, porque para ellos la diversidad es algo que debe borrarse, exterminarse del planeta, en eso consiste la educación sexual para ellos y ellas.
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